Por el bien de todos

Panamá se encuentra en medio de una crisis de salud pública fomentada por el abuso en el consumo de alimentos ultraprocesados y el aumento de enfermedades relacionadas con los hábitos y estilos de vida moderno. Luego de la iniciativa de la diputada Mayín Correa durante el periodo legislativo anterior de eliminar las grasas trans, los diputados y la sociedad en general debieran ponerse de meta la aprobación de límites estrictos y obligatorios para promover la alimentación saludable en el país. Las enfermedades cardiovasculares son nuestra principal causa de muerte y una proporción altísima de estas muertes están relacionadas precisamente por la ingesta de grasas trans. Nuestra historia con el uso de estas grasas es de vieja data, debido a que la mayor parte de la comida panameña es frita o procesada. Con el apoyo de empresarios serios y líderes responsables de la comunidad que reclaman alimentos más saludables, la Asamblea Nacional tiene la responsabilidad de eliminar las grasas trans. Sin duda será una tarea difícil porque todavía existen grupos dentro de la industria que se oponen a su eliminación y ven amenazados sus ingresos. Pero la evidencia científica del daño que causan las grasas trans es contundente, lo que permitirá catalizar la acción política y el consenso legislativo. Por eso, el trabajo que se haga desde el 1 de julio en la Comisión de Salud será clave para el éxito del debate y la sensibilización del problema en el resto de la sociedad.