El coronavirus ha hecho daño, pero también ha sacado a flote vicios perversos de muchas personas en la sociedad. Impolutos y funcionarios que se confabularon para lucrar con la pandemia y políticos y “comunicadores” de pacotilla que quieren ganar fama con la crítica visceral, usando el descontrol del virus. Estos dos vicios, el de sacar ventajas económicas con la salud y hacer politiquería con la pandemia, son condenables. Ya la sociedad ha advertido sobre evidentes actos de corrupción o tráfico de influencias, donde empresarios inescrupulosos, confabulados con funcionarios, se hacen de negocios con este virus. Igual pasa con casas comerciales que venden productos de limpieza y otros artículos para el hogar, donde la especulación está en primera línea. Mascarillas que vendían a 35 dólares las 50 unidades, pero que hoy las encuentras a nueve dólares las 50 unidades y todavía le ganan dinero. Pero, así como emergieron los bribones en el negocio, han salido los políticos y “comunicadores” de pacotilla. Todo lo que sale de sus bocas o escritos son críticas a los que están intentando hacer el trabajo para controlar la pandemia. Son tan incisivos que de ellos no se esperará nada más que habladurías, porque, hasta ahora, a ninguno de esos que habla con tanta autoridad se le ve promoviendo alguna colecta, ofreciéndose de voluntario para ayudar o simplemente llevándoles algún alimento a los que sí trabajan. En cambio, los que sí están haciendo, lo hacen calladitos o solo divulgando la sonrisa de los que reciben la ayuda. Son estos vicios perversos los que hay que erradicar en el país y reemplazarlos por pilares sólidos que ayuden al desarrollo. ¡Así de simple!

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