• 14/11/2009 01:00

“Me siento.. desagraviado con las voces de apoyo...”, Yao

Estimado Licenciado (Ebrahim) Asvat :. No sabe cuánto le agradezco haberme dedicado sus reflexiones del 11 de noviembre pasado. En efec...

Estimado Licenciado (Ebrahim) Asvat :

No sabe cuánto le agradezco haberme dedicado sus reflexiones del 11 de noviembre pasado. En efecto, Roberto Eisenmann escribió en su columna de los viernes en el diario La Prensa —no hace mucho— que estaba en contra de las bases aeronavales, pero nadie del gobierno o fuera de él lo atacó o discrepó. En esa oportunidad solamente se mencionaban dos bases aeronavales.

Me parece sorprendente que las Maniobras Panamax, iniciadas en 2003 (las cuales critiqué cada año) no hayan suscitado ningún comentario en personas supuestamente opuestas a la militarización y a lo militar, siendo que las mismas constituyen una ruptura con nuestra Constitución y con el Tratado de Neutralidad. Yo pedí en la Cancillería que me proporcionaran el texto del acuerdo, y hubo un silencio total.

Por otra parte, llama la atención que tampoco las han criticado quienes en su momento se opusieron al Tratado de Neutralidad, pero que no acusan a los Estados Unidos de violar la soberanía con las Maniobras Panamax, dirigidas por un almirante del Comando Sur.

Dichas maniobras eran llamadas originalmente “ maniobras navales “, pero las últimas han sido en mar, tierra y aire, y se salieron del ámbito nacional panameño para extenderse a la región de Mesoamérica, con el propósito de “ defender el Canal y la República de Panamá ”. Que me diga el gobierno nacional, el presidente y el canciller: ¿cuál asamblea aprobó las Maniobras Panamax? ¿En qué artículo de la Constitución Nacional están sustentadas?

Por supuesto, lo ocurrido el 2 de Noviembre en el Cementerio Amador es una bofetada a la intelectualidad panameña y a mí en particular, pero la recibí con la tranquilidad que me da mi conciencia y mi convicción de que he sido, co mo muchos, objeto de discriminación por gente muy analfabeta y tosca, discriminación que es justamente uno de los objetivos de mi discurso; verbigracia, señalar las exclusiones históricas de personajes y acontecimientos por razones de raza, color o credo. Quizás no sea tan extraño lo ocurrido en el Camposanto cuando, si mi memoria no me traiciona, me parece recordar que un antepasado del vicepresidente y canciller, Juan Carlos Varela, fue uno de los firmantes de la Constitución de 1941, que declaraba como prohibido el ingreso de algunas “ razas indeseables “.

Por ser indeseables, a mis padres, a mis hermanos, a mi familia, algunos secuaces del presidente Arnulfo Arias, le robaron o expropiaron todos sus negocios y haberes en Pocrí de Aguadulce, dejándonos completamente a la intemperie a sus cinco hijos. Mi padre tuvo que esconderse en los montes como si fuera un delincuente, porque lo querían matar, y tenía que ingeniárselas para regresar furtivamente a casa de noche para ver cómo estábamos su esposa e hijos, para ver si habíamos comido o estábamos enfermos.

Yo no cumplía dos años de edad y desde entonces —luego de escuchar de mis padres lo ocurrido— he vivido con esa herida en lo profundo de mi psique y me he opuesto a toda forma de racismo e injusticia social. Este testimonio me lo ratificó también el Dr. Carlos Alfredo López Guevara, amigo de mi padre, para quien trabajó cuando era niño, pues, entre nuestras familias había amistad entrañable.

Algunas voces solidarias —muy respetables por cierto— nos han expresado la necesidad de un desagravio a mi persona. Les he respondido que es el gobierno quien debe explicarse ante nuestra sociedad por este desafuero y que es crucial que conteste sin ambages esta pregunta: ¿Por qué y con cuál fundamento jurídico, político o moral se pretende configurar a Panamá como trampolín para agredir a pueblos hermanos como lo son Colombia, Venezuela, Bolivia o Ecuador?

Me siento suficientemente desagraviado con las voces de apoyo, comprensión, respeto y solidaridad que me saludan..., por Internet, por teléfono y personalmente, en la Universidad, en las calles y en los campos, sin excluir a campesinos e indígenas, de todos los estratos y clases sociales.

Si no se hubiese producido este obsequio espiritual tan espontáneamente, tan solo con la Bitácora que Ud. me dedicó ayer sentiría que cumplí con mi deber y me sentiría —como en efecto lo estoy— plenamente satisfecho.

Reciba mis saludos más atentos,

Julio Yao

Lo Nuevo