• 15/02/2011 01:00

Preludio de una destrucción anunciada

No estaban silenciadas aún, en las calles aledañas a la Asamblea Nacional, las reacciones de los indígenas ngäbe buglé, cuando ya se hab...

No estaban silenciadas aún, en las calles aledañas a la Asamblea Nacional, las reacciones de los indígenas ngäbe buglé, cuando ya se había registrado en la Gaceta Oficial, como Ley de la República, el instrumento que autoriza el preludio de la destrucción.

No se trata solo de poner fin, como lo han advertido desde hace años científicos alarmados por la devastación del planeta, sino también de la existencia de regímenes que basan su razón de ser en la avaricia, en detrimento de pueblos y países sobre la base de la explotación del hombre por el hombre.

El clamor popular no cuenta, la advertencia de la gente que estudia y conoce de las disciplinas que distinguen al ser humano de las bestias, mucho menos. La desesperación por engullir todo les convence de que hay que imponerse a sangre y fuego.

No hubo escarmiento tras la masacre de Bocas del Toro, cuando en menos de 12 meses se registra otra escalada represiva para aniquilar el instinto de conservación de quienes experimentaron, hace más de 500 años, el criminal despojo de vidas y tierras que trajo el colonialismo europeo al nuevo continente.

En la ceguera por vender el sagrado patrimonio nacional arrancando jirones de nuestra geografía para indolente y graciosamente regalar millones a empresas o gobiernos extranjeros, a cambio de migajas monetarias, que solo beneficiarían a una élite temporalmente poderosa, desatienden los ejemplos de liberación que diseñan en las vías públicas del lejano Oriente, los pueblos de las comunidades árabes.

La ola iracunda de los conglomerados humillados, víctimas de la soberbia de los que pisotean democracia y derechos humanos en otras regiones, alcanzará sin duda alguna la conciencia de nuestros hermanos pauperizados en todas las latitudes y el pueblo panameño no será la excepción.

Puede ser el preludio de la destrucción, tanto de nuestro medio ambiente, como de enterrar para siempre la arrogancia suicida de los que se burlan de la inteligencia y la sensatez de la ciudadanía.

*PERIODISTA.

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