• 23/05/2011 02:00

Un tinte que deja manchas

R ecibí varias notas sobre la entrega de la semana pasada, en la que opinaban sobre el tema de la corrupción. La preocupación es genuina...

R ecibí varias notas sobre la entrega de la semana pasada, en la que opinaban sobre el tema de la corrupción. La preocupación es genuina y más preocupa la impunidad y la sensación de que tendremos que vivir con este mal para siempre. La gente llama a los programas de radio todo el día para expresar su displicencia sobre diversos temas. Los diarios titulan, y cada queja, cada reclamo, cada titular, cada tema siempre va acentuado por una aureola de corrupción. Quedan dos caminos para los que tenemos la oportunidad de llamar la atención sobre lo que se discute en el escenario público: darnos por vencidos, renunciar y olvidarnos por completo de que se puede corregir la conducta actual o seguir martillando el tema.

El índice de percepción de la corrupción que publica Transparencia Internacional (TI) para el 2010, en su página en el Internet ilustra y categoriza en un mapa mundial el nivel de corrupción de cada país en una escala del 1 al 10 y pintados de tonalidades entre el rojo (alta corrupción), pasando por anaranjados y finalizando con tonos amarillo (baja corrupción). A simple vista la mayoría del mapa está pintado de algún tono entre el rojo y el anaranjado, lo que justifica a aquellos que dicen que es poco lo que se puede hacer para vencer la corrupción.

Toda América Latina, menos Chile (7.2) y Uruguay (6.9), tiene alguna tonalidad roja. Canadá marca 8.1 en la escala, EE.UU. registra 7.1 y Costa Rica un 5.3. Venezuela registra la marca más baja con un índice de 2 y nuestro querido Panamá registra un 3.6 en la medición de TI. Dinamarca, Nueva Zelanda y Singapur registran el puntaje más alto con 9.3 en la escala, un amarillo brillante (aquí hay mucho trabajo para aquellos que pregonan que Panamá se puede convertir en el Singapur de las Américas). En resumen, según TI, casi tres cuartos de los 178 países del mundo tienen un puntaje menor de 5 en la escala de medición.

‘La corrupción es una plaga insidiosa que tiene un amplio espectro de consecuencias corrosivas para la sociedad. Socava la democracia y el Estado de Derecho, da pie a violaciones de los derechos humanos, distorsiona los mercados, menoscaba la calidad de vida y permite el florecimiento de la delincuencia organizada, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad humana’, así inicia el prefacio de la ‘Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción’.

El 4 de diciembre del año 2000, Naciones Unidas (ONU) tomó la decisión de establecer un comité Ad hoc en la sede de su oficina contra la Droga y el Delito en Viena, para negociar la elaboración de un instrumento que atendiera el tema de la corrupción y la lucha contra la misma de una manera global e integral en cada país. El texto del documento fue negociado durante siete periodos en reuniones de esta comisión especial entre el 21 de enero del 2002 y el 1 de octubre del 2003. La ‘Convención contra la corrupción’ preparada y aprobada por la Comisión Ad hoc fue finalmente adoptada por la Asamblea General de la ONU, en la resolución No. 58/4 del 31 de octubre del año 2003. Entró en vigencia oficial el 14 de diciembre del 2005.

Panamá, como miembro de la ONU, es signataria de la Convención firmando el 9 de diciembre de 2003 y ratificando la adhesión el 8 de noviembre de 2006. No concuerda que a nivel internacional nos comprometemos con estas iniciativas globales que detallan las formas y dejan claro los mecanismos que pueden ser implementados para luchar frontalmente contra la corrupción y, por otro lado, va quedando bien claro, conforme los eventos que se discuten a nivel nacional en las últimas semanas, que gobierno tras gobierno no se han preocupado por estructurar los mecanismos necesarios para combatir este mal y ni siquiera han mostrado interés por hacer cumplir las leyes.

El ‘Estado de Derecho’ ha sido cuestionado con insistencia durante los últimos 15 años. Si lo que se publica en los Wikileaks tiene alguna razón, el sistema legal y de justicia nacional es un ejemplo vergonzoso de duda y cuestionamientos. Tal como dice el párrafo citado anteriormente, hay claras violaciones a los derechos humanos en este país, sino miren las cárceles. La calidad de vida de grandes sectores es más difícil cada día; hay crimen organizado y amenazas a nuestra seguridad humana.

Ese mapa colorado en su mayoría desanima, cuando sabemos que hay tanto que hacer y que el rojo en muchos países es en realidad una mancha de sangre. Con el documento de Viena y su validación por Panamá, debemos poder perfeccionar nuestro desarrollo. No hay otra manera, si no queremos que ese tinte rojo nos termine manchando a todos.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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