• 12/12/2011 01:00

Panamá, un Estado de Derecho

Desde que era estudiante en el Instituto Nacional de Panamá, en la década del 90, llegaba a mi mente la sensación por descubrir qué hací...

Desde que era estudiante en el Instituto Nacional de Panamá, en la década del 90, llegaba a mi mente la sensación por descubrir qué hacía que los hombres y mujeres obedeciéramos a un sistema de normas y leyes, y del porqué, de vez en cuando, esos mismos hombres y mujeres se sublevaban al punto de hacer que el Estado claudicara en sus acciones, desarmando el orden social al cual están destinados los gobernantes y los gobernados.

Más tarde, empecé a estudiar la Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas, y una de las primeras preguntas que hice a mi profesor Dennis Allen fue esa misma, llevándome como premio la referencia de libros de una gran cantidad de politólogos y filósofos, que me ayudaron a entender la esencia y funcionamiento de las sociedades.

Como decía Immanuel Kant, el hombre se vio obligado a renunciar a su estado natural de individualidad y se unió con todos los demás para someterse a una coacción externa legalmente pública, y entonces las organizaciones sociales se fueron creando, de un modo más formal, desde la época de las Ciudades Estado de la Antigua Grecia, donde predominaba la aristocracia o ‘gobierno de los mejores’, hasta consolidarse el Derecho en la época romana.

De esta forma, demasiado breve para la historia completa, el hombre se somete a las leyes, y entiende que ellas son necesarias y correctas para poder convivir en sociedad, pues todos tenemos ideas y comportamientos distintos; sin embargo, dentro de ese margen normativo, se ponen los límites idóneos, que no coartan las libertades, sino que reglamentan la forma de vida para una concordancia con la libertad de los otros.

Empero, las leyes deben ser legítimas, es decir, el hombre se subleva a las leyes que considera justas y necesarias para su propia convivencia, de otro modo, no desiste de la decisión de abandonar ese estado natural de individualidad que nos decía Kant, y se subleva entonces a quien lo gobierna. Y es bajo este paraguas que vivimos en la actualidad, en una sociedad con normas, y que el conjunto de ellas conforman el Derecho, convirtiendo nuestro país en un ‘Estado de Derecho’.

Panamá, como país en democracia (entendiendo que no hay democracia sin Estado de Derecho), luego de una larga y agonizante dictadura militar, goza de un sistema de Derechos Constitucionales que, como decía mi profesor Eduardo Quirós, se resguardan de un Sistema Garantista que permite que tales derechos sean honrados y en los casos que no sean así, accionar los recursos que nuestra Constitución Política establece. Nuestra nación, cuenta con normas civiles, penales, administrativas y demás, que deben ser respetadas por todos los gobiernos ya sea presente o futuros, y nosotros como ciudadanos tenemos ese deber de cumplir y velar porque se honren; muestra de esto, es que hay una gran cantidad de organizaciones civiles, políticas, estudiantiles, obreras, médicas, educadoras y demás.

Como un Estado de Derecho, nosotros como titulares y sujetos de los mismos, debemos estar atentos a que los gobiernos no se valgan de artimañas para vulnerar el orden legal, y es que ningún pretexto cabe para ello: ni el desarrollo y mucho menos la seguridad, puesto que, una vez que la Ley es torcida, los efectos pueden ser muy graves y desatar la génesis de un sistema corrupto en cadena, que ponga en peligro las instituciones de la democracia, y por consecuencia, el desarrollo y la seguridad misma. Finalmente logré descubrir lo que me preguntaba desde que estudiaba en el Instituto Nacional de Panamá.

ESTUDIANTE DE DERECHO.

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