• 12/02/2012 01:00

Una canción, distintas voces: San Lorenzo 1

Las declaraciones de una diversidad de actores sociales a raíz del conflicto Gobierno vs Ngäbe-Buglé, me hizo recordar mis años mozos, c...

Las declaraciones de una diversidad de actores sociales a raíz del conflicto Gobierno vs Ngäbe-Buglé, me hizo recordar mis años mozos, cuando cantábamos una misma canción y lo hacíamos con tonos o voces distintas. Si se hacía bien, era todo un espectáculo, si se hacía mal había confusión en el auditorio y resultaba en desagrado del público.

En el caso de las opiniones sobre lo pactado el martes 7 entre Gobierno y dirigencia Ngäbe (‘Acuerdos de San Lorenzo’) se revelan dos canciones diferentísimas, o sea, dos posiciones diametralmente opuestas: Las de los pueblos originarios, que se hicieron sentir por más de una semana, por un lado; y la de los voceros del Presidente de la República, por otro.

La primera canción, la difundida por los ngäbes-buglés, está clara. Como lo manifestó el empresario Bobby Eisenman —en entrevista que le hizo un canal de TV el mismo domingo de la represión en Chiriquí— se trata del rechazo a un modelo de desarrollo económico basado en el extractivismo (minería sobre todo metálica) para beneficiar a pequeños grupos vinculados al presidente y de compañías del extranjero. Panamá, decía, no ha necesitado de la minería para crecer económicamente como lo ha hecho en los últimos seis años.

Un tono de voz distinto, pero de la misma canción de los ngäbes, se escuchó en actores como Raisa Banfield, los educadores de Veraguas, algunas organizaciones sindicales y estudiantiles, los grupos indígenas del oriente del país, productores agrícolas pequeños y medianos (COBANA, Cooperativas agrícolas, entre otros), los científicos ambientalistas locales y, por supuesto, la Iglesia Católica, quienes destacaron el rechazo a todo tipo de actividad que socave los recursos naturales y sus poblaciones, en beneficio de unos pocos inversionistas sin mayor responsabilidad ambiental ni social; esto incluye no solo al extractivismo minero, sino, también, a las grandes hidroeléctricas, cuando no consultan el interés de las comunidades involucradas.

Otra canción es la de los actores gubernamentales; obviamente, en asocio con la de los grandes inversionistas de las industrias oligopólicas —la mayoría vinculada al actual Sindicato de Industriales y la Cámara de Comercio— entre los que se encuentran los generadores de energía hidroeléctrica, extractivistas mineros, los del gran comercio importador, los grandes latifundistas, pero con propiedades lejos de los sitios de explotación minera y los banqueros vinculados a estos sectores. Sus intereses no dan evidencia de tomar en cuenta ni a la gente —menos sin son indígenas o campesinos pobres— ni la suerte de los recursos naturales al cabo de algunos años, lo que demuestran importarles son las ganancias a corto plazo. Es decir, se trata de un modelo de desarrollo denominado por su santidad Juan Pablo II como ‘Capitalismo salvaje’.

Las voces de los partidos políticos de oposición, se distribuyen cantando una u otra de las dos canciones opuestas. Es decir, mientras se escuchan algunas voces dentro del PP y del PRD, tener el mismo canto de los ngäbes, hay otras que tienen el canto contrario.

Es decir, siendo ‘oposición’ hay líderes de esos colectivos que coinciden en el fondo con los grupos oficialistas; no por coincidencia otorgaron algunas de las concesiones en cuestión, cuando eran gobierno. Recientemente, en un programa televisivo de ‘debate’, un diputado del PRD señaló que ofreciéndoles luz eléctrica y otros espejitos (perdón, otros servicios básicos) a los indígenas, estos aceptarían sin problema los proyectos cuestionados.

Tal proposición, no solo revela un olímpico desconocimiento de la realidad campesina y ngäbe del occidente del país, sino una aparente ignorancia de lo que está en juego: Cuál modelo de desarrollo conviene a los(as) panameños(as) actuales y futuros y en el caso específico de los aborígenes y campesinos, cuál prefieren ellos(as) en sus propiedades histórica y jurídicamente legítimas. Esto tiene que respetarse.

Son dos canciones distintas y cada una tiene varias voces. Estas no deben confundir la canción que se canta, o sea, el modelo de desarrollo que se defiende.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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