• 22/02/2012 01:00

Con Rubén

R ubén siempre fue inquieto y diferente. Cuando se hizo la liga de fútbol en el Instituto Nacional, ya estaban completos los equipos y e...

R ubén siempre fue inquieto y diferente. Cuando se hizo la liga de fútbol en el Instituto Nacional, ya estaban completos los equipos y el grupo del bachillerato en Letras, casi no participa. A él se le ocurrió tener un onceno, el más débil y que se llamaría ‘Allons’ (vamos, en francés), un poco inspirado en la lengua gala que aprendíamos con Madame Montulé.

También se interesó en que hiciéramos un cuadro escénico para canal 4, inspirado en la cinta West Side Story. Anoland, su madre, tocaba el piano e interpretaba el papel de Natalie Wood con el repertorio musical, mientras que los compañeros haríamos las dos pandillas que se disputan a cuchillos el barrio neoyorkino, según la película.

Dos años después, estaba cantando con Los Salvajes del Ritmo y le fui a ver en las fiestas de Ocú. Eso lo recordábamos ahora que estuvo en Panamá con motivo de sus conciertos organizados por la Autoridad del Canal de Panamá en las escalinatas del edificio en Ancón y en el parque La Unión en Chitré.

‘Yo nunca tuve una visión del futuro’, me dijo sobre cómo veía su perspectiva artística al final de la década de los años sesenta. Y esto lo consideró, porque ‘sabía lo difícil que iba a resultar el trabajo de darse uno a conocer’, exclamó al mirar hacia el pasado.

Y lo fue. Salió del país casi al graduarse de abogado; tocó las puertas de Fania Records y allí en lugar de obtener una oportunidad como cantante, le ofrecieron el puesto de mensajero. Así comenzó a desenvolverse en un medio hostil, lleno de angustias, aún a pesar de la fama y vistosidad de las estrellas rutilantes.

Todo estaba en su contra y proceder del istmo en aquella época era un antecedente dudoso en los escenarios luminosos; salvo, como él decía, ciertos nombres como Meñique Barcasnegras, Camilo Azuquita, Vitín Paz, Mauricio Smith, ‘que habían logrado abrirse paso en áreas muy difíciles de la música y donde habían logrado adquirir un nombre muy importante por sus contribuciones’.

Mientras almorzábamos en un restaurante, hizo memoria de esa época y de su convicción de hacer algo diferente. ‘... pensé que el enfoque que yo le estaba dando a la idea de escribir canciones, me podía llevar a una posibilidad de éxito, porque iba a hacer algo que en cierta forma planteaba un aporte diferente’.

Y así resultó. Tomó el ritmo de la salsa y siguió el modelo vocal de Joe Cuba, Joe Quijano, Cheo Feliciano; pero compuso con la riqueza poética de Chico Buarque, Piero y trabajó en una estructura de la cotidianidad social del continente, en forma paradójica, como los textos de García Márquez. De allí su álbum Buscando América, luego del clásico Siembra.

‘Yo creo que el hecho de que esas canciones nunca tuvieron fecha de expiración, fue lo que hizo que se mantuviera el argumento’. Esto dio pie a que se le tildara de político y hasta de panfletario; pero él argumentó en el diálogo, que era una propuesta ‘social y humana que describía una circunstancia política’.

Le satisface su experiencia en el cine y haber protagonizado figuras significativas, como en la aún no estrenada película Cristiada, donde encarna al presidente mexicano Plutarco Elías Calles.

Blades mira su futuro con entusiasmo. Quiere escribir, pintar y contemplar una obra aún en producción. En este momento hay quince discos en proceso, algunos en parejas con Gilberto Santa Rosa, Cheo Feliciano y además, en inglés con Bob Dylan, ‘con quien no hemos terminado’ un trabajo comenzado hace años, sentenció orgulloso. Su herencia musical es incalculable.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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