• 02/03/2012 01:00

Comarcas indígenas vs Estado panameño - Reflexiones

En mi comentario anterior sobre este tema de hace un año, el cual se puede consultar en Internet, demuestro que no estaba equivocado, y ...

En mi comentario anterior sobre este tema de hace un año, el cual se puede consultar en Internet, demuestro que no estaba equivocado, y los resultados los estamos viendo hoy en día.

Sobre los Guaymí, hoy autollamados Ngäbe Buglé, no sé si en realidad son aborígenes de esta región, o si por el contrario, como afirman algunos historiadores, hubo desplazamiento desde la cordillera de Talamanca, porque los colonizadores de Costa Rica invadieron sus territorios.

En Panamá en la zona de Darién los indios Cueva Caribe, que ayudaron a Balboa, fueron diezmados por las enfermedades de los europeos como la viruela, sífilis, tuberculosis entre otras y sus territorios fueron ocupados por los indios Cunas y Chocoes durante el periodo colonial, quienes eran oriundos de la zona del Atrato colombiano.

Los derechos que los indígenas reclaman se basan en el hecho de que son asentamientos humanos previos a la constitución de los estados modernos. Esta tesis no ha sido reconocida por ningún estado. La ley del más fuerte y poderoso siempre ha imperado y eso ocurrió en el pasado y en el presente. Los aztecas, mayas y los incas desplazaron a los más débiles y menos organizados. Lo mismo hicieron los españoles y demás colonizadores europeos.

Todos estos indígenas son tan panameños como cualquiera de nuestros ciudadanos de origen europeo, asiático, africano, hindú, árabes u otros. Me pregunto por qué cuando vamos a la isla de San Blas u otro de los territorios de la Comarca Guna Yala tenemos que pagar; sin embargo, ellos transitan libremente por todo el territorio panameño.

Panamá es un crisol de razas. Todos tienen los mismos deberes y derechos, sin ningún tipo de categorías. Aunque, lamentablemente, ellos decidieron que en sus cédulas se les identificare con la vocal ‘I’ de Indígena. Cuando fui legislador en la década del 90, traté de abolir esta categoría, pero ellos no estaban de acuerdo, según el Tribunal Electoral.

Creo, con mucha seriedad, que todos somos iguales en esta tierra panameña y que todos debemos contribuir para forjar un país donde todos, sin excepción de ninguna clase, además de contribuir con los impuestos, merezcamos una mejor calidad de vida.

El problema o causa indígena no hay que verlo bajo un prisma romántico y bucólico, para que ellos continúen, para nuestro deleite y el de los turistas, siendo observados como piezas de un museo viviente en este mundo globalizado. Deben conservar su lengua y tradiciones, pero a la vez ser autosuficientes, y no lo son.

La verdad es que si los cunas y chocoes no trabajaran en la ciudad de Panamá y los ngäbe - buglé cosechando café y cultivando en los sembradíos de Boquete y Cerro Punta, entonces el aporte que proveen a sus familiares repercutiría sobre los ingresos de sus dependientes.

No es cierto que las 1,578,000 hectáreas de área comarcal sean las peores del país y hay valles y montañas fértiles como las de Boquete y Cerro Punta. No hay que darles el pescado, hay que enseñarles, una que mil veces, la manera de pescar y a no comerse la semilla que se les da en vez de sembrarla. Tienen un promedio 10 hectáreas por persona.

Los ambientalistas, algunos comunicadores sociales y defensores de las etnias indígenas, quieren que, además de las ayudas que se les están dando, se le den más facilidades para mejorar su calidad de vida, como lo son telefonía, electrificación, carreteras, hospitales y más escuelas (no olvidemos que hay que pedir permiso para edificar escuelas y cuestionan si el maestro es indígena o latino).

Estas personas no toman en consideración que sus asentamientos poblacionales están formados más bien por clanes familiares, diseminados por toda la región y que para llegar hasta ellas habría que aumentar exponencialmente en el presupuesto nacional el gasto per cápita con relación al resto de los panameños. No sé si aún cambiaría su estilo de vida. A la larga será un problema de integración o aislamiento. Si los integramos, ocurrirá como en Coclé, donde los cholos dieron origen a ilustres familias.

Lo que existe es un atavismo cultural, y que los que dirigen o gobiernan comarcas no quieren el progreso, porque perderían protagonismo. La ignorancia es la madre de todas las esclavitudes.

Los movimientos indigenistas van hacia la autogestión política y cultural, acompañada de una autodeterminación que persigue una soberanía compartida.

Hoy por hoy, y hasta que la Constitución diga lo contrario, el país es uno solo y soberano, pero parece que una minoría muy reducida, bajo métodos de presión, intimidan al Estado panameño y lo ponen de rodillas. Al gobierno de turno le han bajado los pantalones, como decimos en buen panameño, y les pido disculpas a los lectores por este término tan vulgar, pero es la realidad.

Durante los estudios de la ampliación del Canal se determinó la necesidad de dos represas con sus respectivos embalses en Coclé del Norte. Un minúsculo grupo de campesinos, aupado por políticos, la izquierda y ambientalistas, decidió dar un NO a estos proyectos, imponiendo su voluntad. Sabemos que más temprano que tarde estos embalses se requerirán para el funcionamiento del Canal.

Esta situación se debe a que este Gobierno y todos los anteriores, junto con los políticos que los acompañan, han engañado con mentiras y falsas promesas a toda una comunidad indígena. Han dado origen a un caldo de resentimientos y desconfianza, que es muy difícil de superar.

No podemos negar que han sido objeto de discriminación social, laboral, salarial y sexual, que entre otras cosas los han llevado a una condición de pobreza extrema, sobre la cual ellos también tienen cierto grado de responsabilidad.

Estas etnias han sido estimuladas por corrientes de izquierda, médicos y maestros cubanos y venezolanos, además de mensajeros de etnias indígenas latinoamericanas bien organizadas, así como también por románticos ambientalistas panameños y ONG’s extranjeras. Va a llegar el momento, tarde o temprano, en que nos vamos a enfrentar hermanos contra hermanos, ante la falta de un liderazgo fuerte.

INGENIERO Y EXMINISTRO DE ESTADO.

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