• 16/09/2012 02:00

La complicación de lo simple

Hoy aprovecho los planteamientos del maestro Miguel Ángel Bastenier, miembro de la Fundación Nuevo Periodismo, columnista de El País de ...

Hoy aprovecho los planteamientos del maestro Miguel Ángel Bastenier, miembro de la Fundación Nuevo Periodismo, columnista de El País de España y recientemente ganador del Premio María Moors Cabot, hechos a través de una conferencia magistral que titula: ‘Chip colonial’.

Bastenier usa la frase ‘Chip colonial’ asertivamente para hablar de un tema que atañe a los periodistas y que en nada favorece al buen ejercicio del oficio. Él se refiere a una serie de prácticas que se han incrustado en el periodismo escrito, y que le restan fuerza y relevancia a su papel en la sociedad.

El maestro habla de las complicaciones en temas tan simples, pero por ello no menos importantes, para un medio escrito, como el uso del lenguaje, el exceso de fuentes oficiales, el ‘ombliguismo’ y otra serie de vicios comunes en el periodismo.

Él hace algunas recomendaciones para hacer un periodismo directo, fácil de comprender y verdaderamente útil para los lectores y todas éstas reflexiones están en su libro ‘Cómo se escribe un periódico. El chip colonial y los diarios en América Latina’, que publicó bajo el sello de la FNPI y el Fondo de Cultura Económica.

Bastenier también es profesor de periodismo internacional y reporterismo en la Escuela de Periodismo de El País, desde 1988, y con toda esa experiencia acumulada sabe por qué dice que hay muchas complicaciones a la hora de escribir un periódico.

El maestro propone nuevos modelos para hacer periodismo y menciona cuatro puntos que son interesantes y que aún cuando pase el tiempo seguirán siendo motivos de discusiones en las salas de redacción.

El primero que menciona es la ‘declaracionitis’. Dice que éste mal ofrece al lector un diario con lo que dice la gente y no con lo que hace la gente. Y agrego yo que un diario se enriquece cuando narra historias.

El siguiente punto lo denomina ‘el oficialismo’ y sostiene que de esa forma es poco lo que se aporta a la sociedad, el lector necesita todos los puntos de vista, el pluralismo es lo que fortalece las democracias. Es así como se le entrega al lector la información que le permitirá tomar decisiones con todos los puntos de vista. Y Bastenier aclara que no interpreten como oficialismo solo los datos que emanan de las fuentes de gobierno, sino de todo lo que es público, que viene de instituciones privadas.

Sigue lo que él llama la ‘politización’, dice que no es mala la noticia política, y no es malo que un diario enfatice en ese tipo de información, lo malo es cuando la política lo ocupa todo, sin dejar espacios para otros temas que también a la gente le gusta saber.

Bastenier insiste en que hay que tener cuidado con el exceso de fuentes oficiales.

El periodista debe tener la disponibilidad de fuentes confiables, productivas y accesibles, idóneas, estas son las condiciones básicas para el desempeño de la tarea periodística.

Sin embargo, la relación de los periodistas con las fuentes en una rutina periodística se puede traducir en lealtades complejas y de ‘contratos’ tácitos, tanto por parte del medio como de forma personal con los que alcanzar una supuesta exclusividad en un momento dado.

La relación entre el periodista y la fuente está construida sobre la presunta confianza que entre ambos se establezca. Pero un abuso de confianza entre ambas partes puede llevar a la falta de rigor informativo y a caer en el intercambio de informaciones interesadas, provocadas o poco objetivas.

Por ello es beneficioso tener una serie de contactos o fuentes habituales distintas que permitan el cruce de información entre el oficialismo y fuentes idóneas de las que nos servirnos, en ocasiones, para contrastar o consultar informaciones.

Es contraproducente una abundante confianza o una estrechez entre un periodista y la fuente.

El periodista escribe para transmitir información, por lo tanto ha de tener especialmente en cuenta al lector. Ha de procurar que su mensaje sea comprendido por cualquier lector sin grandes esfuerzos.

Y el último punto es el ‘ombliguismo’. El maestro quiere decir que el periodismo no solo se la puede pasar mirándose, que tiene que dirigir la mirada hacia otros periódicos y analizar qué se hace en otras partes del mundo y a los periodistas les dice que lean otros periódicos que estén bien escritos.

El buen periodismo exige buen uso del lenguaje: quiere claridad, que no es más que usar las palabras apropiadas para el conocimiento de aquello que quiere comunicar; la precisión, para decir lo más posible en el menor espacio y se evitan ambigüedades en el lenguaje periodístico.

En la prensa en general se suele usar las frases hechas, los términos de uso reciente en el habla, el léxico procedente del mundo de la droga, por ejemplo, y de las jergas juveniles y eso no es malo, para describir, pero no debe ser una regla. Hay extranjerismos (anglicismos), neologismos y el uso incorrecto de algunas palabras. La recomendación puntual es usar la palabra apropiada en la narrativa, eso es lo que siempre agradece el lector.

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