• 17/02/2013 01:00

Las consecuencias de los rumores

H ay varios hechos actuales que llaman poderosamente la atención, porque mantienen a los lectores del mundo en incertidumbre, porque es ...

H ay varios hechos actuales que llaman poderosamente la atención, porque mantienen a los lectores del mundo en incertidumbre, porque es complicado determinar cuál es la verdad, qué es lo que ocurre realmente y qué hay en el fondo y en el trasfondo de esos hechos.

El primero es la salud del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que se encuentra en Cuba. El segundo es la renuncia del papa Benedicto XVI y, por último en Panamá, pero con trascendencia internacional, la contratación del artista puertorriqueño Don Omar.

En los tres temas que menciono la tónica la marcó: la gran cantidad de rumores que giran en torno a ellos en los medios y en la internet. Con respecto a Chávez, se dice que ya está muerto y que a Venezuela la gobiernan los hermanos Raúl y Fidel Castro. Del Papa, que su renuncia se vincula a una caída que sufrió en México, cuando visitó ese país; y que Don Omar tenía miedo de pisar suelo panameño porque mantiene una deuda pendiente con el cantante Nando Boom. Se trata de rumores que se alimentan entre los lectores, la mayoría de las veces por falta de información o, en algunos casos, por exceso de ella.

Y aunque los temas no tienen que ver directamente con los medios de comunicación (política, religión y farándula), ellos son la vía a través de la cual las personas reciben la información.

A pesar de que en torno a los temas mencionados se han tejido una serie de comentarios, ninguno le hace justicia al lector ni satisface el derecho que tiene a saber qué es lo que realmente ocurre. Y cuando me refiero al lector, no hablo únicamente de los venezolanos, me refiero a los lectores de La Estrella, que compran el diario con el afán de informarse de lo que ocurre en el país.

Quiero dejar claro que no estoy haciendo una crítica a éste diario porque publica notas polémicas, ese es su deber, y hacerlo con la materia prima que proviene de las fuentes de información idóneas y siento que ahí es donde está el meollo del asunto. Las fuentes idóneas nos dan muchas versiones del mismo hecho y eso lo que provoca es que no se confíe en nadie y ahí toman fuerza los supuestos, las percepciones y las leyendas urbanas y lo que más nos acomoda, según nuestros intereses.

Hay un derecho humano que dicta pautas con el derecho a saber la verdad de la sociedad es la libertad de información y de expresión, que no es exclusiva del periodista o del medio. Este derecho defiende el principio de que las personas tienen derecho a recibir una información imparcial y oportuna. Y precisamente basada en ese derecho de la sociedad es que apelo a que se le ofrezca información purificada al público, no lo primero que recogen de las sus fuentes de información. El maestro Javier Darío Restrepo dice que ‘desaparece esta labor cuando se distorsiona, recorta u oculta la información’.

Las reflexiones hechas por los propios periodistas e investigadores venezolanos, por ejemplo, indican que el mejor servicio que la prensa puede prestar a la ciudadanía es el de mantener distancia respecto de los grupos pro y antigobierno, para que la población pueda conocer de manera fiable los principales datos sobre la situación del país y del presidente.

En toda crisis un factor que es a la vez causa y efecto de la situación es la confusión debida a la falta de una información sólida. Como en las guerras, las crisis políticas aparecen envueltas en la neblina de la incertidumbre, de modo que sus actores, a falta de datos que les permitan entender la situación y decidir razonablemente, se dejan guiar por los pocos e incompletos elementos que les aportan sus sentidos y sus emociones. Esto convierte la situación en peligrosa, prolongada e insoluble porque tiende a resolverse por la fuerza y no políticamente y con ayuda de la inteligencia, plantea el maestro Restrepo.

El escritor y periodista Gabriel García Márquez también dijo ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en Los Ángeles, el 7 octubre de 1996, que: ‘La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor’.

En situaciones como las que hoy vivimos, donde a los periodistas y lectores se les bombardea con tantas y tan variadas versiones, que razonablemente provocan muchas dudas, les dejo estas recomendaciones que encontré en la página de la Fundación Nuevo Periodismo y en las que debemos ratificarnos, aun cuando pintamos canas, todos los periodistas y medios.

1. Verificación de la información obtenida de terceros.

2. No dar crédito al rumor, al chisme que afecta a terceros, sin la debida comprobación.

3. Usar las fuentes con precisión.

Evitar los condicionales: ‘habría’, ‘no se descarta’, ‘podría’, ‘al parecer’, ‘se comenta que...’, etc.

4. Perseguir el rigor y la precisión.

5. Utilizar con precisión los apoyos documentales.

6. Transmitir las noticias evitando la propia opinión sobre estas. Impersonalidad.

7. Informar siempre con base en hechos y contrastar opiniones de diversos bandos en casos controversiales.

8. No acusar a nadie ni considerarlo sospechoso de algún delito si no se cuenta con indicios suficientes y capaces de ser suscritos por instituciones externas al periódico.

9. Reproducir las citas con exactitud.

10. Titular en concordancia con los materiales informativos.

DEFENSORA DEL LECTOR

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