• 08/01/2014 01:00

El ’Canal Zone’ que recuerdo

Mañana se cumple el cincuentenario de la gesta heroica que logró derribar ‘la quinta frontera’ en medio de nuestro territorio. Trece año...

Mañana se cumple el cincuentenario de la gesta heroica que logró derribar ‘la quinta frontera’ en medio de nuestro territorio. Trece años después, con la firma de los Tratados del Canal, culminó la llamada lucha generacional para acabar con las vergonzosas condiciones que nos heredó Bunau Varilla para salvar a sus inversionistas. La chispa prendida por la valentía de institutores humillados y maltratados se regó en cuestión de segundos como llama arrolladora y el pueblo, sin parar mientes en las armas de guerra que enfrentaba, se lanzó a las calles de Panamá y Colón a recobrar el honor mancillado.

Mañana conmemoramos esa gesta. Debemos hacerlo con recogimiento y agradecimiento a nuestros valientes. Aprovechemos también para recordar algo de lo que conocimos como ‘Canal Zone’ e invito a traer recuerdos vividos, todavía presentes en nuestras memorias.

En lo que se podía observar a simple vista, destacaba un panorama idílico. Calles y avenidas barridas y limpias, nada de basura o desechos en vías públicas, jardines exquisitamente cuidados, verde y abundante vegetación, nada de vallas publicitarias que arruinaran el ambiente, respeto a las reglas del tránsito, transporte público cómodo y seguro con rutas fijas, excelentes colegios para privilegiados, frondoso bosque tropical a lo largo de la vía Arraiján-Panamá cruzada por animalitos salvajes como venados, conejos pintados, osos hormigueros y otros.

Se trataba de un lugar que parecía lo más cercano a un paraíso terrenal en medio de la jungla tropical panameña.

Impresionante también era la ausencia de pobreza o de necesidades. No había indigentes o mendigos pidiendo limosnas a los transeúntes. No había desempleo: todo el que residía allí era empleado del gobierno federal o miembro de las fuerzas armadas con su familia.

Pero ni ellos ni nosotros éramos felices. Los zonians eran una especie privilegiada que vivía en un mundo artificial e irreal, existente solo en Panamá; quienes nacían, se criaban y crecían en ese entorno no lograban adaptarse a la vida y cultura del país de sus progenitores. Tan desubicados y malacostumbrados crecieron, tan desnaturalizada su cultura y existencia, que no tenían lazos afectivos fuera del Canal Zone, su ‘patria’. Una mayoría no socializaba con el panameño común.

Para nosotros la injusticia se observaba directamente al comparar la pobreza de El Chorrillo con la opulencia de enfrente, que se exacerbó cuando las autoridades zoneítas decidieron echar sal a la herida levantando una cerca de alambres a lo largo de toda la avenida — ’4 de Julio’ — desde el puente — ‘Ferry Thatcher Bridge’ — hasta más allá de la Asamblea Nacional.

Además del contraste entre opulencia y pobreza, era irritante la humillación de estar sometidos a una jurisdicción extranjera en esa área. En la Zona una infracción de tránsito o cosechar mangos eran castigados por policías extranjeros y sancionada en inglés bajo leyes norteamericanas. Hasta mediados del siglo pasado ningún automóvil podía circular en territorio zoneíta sin estar registrado allá, sin pagarles sus tasas respectivas y sin portar una licencia ‘CZ’ en la defensa delantera.

La discriminación racial fue otra cara de la humillación generalizada. Existieron salarios ‘gold roll’ para blancos anglosajones y salarios ‘silver roll’ para negros, indígenas y panameños en general. Esa arrogancia y cultura de discriminación inculcada en los estudiantes de la escuela de Balboa fue la causa que encendió la llama esa trágica noche del 9 de Enero.

A una fuerza policial engreída, prepotente y acostumbrada a avasallar al panameño, apoyada luego por fuerzas militares agresivas en arreos de combate, se enfrentaron nuestros estudiantes portando la bandera nacional y su amor por ella.

¿Los panameños hoy amamos así a nuestra patria?

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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