• 02/03/2014 01:00

Apertura en la discusión del patrimonio cultural

Información que me llega de los diarios del sur de España me cuenta sobre una interesante discusión sobre el carácter y objetivo del pat...

Información que me llega de los diarios del sur de España me cuenta sobre una interesante discusión sobre el carácter y objetivo del patrimonio cultural andalusí. En este caso el debate se centra en la gran mezquita de Córdoba y su antecedente musulmán y su hoy administración católica. La Mezquita de Córdoba es considerada el símbolo más sublime de la arquitectura, así como de la concordia entre las civilizaciones, sujeta a siglos de tensiones y entre quienes querían preservar esta joya del arte andalusí y otros que pretenden conferirle una imagen puramente católica.

El asunto hoy toma un giro vertiginoso, cuando los administradores católicos tratan de omitir todo antecedente islámico del más importante símbolo del Califato de Córdoba. Culturalmente los opresores han erigido sus símbolos religiosos sobre aquellos de los oprimidos. Pasó en la América indígena en el proceso de contacto y posterior de colonización. El asunto de la Mezquita de Córdoba recrudece en la escena, cuando el obispado de Córdoba borra poco a poco la presencia de lo musulmán en la ecuación, llegando a eliminar el término mezquita de los folletos y carteles —lo que originó a finales de 2013— una iniciativa ciudadana conformada por docentes, periodistas y juristas para crear una plataforma cívica para detener este proceso de negación histórica.

El movimiento ciudadano ha logrado recoger más de 80,000 firmas bajo una plataforma electrónica llamada Plataforma Mezquita-Catedral de Córdoba: patrimonio de todos. Este movimiento ciudadano exige la titularidad y la gestión pública del edificio, para que deje de ser un instrumento al servicio de la Iglesia Católica. Se trata de una apertura a la discusión pública y administración laica del patrimonio cultural universal de la Mezquita, declarado por UNESCO. Al documento de firmas se han adherido intelectuales como Eduardo Galeano y Antonio Gala, el Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald, el exdirector general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, el cineasta Benito Zambrano, el teólogo Juan José Tamayo y el guitarrista flamenco Manolo Sanlúcar, entre otros.

Los andaluces se toman la discusión del objetivo y significancia del patrimonio universal bajo su administración, trayendo su discusión al plano de lo público y desde la plataforma ciudadana. Transparencia, participación y apertura en la discusión patrimonial es el eje de la ejecutoria ciudadana en Córdoba.

El Casco Viejo en Panamá, de manera contraria, se encuentra cubierto de una nube opaca de información pública que haga entender al ciudadano el alcance de su importancia en los procesos globales o universales que lo llevan a la categoría de Patrimonio Mundial. Las intervenciones con dineros públicos no han logrado explicarse como tampoco el alcance social de la misma.

La construcción de la Cinta Costera fase III ha sido sustentada por especialistas como un elemento que no tiene que ver con los valores universales de su declaratoria. ¿No tiene que ver el litoral del océano Pacífico con la primera ciudad fundada en sus playas?

Los arquitectos dicen que una cosa es una cosa y lo otro es otra. El mar que enmarca la ciudad no tiene que ver con ella y la lógica indica lo contrario, así lo hará la historia, quien lo revelará tarde o temprano.

UNESCO ha tenido varias misiones, reuniones aquí en Panamá, otras en Paris, en San Petersburgo y en Cambodia y los panameños aún no hemos tenido información sobre los resultados de las discusiones sobre la condición y destino del patrimonio cultural universal bajo administración panameña. El INAC y la Dirección de Patrimonio Histórico guardan un silencio sepulcral, siendo incapaz de emitir —si quiera— un comunicado público sobre el objeto bajo su administración —por Ley—, dejando actuar libremente a la más grande empresa constructora de infraestructura en la historia de la administración pública panameña.

Lo último que se supo la semana pasada fue que las obras de alcantarillado, energía y teléfono fueron inauguradas la semana pasada con sus habitantes excluidos de los actos. ¿Qué piensan los habitantes de San Felipe? ¿A quién le importa? ¿Qué se encontró bajo los pavimentos de la ciudad colonial panameña durante los años de obras de alcantarillados, calles y energía? ¿Qué historia nos cuentan las obras ejecutadas? ¿Qué le espera al Casco Viejo? No lo sé, solo sé que el viento me trae noticias de desalojos y expropiaciones.

Es lo que se huelen en las plazas del barrio.

La sociedad panameña está lejos de una acción como la andaluza, donde la primera veda información y participación pública, mientras la segunda se levanta y se reconoce en sus orígenes para plantear una discusión. Espero pronto ver el resultado de la acción en Córdoba y lograr contar a los panameños qué ha resultado de estos temas.

Mientras allá los ciudadanos discuten sobre el presente y futuro del más importante símbolo andalusí en su territorio, los cinco sitios de patrimonio natural y cultural en Panamá guardan silencio desde lo público y tal vez esperan su ingreso al mercado como un bien inmueble o simplemente un parque temático hueco y con su identidad borrada. En el contexto de una campaña política, ninguno de los candidatos expresa una posición frente al tema.

Ojalá —law sha’a Allah— los panameños logremos construir una discusión amplia y transparente sobre lo patrimonial y mientras eso ocurre —doy gracias a Alá porque la mezquita de Córdoba no está en Panamá y que, además, está lejos de la plaza Catedral.

HUBERT HUMPHREY FELLOW.

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