Cómo lograr que los panameños confíen en sí mismos

Actualizado
  • 13/08/2020 00:00
Creado
  • 13/08/2020 00:00
Pese a la incertidumbre vigente, a la magnitud de la pandemia del coronavirus y las dificultades para sobrellevarla, existe la posibilidad de afrontarla y superarla con éxito

Uno de los contados países del planeta que tendrán crecimiento económico este año será Guyana, con una cifra récord del 53% gracias al descubrimiento y explotación de prometedores yacimientos de petróleo. El resto de naciones tendrá que apretarse el cinturón para superar la crisis económica generada por el SARS-CoV-2.

Panamá forma parte de la mayoría de naciones con proyecciones negativas de crecimiento económico en 2020. Pero eso no debe ser motivo de titulares restregando el cuchillo en una herida que no ha sido autoinfligida, sino producto de una crisis que nadie anticipó.

En ese contexto, que la actividad económica se desplomara 40,9% en mayo por la caída en la construcción, el comercio y el turismo, no es noticia. Tampoco lo es que los ingresos en el primer semestre de este año se redujeran en $1,136 millones por el bajo consumo, menos importaciones y el descenso en las ventas de combustible.

Lo positivo es la confianza que gobiernos y organismos financieros internacionales tienen en Panamá.

Muestra de ello fue la más grande emisión de bonos de la historia realizada la semana pasada por el Banco Nacional de Panamá. En una jornada colocó $1,000 millones en el mercado internacional de bonos, a 10 años y una tasa récord del 2,5%. En medio de la oferta hubo una sobredemanda de $4,800 millones. Una demostración de la confianza en Panamá de parte de los mercados de capitales más importantes del mundo.

También la semana pasada el vicecanciller de Estados Unidos, Mike Kozak, resaltó la confianza de Washington en este país. “Panamá es uno de los aliados y socios más importantes y más confiables de Estados Unidos en la región”, subrayó en una entrevista radial.

Antes el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en una conversación telefónica le dijo al presidente Nito Cortizo que ambos países tienen “una amistad duradera y mutuamente beneficiosa” y que su gobierno desea “explorar con Panamá oportunidades para una mayor colaboración a nivel regional e internacional”.

El mundo confía en Panamá

Luego de lanzar en junio el programa Juntos Canadá y Panamá en la lucha contra el coronavirus, con una importante asistencia hospitalaria y sanitaria, ambos países protagonizaron un puente aéreo humanitario para socorrer a una docena de países latinoamericanos y del Caribe. Eso realzó la importancia estratégica de Panamá y acrecentó la confianza recíproca continental. El mundo confía en Panamá. Falta que los panameños confíen en sí mismos.

Panamá y el mundo se encuentran en la incertidumbre de si lo peor de la pandemia del coronavirus está por venir o ya pasó. En ese predicamento hay dos vertientes. La de quienes apuestan a que pese a la incertidumbre vigente, a la magnitud de la crisis y las dificultades para sobrellevarla, existe la posibilidad de afrontarla y superarla con éxito. Eso debe abonarlo la confianza entre los panameños, porque desde el exterior hay sobradas razones que demuestran que se confía en Panamá.

Por el otro lado, se encuentran quienes están al acecho de que la crisis se emponzoñe y la situación se deteriore a tal punto que un incidente provoque el colapso del edificio institucional, con consecuencias impredecibles para todo el andamiaje democrático.

Hay un riesgo de que se produzca un desplome institucional, porque es el margen de probabilidad de cada emprendimiento humano, puesto brutalmente en evidencia por el coronavirus. Pero igualmente, dentro de esa aleatoriedad, es improbable, porque el sistema democrático alumbrado después del régimen militar es más fuerte de lo que sus saboteadores estiman. Estos 30 años de estabilidad social y desarrollo económico –con todas sus falencias, desequilibrios distributivos y erosiones de los consensos alcanzados– han demostrado que existe una voluntad de hacer posible la convivencia entre los panameños, pese a los desgastes y contratiempos de la vida en democracia.

Lamentablemente en lugar de unir, el coronavirus ha profundizado las diferencias. Pero, al mismo tiempo, la pandemia puede contribuir a construir en conjunto, no destruir por separado. Sin duda que la mayoría de los panameños no apuesta a ampliar las diferencias. Con ese segmento, precisamente, es con el que Nito debe trabajar, porque las divisiones no conducen a ninguna parte.

En estos tiempos de coronavirus, el liderazgo político se ve exigido como nunca y con mayores limitaciones que antes, sobre todo por la volatilidad de la opinión pública. El permanente aprendizaje y la humildad son las herramientas para estar a la altura de los desafíos que deben afrontarse en forma cotidiana.

En esta crisis nadie sobrevive solo. Lo colectivo y compartido es la visión más lúcida que puede administrarse para encontrar las soluciones que demandan estos dramáticos momentos. El coronavirus ha demostrado la fragilidad del ser humano, su interdependencia, la necesidad de contar con una mirada colectiva y de autoprotección mutua.

Administrar o liderar

Para el SARS-CoV-2 no hay murallas ni barreras, no hay torres ni atalayas, que no sean las defensas en conjunto. Solo se salvan las sociedades que cooperan juntas y que gestionan un resguardo colectivo.

Esta crisis del coronavirus impacta y compromete a todos, pero no todos tienen la misma responsabilidad. El filósofo austríaco Peter Drucker, experto en liderazgo, escribió que “administrar es hacer las cosas bien, liderar es hacer las cosas correctas”.

La pandemia ha significado dolor, muerte, duelo. Pero también ha permitido revalorar la vida, el privilegio de la existencia. La vida en sociedad cobija a cada panameño bajo la misma bandera, la de las responsabilidades y obligaciones de todos, pero también de diálogo y sana convivencia. Eso requiere el ejercicio del esfuerzo colectivo, con ideas, gestos y actitudes responsables para ganar confianza entre los panameños.

De allí la necesidad del diálogo como herramienta de construcción política y de generación de confianza como sociedad. En todos los niveles, en todos los espacios, en todas las organizaciones, en todos los sectores de la economía. Y crear puntos de encuentro, de coincidencias, para cerrar las brechas de divisiones sin sentido.

Interviene aquí el liderazgo oportuno de Nito. Primero para generar confianza en las posibilidades de Panamá y su capacidad para responder a las demandas de los panameños más necesitados. Luego para crear un ambiente de diálogo y reencuentro. El escritor español Juan José López Burniol se refirió al ejercicio de esa conducción particular. Se requiere, sintetizó, de “una voz que ha de abrir un diálogo limpio sin una mala palabra, sin un mal gesto y sin una mala actitud. Con la ley como marco, la política como tarea y el debate como instrumento”.

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