51 años después del golpe de Estado del 11 de octubre

Actualizado
  • 11/10/2019 00:00
Creado
  • 11/10/2019 00:00
El filósofo griego Plutarco escribió hace siglos: 'Los animales de una misma especie difieren menos entre sí que unos hombres de otros'
51 años despuésdel golpe de Estado del 11 de octubre

Solo los panameños con 65 años o más (somos los menos) podrían tener referencias claras de los acontecimientos políticos de aquel 11 de octubre de 1968, fecha que debería conmemorarse en vez de soslayar o borrar del calendario, toda vez que a partir de ese suceso histórico se precipitó la etapa decisiva hacia nuestra verdadera independencia, desarrollo y autodeterminación de país, pues debemos reconocer que éramos entonces, desde 1903, una semi-república con 2 banderas, 2 himnos, 2 Estados con sus respectivas jurisdicciones de ley, dos jueces, dos carceleros, dos ejércitos, el enclave colonial y dos razas de pobladores; además, nuestro Istmo partido en dos por el Canal, de usufructo estratégico y económico que solo benefició directamente a los Estados Unidos durante 87 años.

51 años despuésdel golpe de Estado del 11 de octubre

Por supuesto reconocemos que la presencia norteamericana en Panamá, poco antes de 1903, garantizó nuestra separación de Colombia y el alumbramiento como semi-república, aunque quedamos viviendo en la bolsa marsupial de los Estados Unidos (EEUU) como criaturas de un país imberbe.

Si a la clase política le causa rubor o más bien celos esta fecha de tanta trascendencia, porque destaca que un humilde militar académico y bachiller, hijo de maestros de campo y nacido en la provincia de Veraguas con más de 10 hermanos, acompañado de un puñado de jóvenes militares y otros valiosos profesionales cultos, idealistas y esforzados, fueron los que culminaron la Carrera de Relevo Generacional obteniendo la Medalla de Oro y jalonaron una sola bandera en la cima del cerro Ancón y todo el territorio que comprende la nación, ¡se comprende el malestar!, ya que por ciertas circunstancias y algunas vergonzosas, estos conciudadanos, casi todos políticos administradores del Estado, incluyendo expresidentes, cuando intentaron perfeccionar nuestra independencia, el peso de sus mochilas cargadas de intereses creados, ya cuesta arriba claudicaban y se arrodillaban ante el imperio.

Nuestra juventud estudiosa debe enterarse de que igual sucedía con la transnacional norteamericana Fuerza & Luz que monopolizó durante décadas la venta del servicio de luz y teléfono a base de petróleo y contratos con la nación con la F & L, que ratificados por la Asamblea de Diputados, prohibía la construcción de hidroeléctricas, pese a nuestro enorme potencial hídrico virgen.

Pero lo que nos resulta absurdo comprender hoy, que en el ayer era un procedimiento normal como colonia, es que la bananera Chiriqui Land Company prohibía tácitamente el Código del Trabajo y hablar del salario mínimo, paros o el derecho a huelgas, era sinónimo de comunismo o subversión , pero lo absurdo y clásica práctica del colonialismo, la Chiriqui Land Company, abastecía de luz, agua, teléfono y transporte público al pueblo de Puerto Armuelles, Almirante, Changuinola y Guabito; escuelas y salarios de los maestros; hospitales, servicios médicos y enfermeras, inclusive cuarteles de policías y sus salarios, iglesias y párrocos… todo, todo lo pagaban las bananeras, no había presencia formal del Estado, otra zona fuera totalmente de la jurisdicción del Estado panameño.

También es justo reconocer que eran otros tiempos cuando no llegábamos aun siquiera al millón de habitantes. Sin embargo, fue la generación de las décadas de los años 70 al 2000, liderada por el jefe de Gobierno, General Omar Torrijos (el gobierno cívico/militar) la que inició la siembra de hidroeléctricas, el Código del Trabajo, Salud Igual Para Todos, los asentamientos campesinos, el reimpulso del agro, escuelas y estudios universitarios para todos, el usufructo del Canal para el desarrollo y bienestar de los panameños, etc. A nosotros los militares de la Guardia Nacional de aquella generación que prestamos servicio a la Patria bajo las órdenes del comandante, General Omar Torrijos, nos enorgullece la fecha del 11 de octubre de 1968….. y narro lo que aconteció ese día y otros sucesos de impacto, porque casi siempre estuve allí presente. Pero antes, retrotraeré dos acontecimientos de inmolación de nuestra juventud que fueron, a mi criterio, los precursores del golpe de Estado de 1968. Primero la rebelión armada de jóvenes idealistas estudiantes en el Cerro Tute, provincia de Veraguas, en abril de 1959.

En mi concepto, durante esa campaña de solo 18 días pero con resultados de mozalbetes —uno de ellos apenas de 16 años— muertos en confrontación muy desigual contra patrullas de combate de la GN, operación militar aquella bajo el comando del Capitán Omar Torrijos, fecundó en la mente y conciencia patriótica de Omar Torrijos, quien reconoció ya herido en el mismo escenario de la emboscada, que la GN se había transformado en el garrote de la oligarquía.

El golpe que transformó el estado de cosas en Panamá, 9 años después

Como no lo recogen los autores Dr. Carlos Cuesta y el profesor Don Efebo Díaz, en sus respectivos libros, los cuatro adultos revolucionarios e ideólogos cabezas de la rebelión del Cerro Tute, “ raudos pusieron pies en polvorosa” cuando se dio la emboscada y rugió la fusilería, y resultara herido en un brazo y un costado el Capitán Omar Torrijos y abandonaron estos comandantes de cafetines, a los muchachos a su propia suerte y destinos….. ¡UN GESTO DE PENA Y DESHONOR! Y el otro suceso precursor y definitivo fue la gesta heroica y plena abnegación con ofrenda de vidas, arrojo y coraje que estremeció al mundo, el 9 de enero de 1964, que nos sirvió de transbordador imparable hacia la nacionalización del Canal de Panamá. No existen suficientes deseos de agradecimiento en el mundo que satisfagan aquel gesto heroico.

Eran las 10:30 de la mañana del 11 de octubre de 1968, en el regazo izquierdo de la Torre de Panamá La Vieja ya estaba todo listo para la ceremonia de relevo del comandante saliente y jubilado ese día, General de Brigada Bolívar Vallarino, que entregaba el mando de la Guardia Nacional al comandante entrante, Coronel José María Pinilla. Como era la tradición y por lo trascendental del acto, el presidente a once días de juramentado, Dr. Arnulfo Arias M., presidiría la ceremonia y daría el discurso de fondo. Pronto se dio a conocer a la concurrencia, que presidiría el ministro de Gobierno y Justicia Norberto Zurita, pues el presidente no estaría.

Abro un paréntesis para narrar una conversación entre los tres Comandantes de la GN, General Vallarino, Coronel Pinilla, Tte. Coronel Urrutia y Secretario de la Comandancia Tte. Coronel Torrijos, dos meses antes, finales de julio con el Presidente electo Arias, en su residencia de Carrasquilla, una tarde. Narró Omar Torrijos a un grupo reducido de oficiales del que yo era parte, que acordaron verse con el presidente Arias en su residencia, para ultimar detalles, nuevas asignaciones y ascensos de la oficialidad de rango superior. Pero la razón fundamental del encuentro consistía en limar asperezas y enemistad política históricas del presidente entrante Arias y la institución GN, porque los rostros y nombres ya eran otros, pero era la misma institución que le había derrocado en dos momentos de crisis política. En ese momento el Presidente electo Arnulfo Arias, en gesto de estadista contemporizó y aseguró que honraría el escalafón de antigüedad y méritos de la Guardia Nacional, así mismo la sucesión del mando de la institución. Se terminó aquella reunión, todos conformes. Cierro el paréntesis y retorno a la ceremonia de relevo de Comandantes.

El acto culminante y simbólico del cambio de mando se sella cuando el comandante saliente le entrega el estandarte o colores que simbolizan la institución al comandante entrante. Avanzan ambos comandantes y en la lectura del Resuelto Presidencial firmado por el Presidente Arias, jubila también en acción sorpresiva al comandante entrante, Coronel Pinilla y promueven al Tte. Coronel Bolívar Urrutia como el nuevo comandante de la GN...... y todo sucedió en un santiamén.

Al Coronel Pinilla le tuvimos que llevar a la clínica San Fernando de urgencia. Por otra parte, de un plumazo nombró a un panameño civil que él había conocido en la Argentina años ha, Sr. Díaz Duque, y lo hizo Mayor efectivo de la GN y Jefe de la Guardia Presidencial.

Saliendo de aquel ambiente tan saturado de malestares, traiciones y miseria humana, yo había sido trasladado como jefe a la provincia de Veraguas desde Colón, donde había servido por tres años como Capitán Jefe. En esos momentos observo al Tte. Coronel Omar Torrijos totalmente solo, de pie, y me le acerqué a saludarle e intercambiar sobre el sorprendente acontecimiento. A Torrijos, que lo habían identificado como un líder natural entre la mayoría de nosotros, lo habían asignado como agregado militar en la embajada de Panamá en El Salvador y las órdenes que tenía eran que debía salir del país ese mismo día. Era un exilio dorado realmente o ascenso Irlandés, como también se le conoce en el argot militar. Me expresó Torrijos compungido: “Apártese de mí, que le voy a hacer daño, Paredes...”. Entonces, le respondí: “No piense así, mi coronel”, y le abracé y dijo: “Tengo que irme hoy para El Salvador y no tengo dinero para dejarle a Raquel y mis hijos mientras reciba mi pago allá en El Salvador. ¿Usted puede hacer un préstamo urgente en la Caja de Ahorros de la Institución por B/. 300?, yo se lo reembolso desde El Salvador. Tengo que dejarle algo a mis hijos mientras….”. Le respondí de una vez: “Ya voy rumbo para Santiago con el Mayor Humberto Ramos, era un tipazo, fuerte, poco elocuente, pero con un corazón noble de niño. Paramos en la Caja de Ahorros, Ramos será el fiador y le daré instrucciones al Tte. Solano, administrador de la Caja de Ahorros GN, que le entregue el cheque de los 300 a usted hoy mismo”. Nos despedimos, hice el préstamo, Ramos también firmó y seguimos rumbo a Santiago. Ramos era el Jefe en Veraguas y me entregaría el mando al día siguiente. Pero llegando a Santiago al filo de la media noche en el carro oficial del Mayor Ramos y su conductor, un Sargento Valoy, recibo una llamada por radio del Mayor Boris Martínez desde Chiriquí, donde él era el jefe de Zona, y expresó, más o menos así: “Capitán Paredes, hemos decidido derrocar al Dr. Arias hoy mismo. Lo que aconteció hoy allá en el relevo de mando en Panamá Viejo fue el comienzo…… Los arnulfista tienen un plan y han decidido desbaratar la Institución…. ¡Confié y vamos de frente! ¿Está de acuerdo?”. “Por supuesto”, le respondí…. “Regrese a Colón y encárguese otra vez y Ramos, que se quede en Santiago y controle la situación... etc., etc.”.

El Mayor Ramos dio instrucciones que de una vez su carro me llevara hacia Colón y llegué a Sabanita a eso de las dos de la madrugada, donde me esperaba el Capitán Armando Contreras, excelente oficial, quien era el segundo jefe de la provincia como mi ejecutivo.

Total que Torrijos no necesitó los B/.300 y el cheque se anuló. Debo agregar otras incidencias que se dieron, durante el periodo del Dr. Arias como presidente electo. En ese espacio de tiempo, cinco meses, del 1 de mayo al 1 de octubre, los arnulfistas, obedeciendo al Plan del Dr. Arias, desataron una campaña de conquistar oficiales; es decir, penetrar la institución o romper la unidad monolítica o Espíritu de Cuerpo de la GN. Nosotros los seguidores de Omar y Boris nos habíamos percatado de ello, realizamos cinco reuniones en el cuartel de Tocumen, el Capitán Federico Boyd era el Jefe del cuartel de Tocumen. Las dos primeras reuniones para evaluar la situación fueron concurridas por los jefes de cuarteles y zonas. Yo viajaba desde Colón para ello. La tercera reunión, el quorum bajó; en la cuarta reunión, ya no había quorum y en la quinta solo asistimos seis de un total de 24 al inicio. Por supuesto, aunque no todos, algunos “soplaban” no solo al Comandante Vallarino, Pinilla, Urrutia, etc, etc.... sino que también al Dr. Arias, Nicosia, Zurita, etc., etc. Así que los últimos seis, donde quedaba también Torrijos, quedamos aislados, o entre la espada y la pared.

Una noche de esas estábamos reunidos, ya la conquista de oficiales por los arnulfistas era evidente, y nos llamó el Comandante Urrutia para decir que la comandancia estaba enterada de todos nuestros pasos, y que él quería conversar con nosotros personalmente y llegó media hora después, muy sereno aunque tenso y solo… Nos dijo, más o menos, esto: “Como su Jefe y amigo, he venido a recomendarles que suspendan lo que están haciendo, ya el Dr. Arias está enterado y les pide que desistan y acepten los cambios; de no hacerlo, él tiene la promesa del ejército norteamericano y el General Johnson, de intervenir, de ser necesario, en su apoyo como presidente constitucional”.

Nosotros decidimos no polemizar con el comandante Urrutia, le agradecimos y se retiró, ahora sí preocupado. Solo estuvo allí quizás 30 minutos. Pero sí quedó en evidencia que el comandante Urrutia ya había sido conquistado por el Dr. Arias, cosa que se confirmó cuando emergió como en nuevo Comandante de la GN durante la ceremonia de relevo. Ya consumado el derrocamiento del Dr. Arias y asilado en la ex Zona del Canal con su gabinete, esposa y seguidores, entre estos oficiales de la GN que ya estaban con él de frente, el General Johnson, Jefe del Comando Sur, nos invitó a conversar una noche en Quarry Heights, para decirnos con buenos términos, que era preferible que el Dr. Arias recuperara la Presidencia y evitar una alteración del orden público y disturbios populares, porque de ser así, tenía órdenes del Pentágono de intervenir y restaurar el orden constitucional.

Estábamos allí, bajo un cielo claro y tenues brisas, Torrijos, Silvera, Sanjur, Bernal y el suscrito. Torrijos le respondió al General Johnson, y su staff de oficiales: “General Johnson, cumpla con su deber, nosotros cumpliremos con el nuestro”. Torrijos y todos nosotros desde la posición de firmes, dimos un saludo militar, el General Johnson respondió el saludo, igual su grupo. Una especie de solemnidad y silencio de repente nos envolvió a todos y nos retiramos.

Semblanzas y personalidades de Omar Torrijos y Boris Martínez

Si los lectores me preguntaran hoy: ¿Boris Martínez hubiese sido más conveniente frente al proceso del 11 de octubre que Omar Torrijos? Mi respuesta sería, 51 años luego, que aunque Boris Martínez exhibía un perfil militar más depurado, castrense, índice académico sobresaliente, no hubiese tenido el éxito integrado que logró Omar Torrijos. Imagino que la empresa privada panameña siempre se comportaría frente a Boris muy cautelosa y aprehensiva. También pienso que a Martínez hubiese tenido que salvar muchos obstáculos en el frente norteamericano, sobre todo en el Departamento de Estado.

Doy un ejemplo práctico: La personalidad de Omar sedujo a notables figuras norteamericanas como Carter, el General Wesmoreland, Rockefeller, Edward Kennedy, el célebre actor John Wayne, más por su sencillez, vida austera y trato amable, la que trasmitía un hombre sano y sincero conductor del pueblo y la causa del Canal. Boris Martínez no tenía ese don, aunque era un hombre, aún brillante, era un robot. Sus subalternos inmediatos le respetaban y obedecían, pero más bien le temían. Sobre todo, el manejo de la política internacional, tenía cierta magia en la estrategia diplomática, “fue en este campo un verdadero campeón natural” que caracterizó la personalidad de Omar Torrijos. El don de mando del General Torrijos siempre lo aplicó con aderezos persuasivos, convincente, una personalidad simpática y agradable. El Coronel Boris Martínez, un oficial extraordinariamente sobresaliente, era muy duro y exigente, de lenguaje corporal que intimidaba... sabía que era bueno y por ello soplado y ensimismado, algo ególatra y carismático. Yo imagino que Boris Martínez no hubiese recibido la benevolencia y aceptación de Washington, ni del Grupo Carter, como sí fue acogido Torrijos, porque no era humilde. Torrijos, demasiado sencillo y humilde, no se sentía cómodo ante auditorios de alto nivel social o perfil diplomático, pero se desempeñaba y cumplía con éxitos. Sin embargo, era como pez en el agua y ameno cuando alternaba con los humildes, campesinos, obreros o pueblo raso. No poseía un verbo fluido, por eso desarrolló buena capacidad de síntesis. Martínez, mejor verbo. Ya en la medida que progresábamos con el gobierno cívico/militar, Boris le disputaba el liderazgo en el Estado Mayor y decisiones políticas a Torrijos. Lo que estimulaba más este efecto nocivo de rivalidad era mas bien la actitud de los subalternos aduladores, los que tienden a buscar al jefe que aparenta más fuerza e influencia, como parte de la conducta humana o debilidades de los hombres mediocres, porque en la GN, hay que reconocer, también había oficiales mediocres.

Para la Invasión a Normandía el 6 de junio de 1944, de las fuerzas aliadas integrada por los Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia, Italia, etc. A la hora de decidir por el Comandante del Estado Mayor Conjunto y Jefe de la Invasión, los Generales lógicos y más sobresalientes para dirigir esta operación contra los alemanes eran MacArthur, Pathon, el inglés Montgomery, inclusive los dos primeros fueron mejores alumnos que Eisenhower en la West Point... pero el General para la Misión resultó Eisenhower, por su perfil político. Claro, un tremendo militar, pero además encontraron en el más proclive al estadista subordinado a Washington, Patton sumamente agresivo y difícil de controlar. MacArthur, demasiada ventaja, era un oficial y político inmenso, un semidiós para el pueblo norteamericano, despertaba celos y temores en la casta de aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos, muy temido en Washington. Proporciones guardadas, Boris Martínez equivaldría al General George Patton. Omar Torrijos, al estadista, equivaldría al General Dwight Eisenhower.

Consideraciones finales sobre lo que significó el 11 de octubre de 1968

Es muy cierto que la causa concadenante que derivó en aquel golpe del 11 de octubre, se originó más bien por la supervivencia personal y profesional de la oficialidad de la Guardia Nacional de entonces, ante la clara amenaza del presidente Arnulfo Arias; sin embargo, y es donde se empina y tridimensiona el Genio que llevaba dentro el Comandante Omar Torrijos, cuando realiza cuanto era su valor coyuntural e histórico en la vida nacional; es decir, los activos nacionales políticos, fuerza de las armas, recursos nacionales y capital, liderazgo, que en el coincidían, y en vez de tomar el camino común en América del enriquecimiento personal familiares y amigos incondicionales, todo lo volcó y canalizó a favor de la causa nacionalista en el perfeccionamiento de nuestra independencia, soberanía y nacionalización del Canal; desarrollo humano y bienestar social de su pueblo y su imagen indudable de un verdadero estadista, en mi concepto, junto al expresidente Don Roberto Chiari, Omar Torrijos, nuestros dos últimos próceres.

PD: Es difícil comprender, después de haber salvado los obstáculos que costaron inmolación de juventudes, sangre, luto, lágrimas, nostalgias de dictadura despiadada e invasión de tropas norteamericanas durante un siglo para alcanzar nuestra independencia y soberanía, que la república hoy, en vez de dar el salto hacia las reivindicaciones de justicia social y bienestar humano de nuestro pueblo, iniciando con permitirnos al Soberano un Nuevo Contrato Social o Constitución, sorprendentemente tiende a la aberración o retorno a las injusticias sociales que predominaban cuando emergió el golpe de Estado del 11 de octubre de 1968.

Los desajustes sociales, robos impunes de millones de balboas o dólares que involucran a expresidentes recientes, la permanencia en el país y cogobierno con Odebrecht, falta de agua porque la que queda es para cruzar barcos por el Canal, atención a la salud cada vez más precaria, la importación de los alimentos básicos más caros, podrían estimular cambios drásticos o súbitos en la conducción política de la república, por cualquier vía, color y consignas, me estoy refiriendo a un golpe de Estado no por la vía de las armas ni cuarteles, sino por la vía de las urnas y dirigentes exaltados mesiánicos. Estos modelos de gobiernos, ya varios en América, son los perpetuos o perdurables, pues cuando llegan es para quedarse inclusive asociados con fuerzas populares y las Fuerzas Armadas. ¡Después que nadie llore!

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