Cuartelazo del 68 apoyado por EU

Un día, durante las elecciones de 1968, el gobierno maniobró sus recursos para estorbar que los panameñistas del interior, alcanzaran a ...

Un día, durante las elecciones de 1968, el gobierno maniobró sus recursos para estorbar que los panameñistas del interior, alcanzaran a trasladarse para las concentraciones de Arnulfo Arias en Panamá. Alvin Weeden lo recuerda muy bien. Para esas elecciones él apoyó a los panameñistas y vio de cerca el ardid que se debió armar, para contrarrestar la soterrada maniobra contra los simpatizantes de Arnulfo Arias.

Ante el truco --el día de la votación-- Arnulfo esparció una consigna para sus simpatizantes: ¡Disfrácense de liberales, para que puedan cruzar el cerco de la policía, y cuando lo logren, ya serán nuevamente panameñistas en la capital, apoyando a su Partido! Con mañas como esta, debió sortear el Partido Panameñista, el fraude que se urdía contra Arnulfo … una vez más. Pero en ese momento, no imaginaban que las habilidades del pillaje liberal, cedería espacio a las ímprobas maniobras de los cuarteles, que terminarían arrancando el triunfo a Arias. Y así fue.

No es que los panameñistas fueran ajenos a la amenaza cuartelaria. Weeden recuerda que los panameñistas ‘pedían a Arnulfo que les dieran armas porque los rumores decían que los militares estaban preparando un golpe’. Weeden recuerda más: ‘Mi hermano me contó de una reunión que tuvieron en la Presidencia y que Luis Felipe Clement, él, Carlos Raúl Piad y otros arnulfistas; ellos fueron a ver a Arnulfo para decirle eso, pero Nicosia dijo que no que todo lo tenían controlado’.

Juan Chevalier fue viceministro de Salud, durante el recién estrenado gobierno de Arnulfo Arias en 1968. Supo del golpe mientras festejaba en la casa del ‘Fulo Espino’, (quien vivía en la entrada de Carrasquilla). Allí los panameñistas y simpatizantes celebraban una pequeña fiesta, porque ‘Fulo’ había sido recién nombrado Contralor. ‘Alguien llegó y nos informó del golpe’, recordó. El Presidente Arias estuvo allí, pero luego se marchó al cine. Enrique Zarak Linares (sobrino de Ana Matilde Linares de Arias) también recuerda esos días. Arnulfo se fue para el Teatro Lux y ‘allí por radio, le avisaron a los guardaespaldas que se estaba gestando eso; entonces uno de ellos lo sacó del cine’, revela. De allí emprendieron la ruta hacia la casa de la familia Linares en calle 33, por la Avenida Balboa; rápidamente juntó unos documentos y reanudó su camino para la Presidencia. Pero al aproximarse a unas dos cuadras del Palacio (cerca de donde, dicho sea de paso, estuvo el Templo de Acción Comunal) una persona del pueblo que lo reconoció, le previno: ‘Presidente no siga porque ya la Presidencia ha sido tomada.’

Arnulfo optó entonces por re direccionarse hacia los predios del Cuartel Central, casi contorneándolo, pero ya estaba sitiado por los golpistas; de allí, entonces, continuó recto hacia la Zona del Canal.

Juan Chevalier estaba con Montana Weeden (hermano de Alvin) y Luis Felipe Clement, intentando saber qué acontecía. Alguien les confió que, Arnulfo Arias permanecía en la Zona y se dirigieron allá. Por entonces, Montana Weeden trabajaba en Sea Land, una compañía de transporte marítimo, con oficinas en la Zona del Canal. Desde allí llamaron por teléfono a la Presidencia; al primero timbrado del otro lado de la línea se escuchó la voz el mayor Bolívar Rodríguez, a quien preguntaron: ‘Oye ¿Cómo está esa vaina allá en la Presidencia?’, preguntó Montana; ‘Esta vaina aquí se acabó; yo estoy en mi oficina, pero estoy detenido, así es que ni se aparezcan’, cortó. Colgaron.

Mientras todo eso ocurría, Enrique Zarak Linares recuerda que la escolta que custodiaba la casa donde vivía Arnulfo, (es la casa de los Linares en Avenida Balboa) fue llamada desde el Hospital Santo Tomás. Ellos se marcharon. Y media hora más tarde, sembrando el terror, ‘llegaron dos camiones diez ruedas con, alrededor de unos sesenta hombres, y empezaron a disparar a la casa por espacio de una hora.’ Aún hoy se desconoce qué había en la mente de los soldados que, a juzgar por la potente descarga de balas que rociaron sobre el inmueble, habrán imaginado que enfrentarían a unos enemigos peligrosos. La realidad es que ellos disparaban contra niños y mujeres, principalmente. Una de esas mujeres ya alcanzaba los 96 años de edad. Hacia el final de la refriega, los varones que habitaban la casa, fueron detenidos; más tarde, las mujeres cruzaron hacia la propiedad de los vecinos, pero los soldados que vigilaban, no lo habían notado. Cuando lo advirtieron, ya el daño estaba hecho: a los combatientes uniformados no les pareció gracioso que una abuela de casi cien años de edad, hubiera burlado su férrea vigilancia. Mientras proferían improperios con lenguaje procaz y destemplado, en señal de disgusto, por la fuga nonagenaria, Arnulfo Arias ya estaba en la Zona del Canal, donde comenzaba a preparar su plan de resistencia contra dos ejércitos: el panameño alzado en dictadura, y el de la nación más poderosa del mundo, EU, que terminó apoyando al primero.

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