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- 14/08/2011 02:00
- 14/08/2011 02:00
Caleb fue uno de los 20 bebés que nacieron muertos en el Hospital de Changuinola después del informe de muertes perinatales, enviado el 11 de febrero a Javier Díaz, director ejecutivo nacional de la CSS.
REMEMORANDO...
El viernes 8 de julio llovía sobre El Silencio, pequeño poblado a 30 minutos de Changuinola. Maritza Palacios, una profesora de 41 años de la etnia wouni, extrañaba las pataditas de Caleb, su bebé, que desde el día anterior no se movía. Tuvo un mal presentimiento y le dijo a Francisco, su esposo, que la llevara al Hospital Regional. Los médicos empezaron a inducir el parto. Solo hasta el sábado en la mañana le hicieron un ultrasonido y se dieron cuenta de que el corazón del bebé no latía, pero siguieron induciéndola para que pariera. Domingo, lunes en la tarde, Francisco se preocupó y le exigió a los doctores que intervinieran antes de que a ella también se la llevara la muerte. Por fin, el martes le hicieron la cesárea. Caleb nació muerto. El diagnóstico: insuficiencia placentaria. —Pero ¿por qué doctor? Si yo todos los meses asistí a control y en el último, el 20 de junio, me dijeron que todo estaba bien. Si el médico me dice eso yo le creo—, inquirió la madre sorprendida ante la trágica noticia. —Usted tenía que hacer controles cada quince días señora—, la regañó el doctor Gabarra. —¿Y por qué no me lo dijeron antes?, se preguntó Maritza con impotencia y tristeza. Entonces dio media vuelta en la camilla y la espalda al doctor. No quería hablar más del tema. —Ya para qué, dice sentada en una mesa mientras rememora su corta experiencia materna y cuenta: ‘desde que empezó mi embarazo los médicos fueron negligentes. Tenía dos meses y todos los exámenes cuando fui a la primera cita. El doctor me dijo —es un embarazo psicológico—’. Asombrada, Maritza fue al hospital de David. Allá confirmaron su sospecha: estaba embarazada. ‘Me apuraron para los controles, que fueron en Changuinola. Mes a mes asistí, siempre con distintos doctores, de repente me mandaban con uno, después con otro y nadie me dijo que por mi edad debía ir cada 15 días. Todos decían: —está bien, está bien—, pero mentira ¡Nada estaba bien! Un médico me dijo que tenía 34 semanas y el otro me habló de 38. No pueden equivocarse tanto ¿Acaso no saben lo que hacen?’ .