La CIA: el péndulo del poder

Actualizado
  • 29/03/2011 02:00
Creado
  • 29/03/2011 02:00
H ace medio siglo, cualquier iniciativa de poder en Panamá, pasaba por el tamiz de la CIA. Las páginas del libro de Sanjur, permiten at...

H ace medio siglo, cualquier iniciativa de poder en Panamá, pasaba por el tamiz de la CIA. Las páginas del libro de Sanjur, permiten atisbar esa conclusión.

Sus afirmaciones usan como estribo, el testimonio de Jorge ‘Rudy’ Vallarino, a quien Sanjur entrecomilla como el ‘golden boy’ de la CIA en el Panamá. ‘Rudy’, quien fungió en el Departamento Nacional de Investigaciones (DENI), fue el autor de un libro inédito, que tituló: ‘Estampas de la época’. Sanjur lamenta que esas memorias nunca vieron la luz en Panamá, pero dice conservar una copia de ellas. Allí se registran algunos de los más asombrosos secretos de la CIA en Panamá. Según el autor de ‘Panamá, veinte años después’, Rudy no fue cualquier agente de la CIA; era ‘su mayor agente en Panamá’. Tras el golpe, él fue reemplazado, nada menos que por Manuel Noriega, como el número uno de esa agencia en Panamá, y así lo reseña el propio Sanjur. Todo lo antedicho, abre una trocha para preguntar: ¿Qué es lo que hacía, la CIA, en Panamá? Sanjur refiere su versión de la historia.

Comienza por revivir cómo se le aproximó esa agencia y se auxilia con un relato que le fuera confiado por ‘Rudy’ Vallarino. Fue una tarde de septiembre de 1964, cuando ‘un grupo de hombres de la C.I.A.’ se reunió en Balboa, Zona del Canal, para emprender ‘una evaluación de la oficialidad de la Guardia Nacional de Panamá’. Prosigue diciendo que algunos de éstos hombres viajaron desde el Norte para hacer un trabajo que --en la jerga castrense-- se denomina ‘Orden de Batalla’. Esto es, información pormenorizada de cada oficial de una fuerza amiga o enemiga para trazar los planes de acercamiento amistoso, de aliado, o de enemigo. Cuenta que Rudy acató las órdenes de ‘acercarse al capitán Sanjur, quien era comandante del Destacamento de Panamá Viejo’. Rudy tenía como misión, ‘‘cultivar su amistad’ como un posible futuro comandante de la Guardia Nacional’. Sin saberlo, muy pronto Sanjur fue ‘enviado’ a cursos en la Escuela de las Américas para irlo preparando como una suerte de ‘golden boy’ de los gringos. Y es así como Sanjur --ajeno hasta entonces de los planes-- quedó identificado como ‘El Estudiante’.

La CIA pululaba por doquier. ‘La agencia había establecido desde principios de los años sesenta, con Arthur Kamm, un programa de ‘Acción Cívica’ para la Guardia Nacional, de ayuda a las comunidades pobres y necesitadas del país’, explicó Sanjur. El programa se imponía como objetivo mejorar la imagen de la Guardia. También se logró que el Ejército de los EU donara equipo y maquinarias para ejecutar labores de acción cívica, abriendo carreteras y otras obras. El plan –vigorizado por una agresiva propaganda-- fue abonando a la popularidad de la Guardia. Pero tales actividades eran receladas por ciertos políticos que las percibían como intromisión de la Fuerza Pública en terreno que debiera estar vedado para ella. Por otro lado --opina Sanjur-- la situación sembraba un antagonismo entre la C.I.A. y el 470 de Inteligencia del Ejército de EU. Son las dos más grandes e importantes instancias de Inteligencia EU en Panamá. Ellos se disputaban los mejores contactos con la Guardia.

Como se ve entonces, la CIA y sus satélites no eran los únicos ojos y oídos del Tio Sam en Panamá. Estaba también la 470 Militar del Ejército de EU. Ya hace varios años, un reportaje del afamado periodista Seymour Hersh para la revista Life, radiografió la presencia de ambas ramas en Panamá. Sanjur se muestra crítico respecto a esa publicación de Life. Por aquella calenda él endosó una carta de réplica, que nunca le fue publicada, según recrimina. Pero en un punto si son coincidentes: parece cierto que emergía una enconada rivalidad entre ambas agencias en Panamá. Sanjur lo dice en esta forma: ‘Por otro lado, en opinión del autor, la situación estaba produciendo una rivalidad malsana entre la C.I.A. y el 470 de Inteligencia del Ejército de los EU, que se disputaban la ‘carrera de influencia’ a ver quién podía tener los mejores contactos o la mejor amistad con la Guardia, para mantener así ‘el control de esas relaciones’ con la Fuerza Pública’. Se alcanzó el extremo, incluso, de las descalificaciones personales. Un agente de apellido Espinoza, de la 470, llegó a deplorar que la CIA estaba ‘llena de maricas’.

Visto este ambiente de antagonismo, a Sanjur no le resultaría extraño tampoco, un acercamiento hacia él a partir de esta otra agencia, rival de la CIA. Y así le ocurrió en 1969, cuando Espinoza, le repuso: ‘Amado, […] Qué opinas de la salida de Boris Martínez? […] es que el general Torrijos opina que Boris debe irse. Ha implantado un régimen de terror, todo el mundo se queja, la tensión ha aumentado con las últimas declaraciones’.

Comenzaba así la cuenta regresiva hacia el final de una carrera. La del primer dictador que gobernó Panamá, desde de 1968.

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