Este evento que se vio fundamentalmente desde América, empezó sobre la medianoche de este viernes 14 de marzo y llegó a su máximo sobre las 3 de la mañana,...
- 11/05/2009 02:00
- 11/05/2009 02:00
PANAMÁ. Dicen que en pueblo chico, el infierno es grande. Darién, donde hay actualmente unos 45,325 habitantes, reúne comunidades apartadas que no escapan de ello.
Es la región del país que se destaca de otras provincias por su gran extensión territorial y su rica flora y fauna. Pero así mismo también por ser una de las más pobres y abandonadas.
Allí duermen y despiertan, ríen y lloran, esperan y mueren, una amalgama de rostros que guardan historias nunca antes contadas, hasta más allá de la falta de agua potable, la principal necesidad de quienes habitan en estos lugares.
Comunidades como Punta Alegre tienen un siglo de no tener agua, ni para beber. El líquido que sacan de los pozos está sucio, lleno de microbios felices.
Las enfermedades estomacales, fiebres y de cualquier tipo hacen de los niños y adultos mayores sus reinos preferidos.
Y como el infierno es grande, la falta de luz eléctrica lo hace más oscuro.
Tampoco hay oportunidades de empleo. A ello se le unen las deficiencias de los servicios de salud y educación, problemas que han cercado de generación en generación a los darienitas, igual que la falta de una carretera que impulse el desarrollo y la producción. Aún así, las caras de Darién hablan del deporte, de esperanza, fe y la voluntad de seguir adelante.