Distancia social o espacio vital

Actualizado
  • 09/04/2020 00:00
Creado
  • 09/04/2020 00:00
La pandemia por Covid-19 ha generado cambios conductuales en la población mundial a la fuerza, sin embargo, parece que los ciudadanos no quieren cambiar su comportamiento ante el estado de emergencia.

La pandemia por Covid-19 ha generado cambios conductuales en la población mundial a la fuerza, sin embargo, parece que los ciudadanos no quieren cambiar su comportamiento ante el estado de emergencia. No todos parecen acatar las recomendaciones de prevención al contagio, por el contrario, las redes sociales están llenas de resistencia al cambio, egos inflados, intolerancia, escepticismo y, en algunos casos, hasta violencia.

No se trata de juzgar o justificar las conductas, se trata de aportar de qué manera se puede lograr el objetivo de preservar la vida.

En esta situación no hay buenos ni malos, es un escenario sin precedentes que involucra a la población mundial sin importar raza, sexo o posición económica; el Covid-19 se transmite de persona a persona, y aún no tenemos una vacuna. Mientras los especialistas logran una cura, nuestra tarea es promover conductas en las personas que fortalezcan la probabilidad de sobrevivencia. Una de las acciones más importantes para prevenir el contagio se ha denominado “distancia social”, que es entendida como el espacio que debe haber entre las personas para prevenir el posible contagio de Covid-19. Este concepto no es nuevo, pero al parecer ha generado interpretaciones erradas.

Edward Hall (1981,1998) realizó estudios sobre los espacios interpersonales y esgrimió el concepto de “proxémica” para describir la distancia física que rodea a una persona, lo que ha permitido investigaciones más detalladas sobre el hombre y su relación con los espacios, las personas y cómo ello afecta el ambiente. En este sentido, cabe especificar las tres clases de espacio que consideró para su estudio: espacio fijo (estructuras arquitectónicas o fronteras); espacio semifijo, espacio alrededor del cuerpo (que varía entre las culturas) en el que una persona se siente cómoda y a salvo; y espacio social, referido a la distancia social entre las personas, expresada por la distancia física alrededor de alguien y que subdividió en cuatro categorías del espacio personal: distancia íntima: 15 a 45 centímetros (las personas a esta distancia están emocionalmente involucradas, donde la comunicación se puede dar por contacto físico miradas y susurros); distancia personal: 46 a 120 centímetros (las personas a esta distancia son conocidos, compañeros de trabajo, relaciones amistosas); distancia social: 121 a 360 centímetros (las personas a esta distancia son extraños); distancia pública: 361 y más centímetros (distancia para dirigirse a un grupo de personas no conocidas, discurso, o conferencia).

Es claro que se está solicitando una distancia física de más de 120 centímetros alrededor de uno, como si estuviéramos rodeados de extraños, a decir de Hall, sin embargo, en América Latina los factores culturales nos limitan ante esta situación ya que el espacio social se ve minimizado en todas las categorías.

Es posible que se obtenga un mejor resultado sobre las conductas de prevención, si utilizamos el término “espacio vital”, acuñado por el psicólogo alemán Kurt Lewin (1964) como parte de su teoría de campo. El concepto se refiere a todo lo que puede afectar al individuo en su ambiente y que está definido subjetivamente por cada persona, es decir, el campo físico que le rodea.

Quizás quede más claro para los ciudadanos que mantener una distancia más allá de lo que abarcan los brazos extendidos, es el espacio vital, es decir, el espacio mínimo para mantenerse a salvo del Covid-19, y que manteniendo ese espacio será más probable prevenir el contagio.

Psicóloga
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