La República de las Islas Marshall ha creado su primer santuario marino para proteger dos ecosistemas vírgenes alrededor de los atolones Bikar y Bokak,...
- 19/05/2013 02:00
- 19/05/2013 02:00
Una de esas mañanas en las que salía a buscar la carga desde su casa en Sajalices hasta Chame, a una hora y media de distancia, Nereida se encontró un gran portón de hierro cerrada con un candado que le impedía el acceso a Puerto Camarón. De eso hace ya quince años, y nunca nadie protestó. Todavía tenían dos puertos que históricamente se habían empleado para descargar. Pero el año pasado una cerca de alambre hizo que Puerto Guásimo dejara de funcionar como tal. Igual que con el anterior, los nuevos inquilinos de la propiedad privada que limitaba con él, la habían cercado. El último de ellos, Puerto Piedra, también se cerró, y nadie lo reclamó ni pidió que se reabriera.
La comunidad de Sajalices pedía permiso a los dueños, y estos les dejaban pasar, pero si no había nadie en la propiedad, o si un día se hacía tarde, se quedaban sin descargar. ‘Antes estábamos separados, nadie conocía nuestros derechos, pero somos usuarios del manglar y tienen que respetar 50 metros de servidumbre para que podamos pasar libremente; nos dimos cuenta de eso, de que teníamos derecho y empezamos a averiguar’, explica Nereida Acosta, presidenta de la asociación de Defensores Unidos de los Manglares.
Nereida y los comuneros no querían ‘ningún conflicto’ con los propietarios; ‘sólo queríamos ver cuáles son sus derechos y cuáles los nuestros’.
Hoy en día, ‘los dueños comprendieron nuestro problema, y aceptaron quitar el alambre en el manglar y ahora podemos volver a cargar ahí’. Sajalices se ha convertido en un ejemplo de conciliación vecinal de acceso a las playas.