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- 16/03/2018 13:18
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El 16 de marzo de 1988 el coronel Leonidas Macías, junto a un grupo de oficiales, se aventuraron a lo impensable: desafiar el poder de Manuel Antonio Noriega, quien supo hacerse de una posición privilegiada para el control de la vida sociopolítica panameña en el momento.
Quien fuera Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa y protagonista de la dictadura militar panameña logró frustrar un intento de golpe de Estado que sería, el presagio de un trágico final para una época que terminó marcada por el escándalo propio de los regímenes autoritarios.
El golpe militar contra Noriega, protagonizado por oficiales dirigidos por el coronel Macías, comandante de la Policía Antidisturbios, no logró trascender tras la acción de Moisés Giroldi, al mando de la Compañía Urracá.
Abortado el golpe el 17 de marzo hubo revueltas marcadas por el descontento social. A raíz de la violencia desatada por la represión militar hubo heridos en la ciudad. En este escenario el Gobierno estadounidense intentó negociar sin éxito la salida de Noriega.
Para el historiador César del Vasto, en aquel entonces Panamá se encontraba sometida a una agresión por parte de los Estados Unidos producto de la intención de librarse de Noriega, una pieza que, según su versión, representaba un problema al oponerse a involucrarse en el conflicto regional protagonizado por quienes querían derrocar a los sandinistas en Nicaragua y frenar la guerrilla en El Salvador.
El ensayista e investigador señala que el golpe fallido de 1988 ocurre en un contexto convulsionado, en el que los objetivos de Estados Unidos se reducían a destruir las fuerzas de defensa y a Noriega,quien "ya no respondía incondicionalmente a los intereses de Washington", llevando al país a una situación de "shock".
Contra todos los pronósticos, la intentona de golpe militar del 16 de marzo no logró trascender. "Dentro de las Fuerzas Armadas había bastante politización", explicó el estudioso, añadiendo que durante la planificación mucha información llegó a filtrarse y, al cabo de unas dos horas, la operación fue frustrada.
"Se crearon puentes rápidamente para que ese golpe abortara (...) lo dejaron correr las primeras dos horas y rápidamente desarticularon ese golpe; no salió de los cuarteles, no salió de las calles", indicó.
Años más tarde, un 3 de octubre de 1989, el mismo Giroldi dirigiría un segundo golpe fallido contra Noriega en el que, a pesar de contar con mayor planificación y ser coordinado por la Brigada de Inteligencia del Comando Sur, resultaría muerto.