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- 24/07/2012 02:00
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Escándalos, denuncias y nuevas corrientes ideológicas a nivel global. En la cruzada por sumar seguidores y salvar almas, el conteo mundial de fieles en los últimos años hizo que el Vaticano remojara en un trago su “manzana de Adán” y se persignara.
En marzo de 2009 el Vaticano confirmó un fenómeno preocupante. El papa Benedicto XVI fue informado por los encargados del Anuario Pontificio de que algo pasa con la fe en América.
El Anuario Pontificio es un estudio que certifica anualmente la situación del catolicismo en el mundo tomando como base los bautizos de años anteriores; sin defunciones, ni desertores.
Si bien, a nivel mundial la feligresía acapara el 17.5% de la población mundial, en 2006 la cantidad de bautizados era de mil 131 millones y aumentó en 2007 a mil 147 millones, lo que significa que fueron 16 millones de bautizados nuevos. En tanto, América cayó 0.1%.
La pérdida de feligreses ya era conocida por el mismo Vaticano. No en vano el Papa Benedicto XVI pisó suelo americano ese mismo 2007, al visitar Brasil, el país con más fieles católicos en el mundo, que evidenciaba la reducción de creyentes desde años antes.
La estrategia al parecer funcionó. El número de católicos volvería a aumentar en 2008 (0,44%), y en ese año el Papa visitó a Estados Unidos. No obstante, entre 2009 a 2010 el número de fieles en América se volvería a tambalear. El descenso se marcó en Suramérica, aunque los clérigos hicieron campaña de que en América está la mitad de los católicos del mundo.
Durante marzo de este 2012 el Papa regresó a América, esta vez a dos naciones de habla hispana. Primero a México, el país hispano con más católicos, donde se legalizó el aborto en 2007 y el matrimonio de igual sexo en 2009, y donde el narcotráfico mantiene el terror.
Luego fue a Cuba, nación hispana con menos católicos.
Allí el aborto es libre desde 1965 y es parte de los métodos de anticonceptivos. Además, es fácil el divorcio. El Vaticano tiene pendiente las cifras reales de 2011 y el presente 2012.
En el centro, próxima al balcón, una mesita con mantel blanco e imágenes de papel de la Virgen María, el Divino Niño y de Don Bosco. Velas encendidas, un Cristo en su cruz. Todo rodea el retrato enmarcado del finado sobre el que enredaron un Rosario.
Doña Rita sale a recibir quebrada en lágrimas en rápido abrazo: “¡Sí, se me fue hombe!” Casi no se le escucha lo que dice por el ruido y la música de cantina que penetra imprudente. Se refiere a su esposo de toda la vida, muerto de un infarto una mañana de jueves de finales de mayo pasado. “Los rezos serán mañana...” Como Rita, la mayoría de panameños cree en la voluntad del Señor y se identifican como católicos.
Panamá no escapa a los altibajos de las religiones y menos a la batalla por ganar feligreses. En abril pasado, una encuesta elaborada por la firma Cid Gallup para el diario El Siglo encontró que el 77% de los entrevistados se identificó como católico, mientras que un 17% evangélicos, es decir, 2.7 millones de panameños profesan el catolicismo y 613 mil el cristianismo evangélico.
Lo más interesante es que el estudio también indicó que la Iglesia Católica pierde fieles en la misma medida que la Evangélica suma miembros, pues el 81% de los consultados había dicho que nació y fue bautizado católico.
Hay que sumar a poco más de 300 mil personas (de los 3,6 millones de nuestra población) que, o no pertenecen a ninguna religión, o profesan creencias como la adventista, Testigos de Jehová, mormones, judía, musulmana, budismo...
Menos católicos, más evangélicos, igual, la fe de la población en general parece a medias ¿por qué? ¿Serán los escándalos sexuales que involucran a sacerdotes los que reducen el catolicismo? ¿Será el celibato una de las causas? Para el investigador científico, Xavier Sáez-Llorens, no necesariamente. “El abuso sexual es una enfermedad mental”. Aún así, el celibato es una condición biológicamente antinatural y que debe ser abolido, subraya. “No creo que todos los sacerdotes lo cumplen, pero no hay estadísticas al respecto. Tampoco hay evidencia de que ser célibe te hace más propenso a cometer abusos sexuales”.
Sáez-Llorens considera que la fe debe ser íntima y gratuita. “La donación a la iglesia a través de diezmo u ofrenda no debe ser obligatoria”. En sus escritos ha cuestionado la transparencia tanto de las iglesias católicas como cristianas protestantes porque nadie audita cuánto se recoge de los fieles en cada misa, en cada culto religioso. “Ha habido una cantidad numerosa de líderes religiosos que han amasado fortuna mediante estos aportes, particularmente en corrientes evangélicas”.
Según el filósofo y periodista, católico, Jorge De Las Casas, el dar diezmo u ofrendar debe ser voluntario. En el Antiguo Testamento se abriga este principio que no es más que dar a Dios el 10% de lo que se gana en la Tierra. En los tiempos antiguos, lo que se obtenía de la agricultura, la cría de animales.
De Las Casas señala que el patriarca Jacob es un buen ejemplo, pues voluntariamente le ofreció al Señor dar el diezmo. Dios lo bendijo y Jacob fue en su momento uno de los hombres más ricos del planeta.
Sin embargo, el filósofo panameño sostiene que en la actualidad hay diferencias entre lo que se da a la Iglesia Católica y la Evangélica mediante diezmo u ofrendas. Ambas tienen que sufragar la obra de evangelizar. De allí que para los pastores es importante el diezmo porque “alguien tiene que pagar su estatus social de líder. No solo eso, el de su familia, sus hijos, escuelas, autos, residencia quizás en un lugar de buen nivel, si viaja o asiste a congresos y seminarios, o a eventos de evangelización. “Alguien tiene que costear estos gastos y los del templo.
Algunos pastores puede que manejen los fondos a través de un Consejo Pastoral, otros ellos mismos, no se puede generalizar en cuanto a que hagan riquezas”. Lo que se hace en la Iglesia Católica es que el sacerdote no se casa, no tiene esposa, precisamente porque así se traslada fácil de un sitio a otro para cumplir su rol y es menos costoso, explica. “Con el dólar que damos en la misa difícilmente se logra pagar los costos de la Iglesia, aun cuando los Estados decidan o no darle subsidios o exoneraciones”.
De Las Casas añade que dar a la Iglesia debe ser un acto de corazón, eso fue lo que elogió Jesús de la viuda pobre que dio dos moneditas en la ofrenda teniendo muchas necesidades. “Dar lo que se pueda y cuando se pueda. Si no hay, pues ni modo, pero si se tiene bonanza, entonces dar algo más en agradecimiento”.