Panamá, el ‘hub' de la esperanza: Francisco

Actualizado
  • 25/01/2019 01:00
Creado
  • 25/01/2019 01:00
El papa pronunció su primer discurso en la Cancillería ante empresarios, políticos y altos funcionarios gubernamentales, a quienes recordó que el servicio público es sinónimo de austeridad y antónimo de corrupción

En el Palacio Bolívar, sede de la Cancillería panameña, el papa Francisco envió un mensaje de esperanza y de conciliación en una tierra de convocatoria y de sueños: Panamá. Fue su primer discurso desde que arribó al Istmo, la tarde de este miércoles.

Su figura congregó a todos por igual. Como pocas veces ocurre, políticos de todas las denominaciones partidarias, cuerpo diplomático acreditado, diputados y sociedad civil coincidieron en el histórico recinto.

Francisco inició citando a Simón Bolívar, quien dijo que ‘si el mundo hubiese de elegir su capital, el istmo de Panamá sería señalado para este augusto sueño', a propósito del Congreso Anfictiónico celebrado en ese mismo sitio.

Un coro de niños de voces angelicales entonaba las melodiosas letras de los coros de la Jornada Mundial de la Juventud. ‘He aquí la sierva del señor....'. Francisco, acompañado del presidente, Juan Carlos Varela, y su esposa, Lorena Castillo, entró al lugar caminando por una alfombra roja, símbolo de visitantes distinguidos.

Lucía un rostro fresco y exponía una dulce sonrisa. ‘Irradia luz', expresó una de las presentes.

No hubo político, diplomático, empresario o alto funcionario que se resistiera a tomar una foto con su celular para inmortalizar el momento. Testimonio de su presencia, de la selfie con el popular papa, o que pretendiera arroparse de una cuota de su santidad.

Con pasos lentos, el papa caminó hacia un escenario donde el verde de la naturaleza, la efigie de Simón Bolívar y las banderas del Vaticano y de Panamá, daban un toque especial. Un momento histórico en el Palacio Simón Bolívar.

Varela inició el acto y recordó las palabras del papa Francisco en la Cumbre de las Américas (2015), que giró en torno al puente que representa el país entre el Norte y Sur de América. Destacó que el istmo está llamado a promover la paz y el diálogo entre los pueblos.

Desde ese escenario, Francisco invocó las palabras del libertador de América, Simón Bolívar, e indicó que el Istmo no solo será recordado como centro regional o punto estratégico para comercio o tránsito de personas, sino también como un ‘hub de esperanza'. ‘Es un punto de encuentro donde jóvenes provenientes de cinco continentes, cargados de sueños y esperanza, celebrarán, rezarán y revivirán el deseo y compromiso de crear un mundo más humano', dijo.

Recordó que la privilegiada ubicación del istmo lo vuelve un enclave estratégico para el mundo entero. ‘Puente entre dos océanos y tierra natural de encuentros', exclamó, palabras que arrancaron aplausos de los asistentes y provocaron la pausa del orador por breves segundos.

El papa argentino, que durante los próximos cuatro días será de la juventud, dijo que al hospedar los sueños de los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Panamá se vuelve tierra de sueños que desafía tantas certezas de nuestros tiempos y genera horizontes vitales que señalan una nueva esperanza al caminar, con una mirada respetuosa y llena de compasión para otros.

‘Quiero saludar y agradecer a todo el pueblo panameño que, desde Darién hasta Chiriquí y Bocas del Toro, ha realizado un esfuerzo invaluable para acoger a tantos jóvenes provenientes de tantas partes del mundo'. ‘¡Gracias por abrirnos las puertas de la casa!', exclamó.

Pero no se olvidó de los políticos, los conminó a ser austeros y transparentes. ‘Una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de austeridad y justicia y antónimo de cualquier forma de corrupción', dijo. Una nueva oleada de aplausos lo interrumpió nuevamente.

Francisco recordó que cada panameño ocupa un lugar en la construcción del país y está llamado a velar para cumplir esa misión de ‘tierra de convocatoria y de sueños'.

Las últimas palabras del discurso del papa fueron para bendecir al país, llamó a renovar la esperanza y la alegría en el servicio del bien común. ‘Les renuevo mi agradecimiento por todo lo que han hecho para que este encuentro sea posible, ‘que Santa María La Antigua bendiga y proteja a Panamá', bendijo.

Cuando culminó su mensaje, se dispuso a salir del recinto, pero los asistentes se amontonaban para tocarlo, pedirle la bendición o que bendijera los rosarios que le mostraban a manos llenas. Él, con la sencillez de siempre, no podía negarse y como de costumbre, rompió el protocolo y abrazó, saludó y bendijo a quienes durante horas esperaron por un instante así.

Afuera, la multitud lo esperaba bajo un inclemente sol de verano. Niños, jóvenes, mujeres, adultos ansiaban verlo. ¡Aquí está la juventud del papa!', gritaban con fuerza. Una vez más, Francisco acudiría al llamado de las masas, a compartir su cariño. Así se acercó a la multitud y no solo los saludó y los bendijo, sino que cargó niños, regaló besos y se colocó un colorido sombrero de una peregrina.

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