Representantes de las diferentes actividades económicas del país alertaron sobre las consecuencias que se avecinan si los cierres continúan. Hicieron un...
- 21/08/2022 00:00

El objetivo del presente artículo es comentar algunos conceptos recientemente expuestos por el Profesor Guillermo O. Chapman Fábrega, los cuales, a nuestro juicio, tienen una base conceptual deficiente, una utilización contradictoria, así como una falta de correspondencia con la realidad. Dada la confusión que esta situación puede introducir en el necesario debate nacional, es útil someter a crítica la visión del Profesor Chapman.
En el caso de los economistas los modelos son, como queda claro en el diccionario de economía del MIT editado por David Pearce, una representación simplificada de la realidad, en la que se debe recoger la esencia estructural y de funcionamiento de la misma. Obviamente esta definición se refiere a lo que podríamos llamar economía positiva. También existe la posibilidad de que el concepto de modelo se refiera a lo que se busca construir, lo que nos colocaría en el plano de la economía normativa, es decir en lo que Carlos Matus llamó acertadamente la imagen objetivo.
Un primer problema con la conceptualización del modelo en el caso del Profesor Chapman es que el mismo lo utiliza en formas que resultan contradictorias. Es así como en un artículo titulado “Cambiar el Modelo”, publicado en La Prensa el 25 de julio de 2022, define modelo de la siguiente forma: “el concepto de las 'reglas de juego' como se denominaban en la literatura económica a mediados del siglo pasado, es lo que se reconoce hoy día como el modelo político económico”. En cambio, en la larga entrevista publicada en La Estrella de Panamá el 7 de agosto de 2022 argumenta que “Los componentes principales de un modelo son quien es el dueño de los medios de producción”.
Ateniéndose a la segunda definición el Profesor Chapman debería explicar cuáles son los cambios de propiedad a que se estaría refiriendo cuando, en el artículo de La Prensa antes citado, afirmó que: “buena parte de las principales causas de la crisis que vive el país son consecuencia del modelo político económico predominante desde hace mucho tiempo”.
La segunda definición de modelo del Profesor Chapman, que, a nuestro juicio, tiene un gran peso ideológico, resulta totalmente inadecuada por varios motivos.
En primer lugar, dentro del mismo modelo general de propiedad pueden existir estructuras económicas, incluyendo las de distribución, significativamente desiguales. Sin ninguna duda el modelo nórdico de economía, en el que la propiedad privada es predominante, es esencialmente diferente al modelo norteamericano. Desde el punto de vista de la participación del Estado en determinar la trayectoria del sistema económico este último es muy diferente al modelo japonés. También lo es, tal como lo ha demostrado Alice H. Amsden, Ha – Joon Chang y Joseph Stiglitz, al modelo en que se desarrollaron los llamados Tigres Asiáticos.
También olvida que el concepto de socialismo se debe manejar con cuidado, ya que el mismo tiene muchas acepciones. Por ejemplo, para Bernie Sanders el mismo se refiere a lo que hemos llamado el modelo nórdico. ¿Es la República Popular China un modelo socialista, un modelo de capitalismo de Estado o una economía en transición?
Lo que no parece entender el Profesor Chapman es que las formas de propiedad solo se pueden entender como hechos estructurados. Joseph E. Stiglitz en un trabajo titulado “Markets, States and Institutions”, realizado para el Roosevelt Institute en el 2017, comenta que “hemos llegado a la apreciación que los mercados son instituciones que deben ser estructuradas”.
En caso de que para un decidido economista neoclásico las ideas de Stiglitz resulten incómodas o dudosas, este se podría referir al pensamiento de los llamados Nuevos Institucionalistas, quienes consideran su teorización como un complemento necesario para la llamada teoría neoclásica. Estos también llaman la atención que las características de la propiedad, como lo son los derechos al disfrute, usufructo y de disposición de algún bien, tienen un contenido y alcance que depende de las instituciones que los estructuran.
El autor que hemos venido analizando al utilizar un discurso totalmente binario, cometió un error, al dejar por fuera el hecho de que un modelo económico en lo concreto solo se expresa, para usar un concepto de Aníbal Pinto Santa Cruz, en un determinado estilo de desarrollo. En este caso se llama la atención sobre la necesidad de precisar la estructura económica de la que se está hablando, de las reglas institucionales, de la lógica de la dinámica de la economía, de las características de la vinculación con el exterior y cómo todo esto da lugar a una estructura de distribución del ingreso. También es fundamental establecer la relación entre el estilo de desarrollo y los impactos sobre el ambiente.
Queda claro, entonces, que el Profesor Chapman cometió un desliz conceptual al pasar de su primera definición de modelo a la segunda. El concepto de estilo de desarrollo también nos permite ubicar otros problemas de su pensamiento.
El autor bajo análisis acierta al señalar que existe un alto grado de concentración en los mercados panameños. Sin embargo, no llama la atención que los mercados globalizados que el país ha tenido que enfrentar dado los procesos de liberalización neoliberal están poblados de poderosos oligopolios, que dominan las cadenas de valor.
Por ejemplo, en el caso de las semillas para la producción agrícola, de acuerdo con información disponible, resulta que tres grandes empresas, Monsanto, Du Pont y Syngenta, controlan el 53.4% del mercado mundial de semillas. La mayor participación en el mercado la tiene Monsanto (26.0%), empresa que en septiembre de 2016 se fusionó con Bayer (séptimo lugar en el mercado de semillas).
Otro ejemplo claro es la comercialización de cereales, donde cuatro agroempresas multinacionales (Archer Dalies Midland, Bunge, Cargil y Louis Dreyfus), conocidas como las ABCD, son las que controlan el 75% del comercio mundial de cereales. Además, los mercados de los bienes alimentarios también están distorsionados por los elevados niveles de subsidios que los llamados países de centro entregan a sus productores.
Un elemento también faltante es el que tiene que ver con los problemas ambientales. Siendo el problema más agudo de toda la humanidad el de la sostenibilidad ambiental, resulta llamativo que, tanto en su artículo en La Prensa como en su entrevista en La Estrella de Panamá, el Profesor Chapman omita cualquier referencia a este tema.
Para concluir, vale la pena insistir en la necesidad de un debate científico y amplio sobre el modelo y el estilo de desarrollo. El mismo debería darse en un campo nivelado en que las diversas posiciones tengan el mismo acceso a los medios de comunicación.
El autor es Economista. Profesor emérito de la Universidad de Panamá

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