Carnavales en noviembre

Actualizado
  • 28/11/2010 01:00
Creado
  • 28/11/2010 01:00
PANAMÁ. ¿Carnavales en noviembre? Bueno sí, llámalo más bien calentamiento patrio. Salvo culecos, cambiamos los desfiles de seudocompars...

PANAMÁ. ¿Carnavales en noviembre? Bueno sí, llámalo más bien calentamiento patrio. Salvo culecos, cambiamos los desfiles de seudocomparsas y reinas, por estas comparsas con nombres de colegios y vamos pa’lante.

‘Joven, ¿puede usted decirme qué celebramos hoy 3 de noviembre?’ ‘La verdá, no hemos llegao toavía a esa lección con el prof, pero de que tamos gruveando, tamos gruveando y chiliando’. ¡PLOP!

Sí, sí, carnavales en noviembre. Toda una masa humana de parrampanes, mamarrachos, aspaventeros, maromeros y aspirantes a músicos en un completo sancocho de mal gusto y moda runcha.

Una pasarela de exóticas combinaciones que en cuanto a ideas, haría las delicias de un Gaultier o Lacroix. Pasan buays con sacotes blancos o de colorinches (turquesa, verde perico, etc.) con botones dorados al frente, tipo portero de hotel 5 estrellas, guantes blancos a lo Michael Jackson y sombrero de vaquero de un blanco traslúcido; hay manes en camisillas negras, zapatillas blancas y parches tricolores como bolsillos y su clásico sombrero montuno; otros lucen bufandas contra el terrible frío tropical o quepis de todos los tamaños, insignias y charreteras por todos lados, un arbolito de navidad viviente; sugerimos foquitos led para el 2011.

Se ven pantalones con basta tipo cortina caída y jebas con botas plásticas pantorrilleras, apretadas, trituradoras, dejando ver una plancha de muslo mal disimulada por una falda asesina; portan en la cabeza grandes pavas a lo Mangano en Muerte en Venecia. Los jefes de banda dejan sentir su rango al soplar pitos, desplegando toda una sicosis de antiguo policía de tránsito, hoy especie en vías de extinción, y que con movimientos simiescos le indican a los ‘bandaleros’ o integrantes de la banda, que toquen el sexto regué encajao en marcha y el repiqueteo que dará paso al andar a lo maloso.

Hoy vemos toda una sección de platilleras plantilleras que los suben y bajan, los mueven de un lao pa’otro y los voltean como si estuvieran haciendo la masa de una pizza napolitana familiar.

Destaca el cuerpo de tambores, la percu, con el pelao que lleva el instrumento colgando casi a la altura del tobillo y que con paso coreografiado de malax, levanta a impulso de la rodilla.

Van marimbas rodantes, liras envueltas en boas de a cuara y con enormes colgantes; redoblantes guaguanqueando, tenores, jóvenes con cinco tambores timbálicos alrededor de la cintura, una verdadera batería humana.

Pasa la sección de bombos saltarines que mezclan el tam tam africano con la voltereta llevando un swing bien passa pasiero. Hombres y mujeres en un remeneo infernal lleno de sabor y ‘deca-dance’, y como soberana aberración en las secciones de cueros y platillos manes raspando güiros de metal.

Un rascarasca al peor estilo merenguero: Como es un instrumento barato, sería interesante crear un cuerpo de güireros, como de 100, pa’que el raspar lo sientan hasta las ánimas del purgatorio si es que existe porque ya el papa se echó al limbo.

Pronto veremos a un cuerpo de maraqueros con sus maraquitas pintaítas de bandera y por qué no, a toa una runflá de acordeonistas que nos dará esa cantera llamada Cuna de Acorde(N)ones.

Veo un man disfrazao de corsario-mosquetero y una vieja conocida de setenta y buf, que aprecia el defile, pues como está en clases de passa passa quiere pillar un par de pasos gratis.

Acompañan a las bandas como detalle curioso y original, niños prodigio tocando un tambor que les dobla en tamaño o dizque soplando un clarín que los llevará inexorablemente a una madura hernia infantil.

Más atrás desfila el cuerpo de clarines (no los de Rubén Darío), desafinaos y chillones, los ejecutantes moviéndolos de aquí pa’llá, en remolino, pa’lante y pa’atrás y sus cachetes a punto de estallar, dos gigantescas albóndigas soplando a más no poder la infernal corneta, para terminar la pieza enganchándosela en el sobaco, pa’que descanse, todo un sobaco musical.

Aquí viene una banda de música tocando frente a la Presidencia ‘OYE COMO VA, MI RITMO, BUENO PA’GOZÁ, MULATA’, y detrás, empolleradas y montunos en bluejeans bailando la salsa patriotera. ¡Vaya loco! Y otra tocando y cantando himnos religiosos. ¡Qué gufisera!

También y para no perderse el toque hay quienes lo hacen desde su silla de ruedas. Loor a la patria chueca.

Lo que sí hace de este desfile un espectáculo circense son las y los batuteros. Los reyes y reinas de la varilla de Harpo Marx.

Se despatillan a medias buscando una ingle torcía, dan vueltas de carnero y lanzan el terrible palo adornado cuanto más alto mejor, para que al final al tratar de agarrarlo por la espalda, lo termine apañando la calle.

Pero es frente a la Presi donde se concentra el super show, donde se tiene preparada toda la coreografía y toques magistrales que suplantando al estudio han sudado durante meses de eternas prácticas diurnas y nocturnas los dedicados estudiantes.

Los batuteros jondean su vara como para que la atrape Martinelli desde el balcón, pero qué va, se queda corto en el pase, por cuatro pulgadas. Asomados a la balaustrada veo toda una escuela de manzanillos, malos ministros, corruptos diputados y funcionarios colaos que debieran desfilar para que la gente a su paso los abuchée y les lance huevos podridos.

Y llegan los batallones y delegaciones con chopos y sables o coreógrafos de brazos formando todas las posibles letras del alfabeto: la A, H, T, I, O la X o en hileras de 2, 4, 6, 8 en fondo; hacen el caracol y lo desencaracolan, la fila india, qué se yo: No puede faltar el paso de ganso, wap, wap, arriba rodilla y abajo en cámara lenta…

Hay que disfrazarse, contonearse al compás de cueros, güiros y clarines o bandas de música donde se ensanduicha en el repertorio el CANTO A LA BANDERA o la MARCHA PANAMÁ (hermosas piezas) en medio de regué y romantic style dizque estilizados, pa’ demostrar que la juventud se viste de patria y los profes trajeados y cabreaos, pero apadrinándolos, acompañan al final de cada colegio a sus alumnos a paso de tortuga.

¡Ah! Pero falta la cereza del postre: las BANDAS INDEPENDIENTES, los nostálgicos mamuyones que quieren vivir un sexto año eterno y que ya suman ¡no sé cuántas! Calculo que para el 2050 podrán ser unas 500 con tanta gente que catapultan los colegios todos los años después de un nulo año escolar.

Para ello tendrán que hacer 30 rutas de desfiles por todos lados, un verdadero pandemónium desfilatorio o bien dos largas paradas que arranquen, una desde la violada Plaza de la Catedral hasta Capira y otra desde El Carmen, eso sí cada una por un puente diferente y que en la fallecida autopista se maten entre ellas.

Y es que son desfiles eternos. Casi casi con velas, como en la procesión del Cristo Negro recibe a estas bandas el público que se ha agolpado en la YA macallosa Cinta JODEBRECHERA, podríamos decir que en el futuro, empalmará el desfile del 3 con el del 4 y no tendrán los estudiantes que ir a casa a cambiarse.

Estos con fervor patriótico y sedientos llaman al aguatero del colegio para que les pase la rica botella de agua (hay más marcas que librerías en el país) revitalizadora, reemplazo hoy día de nuestra maravillosa agua de la pluma, mientras aguardan su turno para desfilar, bajo un sol rajatabla y espantando a manso aguacero, digamos que a golpe de 4 p.m.

Esto fren, es puro tercer mundo. Pronto a las bandas independientes se les unirán los grupos de passa passa, las escuelas de modelaje, las trotadoras de aceras unidas (TAU), los ex pavos, el clero con banda de guerra mixta, los salones de belleza, mariachis, los 10.000 participantes del concurso de Loratoria, los bien cuidao chif, el club de zombies del patio con sus abanderados invitados John Carpenter y George C. Romero, en un esotérico y descomunal masacote humano.

Y a lo largo del desfile, buscando poder poner la olla, están los vendedores de sillas plegables, instrumentos musicales de juguete, perros calientes, carne ensartá, raspaos, agua en botella, banderitas, bufandas, pañoletas, mientras la horda de panas se convierten en ávidos espectadores orgullosos de ver desfilar a sus hijos, nietos, bisnietos, todos henchidos e hinchados de amor al terruño.

Ministros morones sirven de abanderados y voceros, hablando paja frente a los micros de las televisoras, mientras por la pantalla chica los comentaristas meten pata tras pata al confundir fechas, efemérides, nombres y demás parafernalia noviembresca al tiempo que dicen ‘qué civismo’, ‘qué orden’, ‘perfecta organización’, ‘qué belleza, los colegios dando lo mejor de sí’, ‘qué figuras las de nuestro folclor, compendio y crisol de razas’. ‘Y aquí estamos por 6, 8, 10 horas para llevarles todas las incidencias de tan hermosa parada’. Sí y la bolita ‘el mundo amén.

No faltan los bomberos enrojecidos (porque todavía no les han dado el equipo pero sí los han llenado de botellas); es decir, vestidos de rojo, pacos ahora luciendo un hermoso azul mediterráneo, los dizque militares con vestido en estampado de hojarasca, Rambo Style, los motociclistas maromeros y cerrando el desfile propongo una delegación de pelepoliciadores llevando el cruento instrumento para pillar en las aceras a lo que puedan y llevárselos en las chotas o alacranes que cerrarían la caravana patriotera como las ambulancias del hipódromo.

Los rabis y sus hijos se van para Mayami y Coronado. ‘Ven Robertito, no te juntes con esta chusma, chusma’. ‘Sí aueao, yo me voy pa’Mayami aueao y me llevo mi Blackberry aueao’ (lenguaje culto del yeyesito).

Olvidaba decirles que el jolgorio se inicia con las DIANAS (Dianas viene de. Di Ana lo que te pique que yo me voy a chupar). Dicen que son originarias de la Madre Patria donde gaitas y tambores daban el sabor. Aquí la gente que cambió esa vejiga con pitongo por algo más tropical no halla la hora de saltarse a sus muertos del 2 y que suene el cacho de las 12 pa’ponerse sus Nike o Adidas y salir a corretearlas, las de los bomberos, policía o de quien sea, todos tocando al unísono pa’pelarse menos, los últimos bodrios musicales del momento y todo esto rociado con un buen guariquitáin, para abrir la tripa alcohólica. Qué hermoso despertar de la patria cansada de tanto vandalaje y saqueo político.

Las agencia de turismo y la ATP debieran jugar vivo y organizar súper paquetes ‘PANAMÁ NOVEMBER FEST’ o ‘PANAMA PATRIOT’. 2 noches y 3 días de salsa, sol y guaro. Se incluye estadía en hotel dos estrellas, y persecución de 4 dianas (porque hoy día cualquiera monta una diana) clase relámpago de passa-passa colegial, medio galón de seco (los mezcladores se venden por separado), t-shirt I LOVE (corazón tricolor) 3 NOV, y derecho a disfrazarse y desfilar dentro de una banda colegial o independiente a gusto del turista (así como en Río) todo con desayuno incluido, propinas, impuesto de desfile y banderita para llevarse de ‘souvenir’.

Yo también fui joven y desfilé. Y teníamos instructores que nos enseñaban a tocar y marchar como Dios manda. Ah… pero eran otros tiempos y otra mi Panamá.

Y HOY LA VEJEZ SE PAGA CARA. Felicidades PANAMÁ. Un panameño común te saluda.

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