Panamá arde

Actualizado
  • 22/07/2023 00:00
Creado
  • 22/07/2023 00:00
Un país que vive del agua, por su canal interoceánico, tiene suficiente cantidad del líquido para la región interoceánica, pero no lo sabe administrar
Un país que vive del agua, por su canal interoceánico, tiene suficiente cantidad del líquido.

¿Tiene calor? Pues prepárese porque no será mejor en los próximos años, según los científicos panameños y extranjeros que recalaron en Panamá para compartir su información en el Encuentro Nacional de Desarrollo Sostenible. Y el tema no es solo prender el aire acondicionado, sino la oleada de migraciones por la crisis ambiental que puede golpear al país, si ya las islas panameñas en Guna Yala están siendo desalojadas por la crecida.

Y no es una película de terror ni intento de sembrar el pánico, simplemente es ciencia, como bien lo resumiría el director regional para América Latina de Unops (Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos), el italiano Fabrizio Feliciani, quien, sin embargo, dijo que se radicará en Panamá.

La reunión de tres días celebrada en la Ciudad del Saber, a orillas del Canal de Panamá, congregó a profesionales, expertos, funcionarios y estudiantes, de manera presencial y virtual, y fue dedicada como homenaje al científico panameño Rodrigo Tarté Ponce “recordado por su legado como impulsor incansable del desarrollo sostenible en la región”, destacaron los organizadores del Enades 2023, que regresó a lo presencial sin eliminar la virtualidad.

Y porque el desarrollo sostenible involucra todas las facetas de la actividad humana, el recurso agua no puede pasar desapercibido, ni los impactos que la realidad climática está causando en la vida diaria, como la subida de la temperatura que nos agobia.

En ese sentido, Ligia Castro, directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente de Panamá, fue bien lacónica y directa al intervenir en la sesión técnica de recursos hídricos para el desarrollo sin dejar a nadie atrás, al clamar por la necesaria concienciación de la población y de los centros de estudios y profesionales sobre la realidad que enfrenta ya el país.

Precisó que ya “dos comunidades” isleñas en Guna Yala están mudándose a tierra firme por la subida del nivel del mar y, lo que es más grave, la realidad advierte que la temida subida de 1,5 grado centígrado de la temperatura global se ha adelantado unos cinco años, o sea, está a las puertas de esta generación.

¿Ello qué implica? Al principio serán intermitentes los picos de altas temperaturas, pero luego se fijará, provocando “el inicio de la sexta extinción” de la vida sobre el planeta, y lamentó que a los profesionales de todas las carreras no se les forma sobre la actual realidad que vive el país y se siguen haciendo proyectos como si el cambio climático no estuviera ocurriendo.

Con cierto dramatismo, pero muy realista, confesó que tiene toda la intención de contribuir a evitar esta catástrofe global, que quizá no la vea, pero “quiero morir sabiendo que hice todo lo posible por mis hijos y nietos”.

Panamá está dando pasos en la dirección correcta para contribuir en el cumplimiento de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, creando la legislación para hacer buen uso de sus recursos naturales, como el agua, pero el problema es otro.

Un país que vive del agua, por su canal interoceánico, tiene suficiente cantidad del líquido –demostrado desde el siglo pasado por estudios científicos como los que auspició la transnacional Louis Berger para la región interoceánica–, pero no lo sabe administrar, y a nivel político es una deuda con la población.

El más cáustico sobre el tema fue Guillermo Torres, secretario técnico del Consejo Nacional del Agua (Conagua), ente adscrito a la Presidencia de la República, quien sostuvo que “la corrupción” es uno de los problemas que impiden solucionar el problema de abastecimiento del líquido como merece la población.

Según sus cifras y citando estudios, en sus dos participaciones en las diferentes sesiones del cónclave el miércoles pasado, recalcó que en Panamá “no hace falta construir ninguna potabilizadora más” y vaticinó que cuando se termine la de Gamboa, en la capital van a surgir afluentes porque las tuberías no van a resistir la presión de la cantidad de agua que va a fluir, y que cuando se termine la ampliación de la potabilizadora de Panamá Oeste “habrá agua para mandar hasta San Carlos” (a unos 100 km al oeste de la capital).

Pero, señaló, los problemas puntuales de los diferentes proyectos vienen “con las adendas” a los contratos, que no son más que fuente “de negocios y corrupción”, lamentó.

Conagua “trabaja con las uñas” y solo tiene cinco funcionarios, “cuatro prestados”, y no cuenta con presupuesto propio, acotó.

También hay éxitos, como el cuidado de la cuenca del Canal de Panamá, por parte de la entidad autónoma que regenta la vía, de lo que habló el gerente de manejo de cuenca de la Autoridad del Canal de Panamá, Raúl Martínez, lo cual es reconocido, aunque también tiene sus retos como garantizar el suficiente abastecimiento de agua para la operación de la vía y surtir a la población, que es casi la mitad de los 4,2 millones de habitantes del país que viven en la región interoceánica.

Torres, al abordar el asunto, hizo mención a que la solución no pasa por represar el río Indio, como se había estipulado en un principio (antes del fin del siglo XX), porque un nuevo estudio ha demostrado que no solucionará nada permanentemente y eso “la población lo desconoce”.

Sin embargo, lamentó que “tenemos más de 50 años vertiendo agua dulce al océano (Pacífico)” desde la represa Bayano (al este de la capital), porque no se ha cambiado el régimen legal en el país, pero sí se apura “la compra de camiones cisterna” para distribuir el líquido a los sectores más vulnerables.

Pero volvamos a Feliciani, quien no dudó al afirmar que la crisis del agua es uno de los factores de las guerras por venir, de las migraciones masivas y de los estallidos sociales.

El experto, tras escuchar a Torres, dijo que al igual que Conagua, el responsable de la Secretaría Nacional de Energía de Panamá, Jorge Rivera Staff, también le compartió “que no tiene presupuesto y tiene poco personal”.

Cuestionó que si los asuntos de energía y agua, vitales para poder cumplir las metas de Desarrollo Sostenible, no tienen la preponderancia que merecen y ni siquiera son parte del Ministerio de Ambiente de Panamá, cómo se espera que el país pueda aprobar ese compromiso.

Sobre la situación actual del recurso hídrico versus los avances del Plan de Seguridad Hídrica de Panamá también expusieron Torres, Víctor Gómez, jefe del Departamento de Recursos Hídricos del Ministerio de Ambiente; Elbis González, coordinador del Consejo Consultivo de las Subcuencas de Cañito, Pescao, Paja y Baila Mono; y Karina Rivera, del comité de cuenca del río Parita y jefa de la sección operativa de Seguridad Hídrica del Ministerio de Ambiente.

En esta esfera se refirieron a la falta de una mejor definición de la política de abrir acueductos rurales en el país, ante la carencia de agua potable, porque, como dijo Torres, “se hacen huecos”, pero no se documenta previamente de modo científico la capacidad de los acuíferos.

Las aguas subterráneas son propiedad del Estado, aunque la superficie le pertenezca a un privado, por lo tanto, nadie se puede arrogar su propiedad, ¿sabía eso?

¿Y qué pasa si no se hace nada? Uno de los escenarios posibles es que se confirme la subida global de la temperatura antes de lo esperado, y el horizonte se confirme mucho antes de 2030, sobre lo que Feliciani compartió su visión, enfocado en la concienciación global.

Pueden decir los que tienen poder adquisitivo que “prenden el aire acondicionado”, lo que aumenta la demanda de generación de energía, pero los más que no tienen capacidad económica, se pueden convertir en esa masa rabiosa que violentamente ocupará el espacio de los primeros para disfrutar algo de esa comodidad.

¿Es eso lo que queremos para Panamá? ¿Nuestros políticos aspirantes a dirigir el país tienen en su agenda estos problemas puntuales y actuales? ¿Nuestra población sabe lo que se viene?

El autor es periodista independiente y profesor universitario.

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