Ricardo De la Espriella: ¡A Torrijos lo mataron!

A sus 91 años, el expresidente panameño repasa pasajes cruciales de la historia panameña: su vínculo con el líder militar, las traiciones militares, las intrigas del poder y los secretos del régimen

Hace un par de semanas comenzamos a intercambiar ideas a través del celular. Le dije que a la historia de Panamá le hacía falta un eslabón muy importante y que ese, era él. El apellido De La Espriella es uno de los más antiguos de España. Se cree que proviene de una familia de la región de Castilla-La Mancha, que se estableció allí en el siglo XIV. El significado del apellido se remonta a la época medieval, cuando los caballeros españoles usaban el término «espriella» para referirse a un caballero de noble linaje.

Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos en su casa del corregimiento de San Francisco, pero un compromiso médico de última hora le impidió cumplir. Mi mente recordaba con vaguedad la ubicación del hogar de quien fue vicepresidente desde el 11 de octubre de 1978 hasta el 31 de julio de 1982 y presidente desde el 31 de julio de 1982 hasta el 13 de febrero de 1984.

Omití la dirección que me dio y solo bastó la respuesta de, De La Espriella, cuando me dijo que su casa estaba al fondo... en una calle sin salida. Nuestro contacto tenía dos objetivos. El primero, romper el hielo y luego conversar sobre la historia Patria y el segundo, realizar una grabación para que todo lo expresado se guarde para la posteridad. Llegué puntual a la cita. Lo primero que vi fue una gran cancha de tenis. Su estado daba la impresión de que tenía tiempo de no usarse.

Esta condición me la confirmó uno de los muchachos del servicio. A los pocos segundos se apareció una figura menuda quien se apoyaba de un bastón. Los años habían pasado desde la última vez que estuvimos frente a frente. Él, como alto funcionario de gobierno y yo, como periodista. De una vez afloró esa condición de servidor cuando me invitó a desayunar algo. Le dije que ya había comido en casa, pero le acepté un vaso de agua al tiempo y un jugo de frutas. Ricardo De La Espriella, acaba de cumplir 91 años el 5 de septiembre. Me impresionó la lucidez de sus pensamientos y el físico. El hombre mantenía casi el mismo peso de cuando lo vi, por primera vez.

El expresidente conoció a Torrijos en los años mozos, él estudiaba en el Instituto Nacional mientras que el general se internaba en las enseñanzas militares. Eran vecinos del ilustre barrio de San Felipe y establecieron una gran amistad hasta que Torrijos murió en un accidente de aviación. De La Espriella duda sobre la versión oficial de la desaparición del General. Desde mi percepción considero que, Ricardo De La Espriella, fue el mejor presidente de esa época conocida como la dictadura.

Para algunos fue una dictadura distinta a las de otras regiones. Bien decían los torrijistas que era un proceso con cariño reafirmado por el propio general con la frase... “¡El que da cariño... recibe cariño! Y... “¡Lo que yo quiero para mis hijos... lo quiero para mi pueblo!” El intercambio con, De La Espriella, duró casi tres horas. La gente desconoce al verdadero arquitecto del proceso revolucionario. Esto no inició por obra y gracia de Torrijos. El hombre detrás de las transformaciones del país se llamó, Jimmy Lakas. Cuando, Arnulfo Arias Madrid, asumía el cargo de presidente de la república, el 1 de octubre de 1968, Omar Torrijos estaba resignado a viajar a El Salvador como agregado militar. Esa fue la decisión del nuevo mandatario.

Unos días antes de la ascensión de, Arias Madrid, había descontento en las filas de la policía por el incumplimiento de lo pactado entre el nuevo presidente y el general, Bolívar Vallarino, quien dirigía la Policía Nacional. Allí se firmó un pacto de caballeros donde, Arnulfo Arias Madrid, respetaría la dignidad y el escalafón de la Policía Nacional. ¡Eso no ocurrió y el presidente se burló de lo acordado!

Cuando se rumoraba sobre la iniciativa del mayor, Boris Martínez, de darle un golpe de Estado a, Arnulfo Arias, fue Jimmy Lakas el que convenció a Torrijos para que también formara parte de ese movimiento y no viajara a El Salvador. En esa época, Torrijos tenía el rango militar más alto... teniente coronel. De La Espriella no dudó ni un segundo para reconocer que la sublevación contra, Arias Madrid, la encabezó, Boris Martínez. ¡Si, Jimmy Lakas, no hubiese animado, con fuerza, a Torrijos, el proceso revolucionario no estaría en los libros de historia!

Eso lo afirma, de forma categórica, Ricardo De La Espriella. Cuando entramos a conversar sobre el 16 de diciembre de 1969, conocido como el Día de la Lealtad, el expresidente considera que Noriega estaba dubitativo sobre el golpe efímero que le dieron al general Torrijos. Más adelante profundizamos sobre este acontecimiento el cual guarda relación con un hecho muy peligroso... el involucramiento de, Manuel Antonio Noriega, en la venta ilegal de armas a grupos guerrilleros colombianos.

Sobre el supuesto accidente de aviación, ocurrido el 31 de julio de 1981, De La Espriella, fue enfático en señalar que a Torrijos lo mataron. “Yo fui al teatro del accidente de aviación. Los altos mandos militares no querían que me lanzara al lugar. Pude apreciar una especie de escena montada y me encontré con versiones de campesinos, las cuales hablaban sobre una explosión en el aire. No me atrevo a asegurar, quién o quiénes fueron los responsables, pero la decisión de Torrijos de replegar a los militares a los cuarteles fue su sentencia de muerte”, señala, De la Espriella.

“Mira, René, en esas visitas rutinarias, me encontré con unos miembros del Estado Mayor, de la Guardia Nacional y un teniente coronel, de apellido Araúz, muy irritado me gritó... ´ ¡Qué güevo, él sí pudo saborear las mieles del poder y mando y ahora nosotros no´! En ese momento percibí que la vida de Torrijos corría peligro. Ya los militares habían saboreado las glorias de estar arriba y algunos querían continuar con esos privilegios. No esperé mucho tiempo para comentarle a Torrijos del incidente. Le dije que la seguridad de él y la de su familia estaban en entredicho. “¡Omar, te pueden matar en cualquier momento!,” le manifesté. El General no mostró asombro, menos... preocupación, solo atinó a decir que esas eran pendejadas de algunos miembros del Estado Mayor.

Cuando hablamos sobre Noriega, De La Espriella, afirma que, en una ocasión, Torrijos recibió información creíble de cómo, Manuel Antonio Noriega, hacía negocios con el tráfico de armas. Era la persona que autorizaba la venta de armas a la guerrilla colombiana. “Torrijos me llama, muy disgustado, y me dice que Tony, con esa acción, ponía en peligro la estabilidad de la nación.

Dijo que lo podían hasta matar por esa tamaña irresponsabilidad... y prometió que lo iba a mandar a sus amigos”, expresa, De la Espriella. Cuando le pregunté que aclarara eso de los amigos de Noriega, el expresidente, en forma tajante, indicó... “¡a los gringos, René, a los fulos del Norte!” Torrijos lo enviaría como agregado militar, o como representante ante una junta regional de defensa.

¿Y qué pasó?, pregunté. “Cuando Torrijos había decidido el paso que iba a dar, el empresario chiricano, Rory González, lo convenció para que no lo hiciera. Que era mejor tenerlo cerca.”, agrega. Le hice una comparación a, De La Espriella, con los hechos ocurridos a mediados de diciembre de 1969. Presidente, ¿sabía que Noriega estaba a favor del golpe contra Torrijos y que los de la nueva junta de gobierno le nombraron al hermano como ministro de Estado?, pregunté. “Algo de eso oí.

Me dijeron que Noriega estaba dubitativo y que el golpe fue abortado, gracias a un pelotón de 300 soldados que bajó de la montaña y obligaron a Noriega para que se definiera”, argumenta, De La Espriella. Le indiqué al expresidente que ello fue así. El relato completo me lo dio el teniente, Fernando Quesada, quien era el segundo al mando de ese pelotón que combatía la guerrilla arnulfista en las tierras altas de Chiriquí. Fue una transmisión de radio la que cambió el rumbo de la historia, aquella madrugada del 16 de diciembre de 1969. Quesada oyó la noticia, en una radioemisora de, Costa Rica y se la comunicó a su jefe, el capitán, Eduardo Herrera.

Ellos decidieron bajar, tomarse el cuartel, en David y obligar a Noriega a que apoyara el retorno triunfal de Torrijos. Es más, presidente, después de ese golpe, también le sugirieron a, Torrijos, enviar lejos a, Noriega. En esa oportunidad el general tenía claro que, tal como lo dice el libro, -El arte de la guerra- si no acabas con el enemigo, mantenlo cerca. Mientras narraba esta comparación veía a, Ricardo De La Espriella, cómo asentía con los movimientos de su cabeza.

Para el expresidente una de las decepciones más grandes de Torrijos fue después del retorno triunfal a la capital, aquel diciembre de 1969. Resulta que el general dejó a varios ministros que estaban en sus puestos cuando viajó y regresó de México. Comenzaron los rumores sobre los golpistas y que dentro de ellos había varios ministros involucrados.

Torrijos no daba fe de esos bochinches, pero le solicitó a, Ricardo De La Espriella le contara la película “Él me preguntó sobre los ministros que apoyaron el golpe, pero no quise darle más información debido a que entre los involucrados había gente amiga, conocida.” De La Espriella le propuso a Torrijos que fuera a canal cuatro, donde Pepo Cardona, para que viera los videos de la proclama y toma de posesión de los golpistas.

Cuando el general vio las caras de los ministros que apoyaron su derrocamiento, el militar cayó en una gran depresión por la decepción sufrida. Se atrincheró en su oficina y en su casa y no deseaba ver a nadie. De La Espriella recuerda que le tocó animarlo y con voz de mando le dijo... “¡Hermano, allá hay un pueblo que desea verte, saludarte... anda y párate!” Fue en ese momento cuando inició el famoso patrullaje doméstico que hizo tan popular a Torrijos, expresa, De La Espriella. Algunos ministros renunciaron por vergüenza y otros se quedaron, pero Torrijos no los obligó a que tomaran una decisión.

Según, De la Espriella, el general solo alcanzó a lanzar una expresión de asombro cuando vio los videos la cual resume en la palabra... “coño.”

El expresidente dijo que el negocio de Noriega era la venta de armas; se vio involucrado en el tema del narcotráfico cuando inició el caso Irán-Contras. En ese momento el gobierno norteamericano tenía prohibido apoyar a la contra nicaragüense que luchaba para derrocar a los sandinistas.

En ese momento se hizo un puente entre Noriega, Pablo Escobar Gaviria y altos mandos militares de Estados Unidos para vender drogas y con ese dinero comprar las armas.

Cuando abordamos el caso del padre, Héctor Gallegos, De La Espriella, dijo que en aquella ocasión escuchó versiones donde argumentaron que la muerte se debió más a un accidente. Según los comentarios de la época, la idea de Torrijos era convencer al cura para que viajara a Panamá y luego retornarlo, de forma definitiva, a su país de origen... Colombia.

Dice el presidente que en algunas reuniones escuchó que la intención de las unidades militares, que fueron a la casa de Gallegos, en Santa Fe, Veraguas, fue asustarlo. En ese momento, el padre se arremangó la camisa con movimientos corporales de pelea. Uno de los militares lo empujó. El lugar, donde estaba parado, según se dijo en aquella ocasión, tenía, en la parte de atrás, un pequeño precipicio. Ante el empujón, Gallegos cayó y se golpeó la cabeza. Eso escuché en esa época sobre la razón de la muerte. Frente al suceso, ¿qué había que hacer?, se preguntó, De La Espriella.

También oyó, para aquellos tiempos, que fue el propio, Manuel Antonio Noriega, quien decidió subir el cadáver del padre a un helicóptero para luego lanzarlo en alta mar. Esta versión no me consta, pero si la oí en algunas sesiones de trabajo. El problema, le dije a, De La Espriella, fue el secretismo y la falta de castigo para esos militares que, por tratar de asustar al cura, quedaron inmersos en una tragedia. “En esos tienes razón, René”, expresó, De La Espriella.

Presidente, ¿cómo fue el tema de la renuncia forzada de su compañero de fórmula, Aristides Royo? “Hubo un tiempo en que él pensó que yo estaba detrás de ese acto innoble. Le recordé que cuando él me habló de esa posible acción, le dije que de llegar el caso -nos íbamos los dos-. Fue en ese momento cuando me pidió que, de ocurrir tal acontecimiento, no debía renunciar.

Royo consideraba que era su garantía en la aspiración que siempre había tenido, si lo renunciaban. René, la esposa del presidente Royo nació en España y él, de salir de la presidencia, deseaba representar a Panamá, como embajador, en la madre Patria. Para esos tiempos, Rubén Darío Paredes, ya estaba al frente de la Guardia Nacional. En varias ocasiones, el general Paredes, me habló del desgaste de, Aristides Royo, con el tema de la Reforma Educativa y el enfrentamiento con los educadores. Paredes temía que ese movimiento creciera más, aunque ya se había echado hacia atrás la reforma.”

De La Espriella reconoce que se sorprendió por la fecha de la renuncia y la razón que buscaron. Royo sale cuando recordamos el primer aniversario de la muerte de, Omar Torrijos y la razón de la renuncia... problemas en la garganta. “Es cierto que tenía problemas menores de salud y creo que fue una especie de sarcasmo, poner como excusa ese malestar”, expresa el expresidente.

De La Espriella también lamenta la forma en cómo sacaron al coronel, Florencio Flores, de la comandancia de la Guardia Nacional. Asegura que Flores era un gran ciudadano y además un buen amigo. Le dije que fui el primero en entrevistarlo para RPC y cuando le pregunté sobre su ascenso de coronel a general, contestó que no pensaba en eso, que su norte era trabajar por y para Panamá. En ese momento, De La Espriella, se acordó de la entrevista y coincide en que esa fue la razón de la caída.

“René, los militares querían que ascendiera, para que el resto del Estado Mayor también lo pudiera hacer por el efecto de la escalerilla... La muerte de Torrijos despertó un apetito voraz en quienes lo seguían en el mando y el proyecto torrijista se cayó”, indica, De La Espriella. En los tiempos donde el mando estaba en la Guardia Nacional, luego Fuerzas de Defensa, era más importantes e impactantes los ascensos militares que los nombramientos en el gabinete. Esa era una razón para definir dónde estaba el pode real de Panamá.

Sale, Aristides Royo y entra, Ricardo De La Espriella, como presidente. Me cuenta que jamás quiso formar parte del gobierno. Sus negocios en la empresa privada le daban mucho más y Torrijos tuvo que hacer malabares para convencerlo, primero en el cargo de gerente de la Caja de Ahorros y luego llevar las riendas del Banco Nacional.

¿Cómo se dio el nombramiento de vicepresidente de la república?, pregunté. Dice, De La Espriella, que estando en la capital recibe una llamada de su amigo, Jimmy Lakas. Le comunicó que un avión los vendría a buscar para llevarlos a Coclesito. Eran los tiempos en que Torrijos y los militares designaban y la mayoría de los 505 representantes de corregimientos aprobaba. Llegaron a Coclesito y el general Torrijos hizo pasar, primero, a Lakas.

Después de 20 minutos, Lakas sale con una cara de furia. En ese momento, De La Espriella, no sabía el porqué. Resulta que se le terminaba el periodo de 6 años a Lakas como presidente y el gobierno debía proponer el nombramiento de su reemplazo. Cuando entró, De La Espriella, Torrijos le comunicó que el Estado Mayor decidió proponer la figura de, Aristides Royo, para presidente y la de él, como vicepresidente. De nuevo, Torrijos tuvo que recurrir a la estrategia del convencimiento hasta que, Ricardo De La Espriella aceptó.

Más adelante supo que el disgusto de Lakas se debió a la conformación de la nómina. Él le dijo al general Torrijos que la combinación perfecta era, De La Espriella como presidente y Royo como vice. Incluso trató de convencer a Torrijos para que se diera ese cambio, pero al final se impuso el peso de las botas y Royo ascendió al poder como presidente de la república.

Algo interesante que convenció a, Ricardo De La Espriella, de aceptar la vicepresidencia fue la sinceridad del general Torrijos para con él. El militar consideraba que la experiencia en el manejo de la administración la tenía, De La Espriella y Royo se encargaría de hacer cumplir el compromiso que adquirió con el expresidente, Carter durante la negociación de los tratados canaleros.

Torrijos insistía en el retorno de los militares a los cuarteles; el regreso de los exiliados; la conformación de los partidos políticos; elecciones libres; prensa libre y permitir que los civiles volvieran a administrar la nación. De La Espriella indica que, en una conversación sincera con el general, este le dijo que el proceso revolucionario había hecho lo suficiente para que uno de sus representantes se levantara con el triunfo en las elecciones venideras.

Torrijos fue enfático cuando manifestó que sí, Arnulfo Arias Madrid, corría y ganaba había que respetar la voluntad del pueblo. Y fue más allá, que él estaba preparado, incluso para el exilio si se daba un resultado de esa magnitud.

Un tema que ha provocado mucha leyenda urbana es sobre la supuesta fortuna de Torrijos. “René, te digo de manera tajante que el general Torrijos no le preocupaba ese asunto. Tenía la seguridad que de presentarse una situación financiera incómoda los amigos le darían la mano. Le propuse, con dineros privados, poner una cadena de pequeñas tiendas y con esas ganancias fletar una cuenta de ahorros para él y su familia, pero Torrijos rechazó esa idea.

Lo que ayudó a su esposa e hijos, luego de la muerte del general, fue la idea de, Jimmy Lakas, de comprarle un seguro de vida por un millón de dólares. Cuando se da el supuesto accidente y se comprueba la muerte del general, su esposa e hijos tuvieron acceso a ese dinero”, declara el expresidente, De La Espriella.

¿Qué es lo que más recuerda en el ejercicio como jefe del Ejecutivo? Para De La Espriella hay varios asuntos que le crearon muchos sobresaltos. El primero fue cómo llegó a ser presidente, el segundo, el tema relacionado con las reformas constitucionales de 1983, las cuales permitieron la escogencia de las autoridades mediante votación directa.

En aquellos tiempos había sintonía con el jefe de la Guardia Nacional general, Rubén Darío Paredes. Este movimiento social le permitió tener acercamientos con el doctor, Arnulfo Arias Madrid, aunque hubo un hecho que le dio la oportunidad de codearse con gente del círculo cero del tres veces presidente de la nación. Torrijos estaba vivo y a él le llegó la información de que, Arnulfo Arias Madrid, estaba enfermo y requería de un vuelo especial para llevarlo a un hospital en Houston, Texas.

El general se contactó conmigo para que hiciera los contactos. Él quería ayudar al doctor, Arias Madrid. En este tiempo parece que los empresarios amigos del político no querían meterse las manos en el bolsillo para costear el viaje en avión. De La Espriella se pone en contacto con el arnulfista, Antonio -Tony- Domínguez y le hace la propuesta. Este, acude al hospital para dar la comunicación, pero los más cercanos al doctor, Arias Madrid, rechazaron el ofrecimiento de Torrijos.

No querían saber nada de lo que viniera de los militares golpistas. Fue la propia, Mireya Moscoso, la que tomó la decisión de aceptar. De La Espriella es de la opinión que Moscoso aceptó frente a la actitud dubitativa de los empresarios de meterse las manos en los bolsillos para ayudar a su líder. El tres veces presidente, Arnulfo Arias Madrid, fue socorrido por quien participó del tercer golpe de Estado y Torrijos hizo lo que hizo por la grandeza que representaba, Arnulfo Arias Madrid. Además de proporcionar el avión, De La Espriella recuerda que se le dio al doctor un viático de cinco mil dólares para gastos misceláneos. Gracias a ese apoyo el tres veces presidente pudo viajar para su tratamiento y recuperarse a satisfacción.

De La Espriella confiesa que este episodio le trajo momentos amargos con el presidente, Royo. Cuando le comunicó sobre el apoyo del gobierno, Royo le gritó exaltado que eso era peligroso debido a que, Arnulfo Arias Madrid, era el enemigo más grande del proceso. Torrijos supo de la discusión y le aconsejó no darle más información del tema al presidente. De La Espriella estaba claro en que su primer jefe era Torrijos y luego venía Royo.

Con el tema de las reformas constitucionales, parecía que el general, Rubén Darío Paredes, se confeccionaba una camisa a su medida. Ya había insinuado las intenciones de correr en las elecciones para convertirse en el primer presidente elegido, después del golpe del 11 de octubre de 1968. Este proceso de las reformas fue para, De La Espriella, uno de sus grandes legados como presidente de la república.

Considera que con ese proceso cumplía el sueño de Torrijos del retorno de los militares a los cuarteles y que los civiles volvieran a ejercer el poder. Ya, con las reformas constitucionales aprobadas en referéndum, Paredes deja el mando de la Guardia Nacional y asume el control del ejército, Manuel Antonio Noriega. De La Espriella recuerda, como si fuera hoy, ese 12 de agosto de 1983 cuando Noriega pronunció aquella frase lapidaria de... “Buen salto Rubén.” Ese día, Paredes dejaba la jefatura del ejército y asumía el mando, Manuel Antonio Noriega.

La campaña política arreciaba y Paredes, con su carácter de los mil demonios, ya se consideraba el ganador. Alguien -dice De la Espriella-, se le acercó a Noriega para expresarle que no le convenía que Paredes fuera el presidente de la república. La constitución, en papel, señala que el comandante supremo del ejército es el presidente, y que Paredes, en su condición de exjefe de la Guardia Nacional, más su carácter, tendría la combinación perfecta para impedir que Noriega tuviera el poder absoluto como sí lo saboreó, Torrijos y el propio Paredes.

Fue allí cuando se selló la suerte de, Rubén Darío Paredes. De La Espriella afirma que frente al carisma de, Arnulfo Arias Madrid, el PRD debió aliarse con el arnulfismo y crear una nómica imbatible. “Es más, René, dejar que, Arnulfo Arias, encabezara la papeleta. A su edad, moriría en el ejercicio del poder y el PRD tendría la oportunidad de continuar al mando de la nación.

Los líderes del PRD estaban de acuerdo con esa iniciativa, siempre y cuando, ese partido encabezara la nómina presidencial. Hubo una ocasión en que a, Arnulfo Arias Madrid, parecía que le gustaba la idea. Es más, quiso saber quiénes serían sus vicepresidentes por parte del PRD. El tema se trancó y lo que sigue ya es historia Patria expresa, De La Espriella.

Otro tema escabroso fue la sugerencia del comandante Paredes de nombrar, como Procurador, al fiscal de hierro, Rafael Rodríguez. Desde un principio este señor comenzó a hacer ñamerías en el cargo. La gota que derramó el vaso fue aquella entrevista que transmitió, RPC, televisión, donde mostró unos cheques de comisiones que se le pagaron al PRD por el plan de vivienda de la Caja de Seguro Social.

En ese momento le recordé a, De La Espriella que la entrevista fue hecha por quien lo entrevistaba. “¡Sí, lo recuerdo!”, manifiesta el expresidente. “El tema no era la preocupación por eso que salió en la televisión, el asunto es que descubrimos que, Rafael Rodríguez, tenía una agenda oculta, y además, pareciera que él confrontaba problema de personalidad”, argumenta, De La Espriella.

Según la narración que hiciera el abogado, Rogelio Cruz, quien ya murió, el presidente llamó a Paredes para decirle que se tenía que hacer algo, de lo contrario este señor iba a crear un problema nacional innecesario. El asunto terminó con una renuncia forzada y la salida de, Rafael Rodríguez, del país. Según, De La Espriella, hay muchos asuntos tenebrosos sobre este exprocurador, pero es mejor dejarlo allí, por respeto a su memoria.

Otro tema que recuerda, De La Espriella, fue el secuestro que sufrió su ministro de Gobierno y Justicia, el periodista y abogado, Justo Fidel Palacios. Fue en la comarca conocida, por aquellos tiempos, como Guaymí. El ministro cumplía una misión de acercamiento en la región y los aborígenes le dijeron que, si no respondía, de forma positiva, a los requerimientos, no podría abandonar la región. Transcurrieron más de 48 horas y el expresidente, De La Espriella, tomó la decisión de actuar.

“René, tenían a mi ministro como rehén y eso no lo iba a permitir. Llamé al comandante, Rubén Darío Paredes, para que me suministrara un helicóptero, ocho hombres y ametralladoras. Al principio Paredes no estaba de acuerdo, pero cumplió la orden. Llegamos al lugar... el helicóptero aterrizó cerca de un rancho donde estaba el cacique con su gente. En ese momento le grité que soltaran a, Justo Fidel Palacios, luego disparamos al aire, con la amenaza de que las próximas balas serían contra ellos. Ante mi decisión inquebrantable, soltaron al ministro y retornamos a la capital”, narra, Ricardo De La Espriella.

Durante la entrevista hablamos del gobierno de, Ernesto Pérez Balladares. Para De La Espriella fue una buena administración. Este señor supo conducir la nave del Estado con buen tino, tal vez el mayor error fue intentar, vía consulta popular, la reelección inmediata. De La Espriella recuerda que él sugirió una reforma a la Constitución donde se rebajara de 10 a 5 años el periodo para que un presidente buscara reelegirse en el cargo. La derrota en el referéndum de 1988 anunciaba el resultado de las elecciones de mayo de 1999 donde ganó, Mireya Moscoso.

Sobre las elecciones de 1984, De La Espriella, estaba convencido de que como presidente respetaría la decisión de la voluntad popular. En ese sentido, y para darle más firmeza y respeto a su palabra, nombró al frente del Tribunal Electoral a un abogado con una trayectoria incuestionada, el doctor, César Quintero. La posición de estadista de, De La Espriella, no era bien vista por algunos sectores del PRD y de los militares. Ellos tenían previsto hacer que el candidato oficialista ganara a como diera lugar. El expresidente sostiene que la figura de, Nicolás Ardito Barletta, surgió a petición del gobierno norteamericano. Otros sostienen que fue una imposición de Noriega. El general pensaba que su poder se vería minimizado con los dos posibles candidatos, Ernesto Pérez Balladares y Rubén Darío Paredes. El excesivo carácter y temperamento de ambos podrían incidir para que Noriega no tuviera el control absoluto del país. Ricardo De La Espriella coincide en que los sectores civiles del PRD aprobaron la candidatura de, Ernesto Pérez Balladares, pero Noriega y la cúpula del ejército la rechazaban.

El expresidente sostiene que, en una ocasión, Nicolás Ardito Barletta, se le acercó para hablarle de lo que sería el próximo gobierno manejado por él y frente a esos comentarios le dijo que primero tenía que ganar las elecciones del 6 de mayo y luego hablar de lo que sería su administración.

Cuando le dijo a, Ardito Barletta, que tenía que triunfar con los votos notó un cierto enfado en la cara del economista y este le respondió... “¡nosotros vamos a ganar y punto!” Para muchos, Nicolás Ardito Barletta, fue impuesto por la bota militar. Expertos políticos sostienen que él no ganó ese torneo electoral y que, Arnulfo Arias Madrid, triunfó por decenas de miles de votos. Le hice saber a, De La Espriella, que, Ardito Barletta, dice que tiene las actas que le suministró el Tribunal Electoral donde se le declara vencedor. Sobre esto, el expresidente afirma que no se había iniciado el conteo de votos en, San Miguelito y ya, Arias Madrid, aventajaba a su rival por 35 mil votos.

Le dije a, Ricardo De La Espriella, que algunos oficiales de las Fuerzas de Defensa me informaron que, Arnulfo Arias Madrid, ganó con una diferencia superior a los 80 mil votos. También le relaté que esos mismos militares aseguraron que, Ardito Barletta, tenía razón cuando manifestó que las actas en su poder lo daban como ganador. “Eso es cierto, lo que no sabe es que muchas de esas actas que posee fueron alteradas antes de que llegaran a la junta nacional de escrutinios”, asegura uno de los oficiales del ejército. Durante la entrevista pude notar que el expresidente, De La Espriella, también comparte la tesis de que, Arnulfo Arias Madrid, fue el legítimo ganador del proceso electoral del 6 de mayo de 1984, el primero en realizarse, después del golpe de Estado del 11 de octubre de 1968. Analistas políticos consultados estiman que la cercanía al doctor, Arnulfo Arias Madrid y la decisión de encabezar unas elecciones honestas, fueron las dos razones que llevaron a los militares a sacar a, De La Espriella del poder civil. Sobre esto, el expresidente considera que hay una razón lógica en esta afirmación. El empeño de, De La Espriella, de presidir unas elecciones honestas tenían dos razones: La primera, estaba convencido de que así tenía que ser y la segunda es que con esta decisión cumplía con el sueño de Torrijos de permitirle a los civiles volver a gobernar y que los militares regresaran a los cuarteles.

Dentro de la conversación, el expresidente confirmó lo que muchos dicen a voces, la presión de los organismos financieros internacionales que ponen de rodillas a los gobiernos. Durante su mandato, el país atravesaba por una situación económica difícil. Es más, como periodista, fui testigo de una afirmación que hiciera, Menalco Solís, ministro de Planificación y Política Económica a principios de 1983. Dijo que, de continuar la situación, el gobierno no tendría dinero ni para pagarle a los jubilados. La presión de esos organismos internacionales obligó al expresidente a hacer cambios en su equipo económico, de esa manera cumplió con esa exigencia y esas instancias internacionales le dieron oxígeno económico al gobierno para hacerle frente a los problemas internos.

Ricardo De La Espriella también lamentó la muerte del doctor, Hugo Spadafora. A pesar de los juicios y las versiones populares, sostiene que sobre ese caso no se sabe toda la verdad. Tampoco tiene claro de cómo y por qué unos militares, encabezados por el coronel, Leonidas Macías, intentaron darle un golpe al general, Manuel Antonio Noriega, el 16 de marzo de 1988. Sobre los hechos del tres de octubre de 1989, sintió un dolor profundo por la muerte de 11 oficiales de las Fuerzas de Defensa.

El expresidente visitó al general, Noriega, cuando estaba preso en El Renacer y allí, según, De La Espriella, Noriega le confesó que él no dio la orden para fusilar a los oficiales golpistas. En cuanto a la invasión sostiene lo que dijo en aquella ocasión... “Fue un hecho innecesario donde murieron muchos inocentes. Había formas para arreglar el problema de Panamá, pero nunca a través de una invasión militar contra una nación pequeña e indefensa”, expresa, De La Espriella. Hoy, a los 57 años del golpe contra el tres veces presidente, Arnulfo Arias Madrid, De la Espriella reconoce que, con el proceso revolucionario, que encabezó Torrijos, Panamá no solo creció en estructuras y desarrollo... también recuperó la soberanía plena a través de los tratados, Torrijos Carter. La entrevista terminó con un apretón de manos y agradecí el gesto del expresidente por haberme permitido entrevistarlo después de muchos años de silencio.

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