Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 27/07/2014 02:00
‘Yo llegué a Panamá hace ya casi seis meses, en unas semanas debo regresar a Colombia. Nunca me había dedicado a esto, pero lo hice porque la fábrica donde trabajaba quebró. Una amiga me dio el contacto del reclutador. Él fue el que me conectó con la gente acá en Panamá. Una les manda algunas fotos por correo y acá deciden. Pero no todas lo hacen así. He conocido a varias que se compran su boleto para acá sin tener nada asegurado. Cuando llegan a acá es que empiezan a buscar dónde se colocan. Ya al tener un lugar fijo es que haces un contrato, puede ser de 3, 6 o 9 meses. Incluso hasta de un año.
Aquí te cobran todo: Comida, habitación, ropa. Una puede comer afuera, pero no es muy seguido que lo hacemos. A las que bailan, solo son algunas, no les cobran los $125 de la habitación. Si un cliente nos compra un trago, nos dan $1. Por una subida (término utilizado en el argot de la prostitución para referirse a cada vez que una prostituta logra que un cliente pague por 15 minutos de sexo. Una subida son 15 minutos, media hora son dos subidas, y así) , a nosotras nos dan $10 y el local se queda con $13. Cuando es una ‘fantasía’ (tríos), por el mínimo, que es media hora a $165, lo que nos toca, es más ($30 para cada una y el resto para el local). Pero nosotras manejamos también nuestras propias tarifas, aparte, con los clientes. Por ejemplo, hay unas que no se desvisten completamente si no les das $20 adicionales. Ciertas posturas tienen un precio extra. Por ejemplo, el sexo anal puede costar entre $20 y $100 dólares más de lo que se paga en la caja. Esto sin contar la propina y los trabajos por fuera. Tengo una lista de ‘amigos’, que me llaman y me sacan de aquí. Por dos horas yo cobro $100 y el cliente paga el lugar, push o pensión, no voy a apartamentos privados. Eso sí, siempre tengo que estar de vuelta a las 5 de la tarde.
HISTORIA COMÚN
Esta es la historia de Manuela, una prostituta que trabaja en un night club (eufemismo al que se recurre para no utilizar las palabras prostíbulo o burdel) ubicado en Vía España. Tiene tres hijos (así como muchas de sus compañeras, el primero lo tuvo antes de cumplir la mayoría de edad y el último, hace poco más de dos años. Todos tienen papás distintos) y no terminó la escuela. Como la de ella, hay muchas otras historias similares de mujeres que, ante la falta de oportunidades, deciden dedicarse al llamado ‘oficio más viejo del mundo’ y emigran a Panamá. Según el Ministerio de Salud, en Panamá hay, aproximadamente, 7 mil mujeres dedicadas a la prostitución.
Ninguno de los hijos de Manuela sospecha lo que hace su madre en Panamá. A los tres – el varón de 16, la niña de 11 y el más pequeño de 2 años– los cuida la abuela. Ella dice que con el dinero que ha hecho en Panamá pretende abrir un internet café allá donde vive.
ANGIE
Quería ser artista. Estudiaba canto, baile y actuación; pero un día ya no hubo dinero en casa para continuar con las clases y hasta ahí llegó el sueño. Siempre me han dicho que parezco modelo e, incluso, llegué a hacer unos trabajitos de ese tipo; pero, así como yo, hay miles de muchachas bonitas. Un día alguien me hizo una propuesta, que al principio no me gustó, pero me puse a pensar y me dije: ‘¿por qué no?’. La cosa es que, aunque es sacrificado, la plata llega. Y llega bien. Por eso me quedé en esto.
Cuando llegué me fui a trabajar a la Vía Veneto, pero ahí es muy difícil. Hay mucha competencia y muchos peligros, si eres colombiana no puedes caminar por ahí, aunque no estés trabajando, si la Policía te ve y te escuchan el acento, te llevan. Luego de un tiempo me fui a trabajar a un local de estos de lujo que hay en Calle 50. Estuve ahí poco más de un mes, no me gustaba el ambiente. Los ‘yeyesitos’, como los llaman ustedes, creían que por $500 podían hacer lo que fuera con nosotras. Además, saliendo del local me sentía expuesta a cualquier riesgo. Así que un día dije ‘‘no más” y me fui. Empecé a buscar un local donde me recibieran y el primero al que fui fue a éste.
Ya me ha tocado varias veces un muchacho que viene aquí y si antes no aspira un poco de droga no logra una erección. También otro ‘ pelao ’, no pasa de los 28 años, que cuando viene, lo que pide es que una haga de hombre. Hasta trae guantes desechables para que hagas lo que te pide y te da muy buenas propinas. Ya se ha vuelto famoso entre las muchachas por eso. Y esto son las cosas más light . Hay cuentos mucho más serios. Por ejemplo, hace unos días, una muchacha tuvo que llamar a seguridad porque el tipo con el que subió le empezó a pegar. También me han contado que hay un tipo, viene por aquí cada cierto tiempo, al que le gustan cosas muy asquerosas. Siempre hay un cliente que te pide que lo orines; pero éste rebasa todo eso. A él le gusta jugar con el excremento. Sí, pide que se lo embarren y otras cosas. ¿Cómo sigue viniendo? Lo que pasa en los cuartos, si nosotras no lo reportamos se queda ahí. Algunas, si les das dinero, están dispuestas a hacer hasta lo inimaginable’.
DILEMA
Hace unas semanas, la Red de Trabajadoras Sexuales solicitó que en Panamá se cree una ley que proteja a todas aquellas personas que se dediquen a la prostitución. Según una noticia publicada el 3 de junio pasado en La Estrella de Panamá , Juana R. Torres, representante de la Red de Trabajadoras Sexuales declaró que ‘ las sexoservidoras necesitan una ley que las proteja, debido a que todos los días son objeto de persecución por parte de los agentes de la Policía Nacional (PN) que les imponen multas y las golpean y en muchas ocasiones son víctimas de crímenes que no son investigados’.
La solicitud de Torres fue bien vista por unos, y rechazada por otros. Por ejemplo, en ‘La Decana’ se publicó un artículo de opinión titulado ‘Sobre la regulación de la prostitución’, en el que su autor, de nombre Clarence King, analiza: ‘Para mí es ridículo y criminal que nuestra sociedad acepte la prostitución como una opción vocacional saludable. La prostitución es una deshumanizante violación de la dignidad humana que devalúa todo a su alrededor, ya que ‘normaliza’ la venta de seres humanos, y también ‘normaliza’ el ‘derecho’ de los hombres al cuerpo de las mujeres, y por lo general es controlada por elementos criminales y despóticos de la sociedad’.
Silvio Guerra, según una publicación de Panamá América del 2013, comentó que ‘En Panamá la prostitución como tal no es ilegal. No hay una norma que así lo diga’. En realidad, comentó Guerra, lo que no está permitido, y se castiga, es el proxenetismo.
El ‘Comité de América Latina y el Caribe para la defensa de los derechos de la mujer’, publicó en 2010 un informe sobre la ‘situación de derechos humanos de las mujeres en Panamá’.
Al referirse a la prostitución, en el documento se señala que ‘La situación de Panamá, señalado como corredor de tránsito para el tráfico y trata de personas no sólo se mantiene sino que se agrava’.
Según el Comité, ‘la explotación sexual comercial que es también padecida por mujeres menores de edad, no es fácil de identificar porque una de sus múltiples modalidades, entre ellas ocurre a cambio de favores económicos a las familias de las víctimas que ven compensadas sus carencias’.
Por último, se señala en el informe que ‘se mantiene la explotación sexual de mujeres que son engañadas en sus países y que al ingresar a Panamá son sometidas como esclavas por los dueños de establecimientos dedicados a brindar ‘favores sexuales’.
ALICIA
Tenga cuidado con mis ‘niñas’ (senos), que todavía están sensibles, por eso las tengo vendadas. Hace unas semanas me tuvieron que operar porque me había salido algo extraño en una de ellas, como un lunar, una verruga en el pezón no sé como describirlo. Luego me salió en el otro. Como no se me hacía normal, fui al médico a que me revisara. Me dijo que eran unos pequeños tumores. Me fui a Colombia a operar. Me los sacaron . ¡Cómo me dolía al principio! Tengo que pasar tres semanas más así, vendada y sin que nadie me los esté tocando o hacer movimientos bruscos. Algunos clientes se molestan que no los dejo tocar. Inclusive me han reclamado que por qué no les aviso antes de subir. Ya de por sí las cosas son difíciles cuando una tiene 40 años y tiene que competir con las jovencitas recién iniciadas en esto.
Pero no soy la única en situaciones así. Hace unos días, una compañera tuvo un problema con un cliente. Resulta que ella se desgarró un músculo en el vientre. El médico le comentó que se debía al esfuerzo que hacía al practicar ciertas posiciones, como el estar ella arriba. El médico le dijo que necesitaba descanso para recuperarse. Obviamente ella le dijo que no podía dejar de trabajar. Una puede hacer de todo menos eso, dejar de trabajar. El doctor le dijo, entonces, que tenía que limitarse a ciertas posiciones, y que había varias que por un tiempo estaban prohibidas. Ya lleva tres semanas así. Hace un par de días un cliente salió del cuarto antes de que terminara el tiempo y exigía que le devolvieran su dinero o que le permitieran entrar con otra niña, porque no había quedado satisfecho. Al final al tipo lo sacaron de aquí los seguridad, pero a ella le llamaron la atención. No les importó que ella les explicara su problema, la pusieron sobreaviso. Estoy segura que en cualquier momento la sacan.
Cosas así nos preocupan, porque, aunque tengas un contrato, en cualquier momento te pueden sacar. Aquí hay que hacer dinero, si no subimos una cantidad mínima de veces al mes, te sacan de aquí. Por eso es que casi ninguna se toma su día libre (tenemos derecho a un día libre a la semana). Y cuando estamos con el periodo apenas nos ausentamos dos.
Aquí hubo una compañera que le dio apendicitis. Obviamente ninguna de nosotras está asegurada, así que la llevaron al Santo Tomás, pero allá las cosas demoran mucho y como los jefes no quieren que nos ausentemos demasiado, entonces la agarraron y se la llevaron a un hospital en privado, uno que queda cerca... Creo que es el de Paitilla. La cosa es que allá la operaron y la atendieron y todo; pero al final, a quien le cobraron la cuenta fue a ella. Y aquí se desentendieron. Todo lo terminó pagando ella. Y ahí se fue todo el dinero que había ahorrado para llevarse a casa.