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- 23/02/2016 01:00
La terminal de transporte de David se encontraba este fin de semana colmada de campesinos de la etnia Ngäbe Buglé que regresan a sus hogares tras culminar el periodo de zafra en las fincas cafetaleras de Costa Rica, Renacimiento y Tierras Altas.
Portando bolsas, cajas con alimentos, mochilas y acompañados, en muchas ocasiones, de sus hijos, cientos de indígenas panameños esperaban la llegada de los autobuses que los transportarían hasta las zonas de Tolé, Soloy, San Félix y Changuinola, en l a comarca.
El retorno al hogar no es fácil ni corto. Alfredo Macho, quien esperaba el bus que lo llevaría hacia Tolé, comentó a La Estrella de Panamá que, después de llegar a este poblado, tendría que emprender otra jornada de viaje a pie, de un día de duración, hasta las montañas de Peña Blanca, en el área comarcal.
Este año, más de diez mil indígenas solicitaron permiso para viajar a Costa Rica. Seis mil lo hicieron por Río Sereno y cuatro mil por Paso Canoas.
La migración en esta zona es un fenómeno centenario, pues antes de la existencia de las fronteras nacionales entre Costa Rica y Panamá, los indígenas solían desplazarse por motivos económicos y familiares o culturales.
El movimiento migratorio se empezó a registrar de forma trasnacional desde la década de 1920, motivado, principalmente, por el cultivo del banano.
Más recientemente, la migración se produce hacia las zonas cafetaleras del área atlántica-sur, la región Bribri-Sixaola y la ruta migratoria de San Vito de Coto Brus, Pérez Zeledón y la zona de Los Santos, en el país vecino.
A pesar de ser altamente valorados por los productores de café como mano de obra diestra —pues saben cómo tomar la semilla de esta planta sin maltratarla—, los indígenas panameños reciben salarios de sobrevivencia.
Aun así, para ellos representa una oportunidad que no encuentran en su sitio de residencia, donde prevalece la escasez de tierra productiva, acceso a educación, servicios de salud y agua potable.
En mayo de 2009, Panamá y Costa Rica firmaron un acuerdo para facilitar el ordenamiento y control de la migración de la población indígena panameña.
El acuerdo compromete a los Gobiernos de los dos países a crear un comité técnico permanente, con el objeto de ordenar, encauzar y controlar los movimientos migratorios con fines de empleo de estos trabajadores y sus familias.
En los últimos años, según la antropóloga Rocío Loría Bolaños, se está registrando el fenómeno de que algunas familias ngäbes no están regresando a Panamá. Se están quedando en las zonas cafetaleras para incorporarse a trabajos más permanentes en el vecino país.
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FENÓMENO MIGRATORIO
Anualmente, miles de indígenas panameños cruzan la frontera