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‘Las nuevas fuerzas políticas están reproduciendo los viejos vicios de la política’
- 23/11/2025 00:00
En medio de los intentos por renovar los liderazgos de los partidos más antiguos y de mayor membresía, surge la duda de si eso bastará para evitar su extinción. A juicio del sociólogo, investigador y director del Departamento de Sociología de la Universidad de Panamá, José Lasso, el problema es estructural y no se resolverá únicamente con el relevo de caras en las cúpulas. Peor aún, las nuevas fuerzas políticas, presentadas bajo la etiqueta de independientes, parecen a su juicio reproducir las mismas prácticas, lo que abre el camino al ascenso de mesías que puedan poner en riesgo la institucionalidad y normalizar un estilo de gobierno autoritario que ya avanza desde el Palacio de Las Garzas.
Los partidos hoy tienen poca legitimidad frente a la comunidad en su conjunto, y son vistos como espacios para conseguir empleo. Las cúpulas se cambian entre sí y actores que hemos visto en el pasado regresan a ser candidatos, mostrando precisamente que no hay cambios significativos en la forma en que se genera la política en el país. Los partidos han detenido las rupturas que son necesarias dentro de estas estructuras para generar nuevos liderazgos. El reciclaje de dirigentes no va a cambiar el rumbo.
Porque las cúpulas están siempre separadas de las bases, y el clientelismo también les funciona desde esas posiciones de poder. Ese clientelismo evita que surjan nuevos liderazgos, que son necesarios. Eso ha dado lugar al fenómeno de los independientes, que buscan espacios fuera de esas estructuras.
No creo. En alguna medida u otra, se darán rupturas dentro de los partidos. Lo ideal es que esas rupturas de cambio renueven la misión de los partidos como elementos de consolidación de posiciones político-ideológicas sobre cómo debe funcionar el gobierno, su administración y la política en general para el país. En términos ideológicos, tenemos partidos de una sola ideología; no hay equilibrio con posturas distintas. En Panamá hay diferentes formas modificadas de cómo se administra el Estado bajo una sola visión exclusivamente de derechas o extrema derecha. También se maneja el miedo como mecanismo para cerrar cualquier debate sobre posturas distintas, y se simplifican los debates hasta degradarlos.
Pienso que es deliberado. Elevar la calidad de la cultura política en su conjunto va a generar más exigencias en la representatividad de los partidos y, por tanto, en quienes escogemos. ¿Pero qué conviene al status quo y a las cúpulas? Que la población se mantenga como está: fácil de manejar por el clientelismo.
Las personas que no podían acceder al poder a través de los partidos, por este dominio de las cúpulas (...) generan nuevas estructuras independientes, pero conceptualmente, ideológicamente y en sus posiciones no difieren mucho de lo que hemos tenido hasta este momento. Lo hemos empezado a ver con Vamos y con el Movimiento Otro Camino. Lamentablemente, se están reproduciendo los mismos vicios de la política tradicional.
Claro, es una posibilidad.
En este contexto es muy probable si no se actúa frente a ello. En la medida en que se degrada la institucionalidad y los partidos no juegan su rol, se van a generar salidas mesiánicas con figuras que podrían debilitar aún más la institucionalidad. Eso debemos evitarlo a toda costa.
Al ver la cultura política de la población en términos de los conceptos de democracia, esta se entiende como votar cada cinco años, cuando el concepto es mucho más amplio. Si preguntamos a la población si la democracia realmente le aporta algo a la solución de sus problemas, van a darse cuenta de que, en efecto, la democracia como sistema está muy separada de la realidad que vive el panameño. No les interesan tanto las instancias democráticas si estas, en su conjunto, no resuelven sus problemas en términos materiales y, en general, no fomentan una participación más activa. Hay que elevar la participación democrática real.
Para explicar todo el fenómeno habría que entender los elementos que acompañan la llegada de Mulino al poder: el agotamiento de los partidos, sus vínculos con Martinelli que le permitieron ganar la elección y una crisis con protestas que él respondió con promesas de mejores condiciones materiales en el famoso “chen chen”, algo que cala en una población que vive altos niveles de necesidades, exclusión social y desigualdades. Entonces, ese mismo entorno de crisis y descontento ahora es un problema para Mulino. ¿Cuál es el peligro? Que se utilicen las instituciones democráticas como forma represiva frente a la protesta y el disenso, que se use la Contraloría como instrumento político. Eso genera un peligro para la institucionalidad y la democracia en su conjunto.
Es posible que el descontento de diferentes actores sociales los lleve, pese a todas sus diferencias, a organizarse en un solo bloque. Aunque el Gobierno está creando condiciones frente a ese escenario, con ataques directos contra el Suntracs y Asoprof, dos grupos que son punta de lanza en las protestas. También la reglamentación del derecho a huelga en el sector público hace poco, mermando el derecho a huelga, es parte del panorama. El presidente no ha ocultado su interés de abrir la mina, pese al rechazo multitudinario en 2023. En el Departamento de Sociología desarrollamos un estudio durante esa coyuntura y, precisamente, un 75% de la población estaba en contra; eso todavía está presente. No está clara la efectividad de la estrategia que han venido desarrollando para tratar de convencer a la población de que el país no puede funcionar sin la actividad minera. No se puede descartar una crisis política importante.