- 25/04/2011 02:00
PANAMÁ. No sólo en el remozado estadio Rommel Fernández se practica el atletismo. En el Órgano Judicial (OJ) funciona otra pista en la que ya comenzó una desaforada carrera por un cargo de magistrado. Como asunto curioso, la competencia es protagonizada por dos primos: Carlos Cuestas Gómez y Marcela Gómez de Antinori.
Carlos Cuestas ejerce, desde 1990, la posición de secretario general de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). En la década de los 90 también se desempeñó como suplente del magistrado Fabián Echevers en la Sala Segunda de lo Penal del máximo tribunal de la república.
Marcela Gómez de Antinori labora, desde el año 2006, como magistrada en el Tribunal Superior de Niñez y Adolescencia, aunque su nombramiento es interino. Antes de trabajar en este despacho, fungió como jueza de Circuito Penal.
El esposo de Marcela, Frank Antinori, es primo hermano de Italo Antinori, ex defensor del Pueblo y quien, por estar involucrado en el affaire PAMAGO (Perseguidos por Ana Matilde Gómez), no tuvo otra opción que renunciar como coordinador del gobierno para promover las reformas constitucionales.
El caso PAMAGO, de paso, igualmente provocó el naufragio de las aspiraciones de Italo Antinori para integrar la Sala Quinta de Garantías Constitucionales de la CSJ, que está próxima a ser conformada por tres nuevos magistrados.
Con la inminente aprobación del abogado Harry Díaz, quien reemplaza a José Abel Almengor, como magistrado de la Sala Penal en la CSJ, ahora todas las miradas se dirigen hacia la despedida, el próximo 31 de diciembre, de los magistrados Winston Spadafora y Alberto Cigarruista.
En efecto, el Órgano Ejecutivo debe nominar en octubre o noviembre venidero a los reemplazos de Spadafora (Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo y Laboral) y Cigarruista (Sala Primera de lo Civil).
El nombre de Carlos Cuestas Gómez suena de manera insistente para llenar una de estas dos posiciones en la CSJ. Ello sin contar que su nombre también puede ser tomado en consideración para conformar la futura Sala Quinta, que también estará compuesta por tres magistrados inéditos.
Sin embargo, Marcela, la prima de Carlos, no está muy contenta con esta noticia. Si Carlos Cuestas es nominado (para cualquiera de las cinco plazas en lista en la CSJ) por el presidente Ricardo Martinelli —y luego ratificado por la Asamblea Nacional— Marcela tendría que abandonar su interinidad como magistrada del Tribunal Superior de Niñez y Adolescencia.
Resulta que el artículo 53 del Código Judicial determina: ‘No puede haber en la Corte Suprema de Justicia, ni en los Tribunales Superiores, dos o más magistrados, funcionarios o suplentes que sean uno respecto de otros, cónyuge o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad’.
Ante este escenario, Marcela se ha robado la partida, como se dice en el argot atlético. Ella ha removido cielo y tierra para que, lo más pronto posible, el presidente de la CSJ, Aníbal Salas, presente al pleno los resultados del concurso que se convocó para ocupar la principalía en el Tribunal Superior de Niñez y Adolescencia, revelaron a La Estrella fuentes judiciales.
Aunque Marcela no obtuvo la mejor posición en la lista de elegibles (la jurista Damaris Espinoza mantiene el primer casillero con una significativa diferencia en puntos), ella empezó la calistenia —el calentamiento previo a la competencia— para lograr un mínimo de cinco votos del pleno para convertirse en magistrada permanente.
Si en las próximas semanas Marcela es designada como miembro definitivo del colegiado de Niñez y Adolescencia, su primo Carlos Cuestas no podría ser eventualmente nominado por Martinelli para una de las cinco vacantes en la CSJ.
Pero Carlos Cuestas no está con los brazos cruzados, manifestó la fuente. Con más de dos decenios como secretario general de la CSJ y una extensa labor judicial, él sabe que se trata de una oportunidad de oro para ser parte del máximo tribunal del país y, posteriormente, luego de un decenio, retirarse a través de la puerta principal y con la frente en alto.
Para nadie es un secreto que el Órgano Ejecutivo puede ejercer la presión suficiente para detener, en un santiamén, cualquier convocatoria del pleno de la CSJ para decidir quién se queda con la plaza en el Tribunal Superior de Niñez y Adolescencia.
En pocas palabras, el que sea ratificado primero —Carlos o Marcela— dejará sin hacha ni calabaza al otro. Es cierto que familia es familia, pero también una magistratura es una magistratura.