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- 26/06/2009 02:00
En esa metralla de salva tan de cara a los medios que el contralor de la República emprendió en la agonía de su mandato resultó zarandeado a placer el ministro de Educación, Salvador Rodríguez, un panameño que ha logrado más por el país y por el propio gobierno de Torrijos que la mayoría de los funcionarios anodinos que ocuparon el Gabinete. Hagamos memoria.
En el año 2005 la actual administración daba tumbos en su peor momento, sobrepasada por FRENADESO e incapaz de generar una solución propia para la Caja de Seguro Social. Luego de hacer de la Universidad Tecnológica la mejor casa de estudios del país, Salvador Rodríguez se ofreció para moderar el Diálogo por la Caja. Ese ofrecimiento fue recibido en Palacio como un regalo del cielo.
Allí, en ese instante de zozobra para el país, apareció el rector y se hizo cargo de un proceso en el que toleró con paciencia y entereza agravios personales, desplantes y atropellos. Y sin buscar protagonismo fue contribuyendo a tejer pacientemente una solución que iba a garantizar no solo la estabilidad de la Caja sino la viabilidad misma del presidente. Rodríguez se hizo cargo con éxito de uno de los problemas políticos más complejos que enfrentó el gobierno PRD.
Basado en tales resultados, el año pasado el presidente le pidió encargarse del Ministerio de Educación. Luego del fracaso estrepitoso de tanto ministro, pocos panameños estaban dispuestos a retomar tal vez la peor gestión educativa de la historia del país. No Salvador Rodríguez, quien nuevamente dijo que si, una decisión que le reveló como alguien poco dado a lo político. Pero pronto comprobó que ni la más honesta de las voluntades es suficiente en una institución que simplemente se vació, fracasó.
De manera que independientemente de que el ministro tenga que aclarar lo que tenga que aclarar a Contraloría, aquí aparte de fondo hay un tema de formas. Los problemas del Ministerio de Educación no comenzaron con Salvador Rodríguez; por ello el maltrato público que se perpetra en contra suya es una muestra de desprecio y mal agradecimiento por lo que hizo por el país, y por el señor presidente Torrijos.
Señalándole con vehemencia y sin tregua, el contralor hizo su día de campo con el ministro, no tuvo tanta suerte con la procuradora. Siendo un hombre sin piso político, sin comentaristas pautados ni asiento en el CEN del PRD, Salvador Rodríguez es un objetivo fácil de acometer. Pero como suele ocurrir en política, los resultados hablan más alto que las palabras. Y en ese apartado Salvador Rodríguez tiene mucho que mostrar. Bastante más que recortes de periódicos, si me explico.