Interculturalidad e identidad nacional, un nuevo debate

Actualizado
  • 11/10/2015 02:00
Creado
  • 11/10/2015 02:00
La identidad panameña ha sido recurrente casi desde los momentos en que surgió el Estado en 1903

El tema de la identidad panameña ha sido recurrente casi desde los momentos en que surgió el Estado en 1903.

Podría pensarse que para los ciento doce años de existencia del Estado nacional, debíamos ser un país con una personalidad nacional consistente, derivada de las luchas históricas que las generaciones de panameños han realizado en la construcción de un estado soberano.

Al menos esta ha sido una de las razones por las cuales la sociedad panameña se ha visto constantemente demandada para demostrar su existencia como país que merece el respeto de las demás naciones del mundo.

SOMOS O NO, UNA NACIÓN

En 1916 Eusebio A. Morales planteó el problema en su famoso discurso de toma de posesión del presidente Manuel Ma. Valdés, en el cual se preguntaba, casi retóricamente, si somos o no una nación.

Retóricamente, porque él estaba convencido de la personalidad histórica de la nación panameña, decimonónica, pero sometida al propio cuestionamiento debido a la presencia norteamericana en cada espacio de la institucionalidad en desarrollo del novel estado.

Su pregunta en principio parecía dirigida a sus colegas políticos, pero también sugiere la angustia emergente de un político estadista que percibe la debilidad intrínseca a una sociedad enfrentada a la nueva situación sin el control absoluto del timón del Estado, de su soberanía, un concepto entonces redondo y absoluto, hoy puesto en discusión por la globalización.

Su angustia procedía de su experiencia como diplomático en los Estados Unidos cuando era objeto de comentarios hirientes relativos a la condición de Estado de Panamá. No pocos países de América Latina coincidían con Colombia que Panamá había sido un invento norteamericano y poco menos que un despojo neocolonial.

ESTADO Y CONCIENCIA NACIONAL

Esta conciencia nacional debilitada emerge, según él, particularmente porque desde una perspectiva heroica debimos habernos ganado la independencia con lucha y no obtenida mediante el influjo y el poder de otro estado.

Para Morales todo Estado tiene como fundamento a la nación (El estado es la nación organizada políticamente), siendo ésta el principio metafísico unificador de la sociedad, basado en las propiedades inherentes, territorio, lengua, historia comunes, proyecto propio.

La nación es la savia, el espíritu que mueve al estado, que le da sentido y realidad. Al menos estas palabras suenan a categorías casi tangibles, reflejadas en procesos y proyectos políticos de los estamentos sociales que, aunque en pugna, pudieran haber acordado tácitamente, al estilo de Rousseau, el sentido, el leitmotiv, la weltenshaung, el norte, de la nave del estado.

Al menos esto es lo que pareciera en principio haber ocurrido con la construcción y adopción de la bandera, con el himno nacional, y los acuerdos de una clase política pertenecientes a los dos partidos, conservador y liberal, durante la independencia y en los años posteriores.

EMERGENCIA DEL ESTADO PLURALISTA Y MULTICULTURAL

Por tanto, en este punto no debiera haber dilemas ni contradicciones. Y así fue por un tiempo. Sin embargo, a pesar del desmoronamiento de la filosofía que la sustentaba, la del Estado Nación, el modelo se ha mantenido hasta el presente, ahora contrastado con la nueva propuesta del Estado pluralista, multicultural.

Esta corriente se viene planteando en los últimos cuarenta años contribuyendo a la crítica y a la deconstrucción del modelo del Estado Nación como excluyente de elementos de la sociedad o de la población que no habían sido invitados al banquete de las relaciones de poder de entonces, estos grupos, identificados como marginales, fueron los afro descendientes y los indígenas.

La emergencia de estos actores, que en realidad estaban ubicados detrás de las cortinas del escenario, como las voces no identificadas de un coro que reclama sus derechos frente a posibles catástrofes.

La devolución del Canal al Estado panameño después de la firma de los Tratados Torrijos Carter, contribuyó a sellar lo que se consideró la principal contradicción de la sociedad panameña: la presencia norteamericana en territorio nacional.

Sin embargo, el planteamiento del tema de la identidad casi de manera constante, especialmente después de la invasión norteamericana en 1989, sugiere que este proceso no ha logrado consolidarse, aun cuando muchos están de acuerdo en que la identidad no es un producto sino un proceso. Si esto es así, la pregunta sería qué clase de proceso y cuál es su dirección.

ALGUNOS ELEMENTOS CLAVES: LA EDUCACIÓN BILINGÜE

La educación bilingüe e intercultural es una propuesta que surge del seno de la comunidad indígena, primero desde la comunidad guna de Guna Yala. En su momento algunos maestros gunas observaron que a pesar de la prohibición del Ministerio de Educación de no hablar en guna a los niños de primaria, solo podían hacerse entender mediante su propia lengua.

De contrabando practicaron el bilingüismo, al menos en los primeros años, evitando el castigo por parte de los supervisores no indígenas, demasiado intransigentes con la regla. Uno de estos maestros proactivos… logró convencer a otras instancias para probar la viabilidad de la práctica, porque se percibía que los estudiantes en contextos no indígenas tenían problemas de comunicación, como para hacerse entender pues tenían que pensar primero en guna y luego hacer la traducción al castellano, un castellano pobre aprendido a la fuerza, un rasgo observado entre estudiantes universitarios con problemas de escritura en castellano.

Probablemente por una reacción más de política que de convencimiento metodológico y sociopolítico, el ministerio aceptó, quizá bajo la presión internacional, abrir una unidad para el desarrollo del programa de educación bilingüe e intercultural, con profesionales indígenas dentro del programa, pero con poco apoyo financiero, considerando que se trataba de una unidad que debía brindar no los servicios sino estructurar las políticas a seguir con base a investigación entre los distintos grupos indígenas del país, incluyendo la participación de lingüistas, y otros especialistas. Eso no ha ocurrido, limitando de hecho el alcance del programa.

Es poco lo que sabemos de las lenguas indígenas panameñas (todavía decimos dialecto) y mucho menos de los proceso de transformación que ocurren en contexto de interacciones constantes, particularmente en zonas donde los intercambios son comerciales, pero también donde los estudiantes indígenas interactúan con no indígenas en la misma escuela. Es en este contexto en que el concepto de interculturalidad aparece, como un elemento de nivel superior al de multiculturalidad y pluriculturalidad.

LA INTERCULTURALIDAD

En un mismo territorio puede darse la interacción entre pueblos distintos con espacios distintos que condicionan límites culturales entre ellos y que se mantienen por las barreras de las diferencias y los prejuicios como por los factores de control político de unos sobre otros.

Estas formas de relación, si bien pueden ser reconocidas como hechos y en base a principios de tolerancia entre unos y otros, solo contribuyen a reducir los factores de conflictividad pero no los elimina.

En su lugar, la interculturalidad apela a un tipo de relación horizontal en la que los intercambios se perciban y se demuestren en condiciones de igualdad y respeto mutuo, aceptando las diferencias como expresiones de historias distintas en cada grupo de referencia. Se construye así un modelo de identidad múltiple en el que se reconocen parte de un territorio compartido en términos nacionales, pero con espacios distintos.

En las escuelas primarias y secundarias, especialmente urbanas, donde la migración trae a la ciudad una población numerosa (más de setenta mil indígenas en la provincia de Panamá, la mayoría en las zonas urbana y periurbanas de la capital), se puede adivinar interacciones que pueden ser conflictivas y agresivas basadas en las diferencias culturales y la incapacidad de los maestros que no sean indígenas para manejar la situación.

La educación basada en la interculturalidad reduciría el bulling y cualquier otra forma de discriminación sociocultural en los salones de clase.

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