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- 28/04/2013 02:00
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El concepto democracia está relacionado con la lucha por el poder y por lo que casi siempre provoca un gran debate. Por lo general para definirla se establece como referencia el funcionamiento de la democracia ateniense. Se ha edificado en torno a ella la idea del ejercicio de la voluntad de las mayorías, aunque no se precisa la naturaleza social de aquella democracia, que en la práctica fue una democracia con la exclusión de los esclavos del ejercicio de los derechos ciudadanos.
El desarrollo de la sociedad capitalista ha ido de la mano de la democracia representativa en cualquiera de sus variantes: el presidencialismo o el parlamentarismo. Excepcionalmente en un país capitalista como Suiza, donde es menor la desigualdad social y mejor la calidad de vida de sus habitantes, se practica la democracia directa.
DEMOCRACIA PANAMEÑA
En nuestro país, a partir del orden político post-invasión, que coincide con la derrota ideológica del socialismo y la expansión del neoliberalismo, los sectores hegemónicos del sistema han ofertado a la sociedad este concepto como si fuera un producto para el mercado, difundiendo su utilidad, sembrándolo en la mente de la gente. Con ello se intenta dar una justificación al terrible daño que causó en la acumulación histórica e ideológica de la nación panameña, la invasión militar estadounidense de 1989. Un nuevo mito se alza para la sociedad panameña, el vivir en democracia.
Los mecanismos de dominación neocolonial, que se afianzan luego de coexistir con el régimen colonial erradicado el 31 de diciembre de 1999, establecen una nueva lógica para la nación. Los encargados de administrar la democracia representativa generan también el mito de las elecciones y el de competir para administrar eficazmente el Estado.
DEMOCRACIA SIN DEMÓCRATAS
El restablecimiento de la democracia representativa en los países donde se impusieron cruentas dictaduras de derecha como en el cono sur de América Latina, sin haber transcurrido mucho tiempo, se encontró con las restricciones impuestas por el modelo neoliberal de sociedad, a favor de la intensificación de la apropiación de los beneficios del libre comercio, por parte de las élites económicas.
La muchedumbre recupera su formal derecho a elegir sus gobernantes para crear, aplicar leyes y desarrollar normas por estos gobernantes elegidos’ (Roitman, 2009). Pero sus elegidos adquieren autonomía y su comportamiento estará guiado por los valores e intereses del mercado. Se generan desde el poder político prácticas antidemocráticas que aparentan ser democráticas.
La voluntad del soberano que es el pueblo reflejada en las urnas, es transgredida tal como ocurre con la correlación de fuerzas adulterada en el poder legislativo. La mayoría puede ser modificada con base a los recursos del ejecutivo y lograrse la subordinación de ese órgano de poder. Es una modalidad de golpe de Estado, donde no es necesario visibilizar la violencia. De este modo la pluralidad, independencia y contrapesos institucionales pueden ser nulas, en el marco de la democracia representativa, de la democracia sin demócratas, como la califica Marcos Roitman.
La democracia representativa ha derivado en una desarticulación de la ciudadanía política y es notable el proceso de despolitización. La democracia es vaciada de su vitalidad, haciéndose una mera idea, sin propuestas ni alternativas, ausente de un sujeto político democrático. Sirve para asegurar el funcionamiento de las instituciones del Estado mediante la regulación normativa y por medio de la elección de una élite que gobierna, bajo la lógica del mercado.
Simultáneamente, la dinámica de los negocios corroe el funcionamiento de la institucionalidad ‘democrática’.
La visión liberal no concibe la existencia de la democracia sin el funcionamiento de los partidos políticos. Pero estos deben ser expresión de colectividades de ciudadanos afectos a una doctrina o ideología.
César Quintero sostiene que, ante todo, los individuos subordinan pequeñas diferencias de opinión y se solidarizan en cuestiones de interés vital, con base a la afinidad ideológica. Este principio fundamental ha sido borrado en la democracia con la fuerza de los conceptos y prácticas del pensamiento neoliberal.
FALLAS DE LA DEMOCRACIA
En Panamá, los partidos basados en plataformas programáticas han dejado de ser partidos políticos y han derivado en partidos electorales, justificados en el pragmatismo. Sus élites procedentes de los grupos económicos poderosos hegemonizan su control. El uso oportunista del Partido, utilizado ahora como franquicia, se complementa con la práctica clientelar y refuerza la descomposición de su naturaleza democrática.
De ese modo se desplazan liderazgos auténticos, engrosan al partido tránsfugas, oportunistas y corruptos en todos los niveles, sin otro interés que obtener provecho personal de la política, lo que afecta negativamente a la democracia.
En cuanto al modelo económico y político, no hay nada que los diferencie, salvo quién será el que sea mejor para administrarlos, y lo hará quien más dinero invierta en cada elección. En eso consiste la alternancia en el poder, sin alternativas reales para transformar la sociedad.
La mayoría de los miembros de la sociedad, en virtud del eficiente desempeño del aparato ideológico del sistema, acepta dócilmente que funciona la democracia, pues se les permite ejercer el derecho a elegir y ser elegidos.
Por otro lado, bajo una formal vigencia de la democracia, se han producido en América Latina en años recientes, el desconocimiento de la voluntad del soberano, mediante exitosos ‘golpes técnicos’ de Estado, tal cual ocurrieron en Honduras y Paraguay.
No es posible afirmar que la democracia solo es posible con la existencia de los partidos políticos. Hay experiencias, incluyendo la nuestra, en las que los pueblos han tenido éxito en la aplicación de una democracia participativa, directa y pluralista. Algunos estudiosos sostienen que la democracia representativa y la democracia directa se complementan. Lo esencial es conseguir en la relación con el poder, el modo de practicar la ciudadanía.