Acción Comunal: la superioridad del hombre de bien sobre el millonario

Actualizado
  • 21/08/2022 00:00
Creado
  • 21/08/2022 00:00
Durante ocho años, el periódico de Acción Comunal contribuyó a forjar una nueva generación de panameños más cosciente de la necesidad de los valores éticos y morales y de mantener el orgullo por las tradiciones nacionales y latinoamericanas
Acción Comunal: la superioridad del hombre de bien sobre el millonario

Caía la tarde sobre la ciudad de Panamá, el 15 de agosto de 1923. Tras un pesado día de trabajo, el dentista Ramón Mora se dirigía a la botica de su suegro, en la casa No 22 de la Avenida Central, cuando tropezó con su amigo Manuel Celedonio Gálvez.

Como solía hacerse en esa época de más lentas costumbres, se detuvieron a conversar. El clima. La familia. Los amigos. Pronto el intercambio tomaba calor al referirse a las noticias del día. Un informe del secretario de Obras Públicas, el norteamericano RK West, aseguraba que no había panameño alguno con la capacitación técnica necesaria para participar en la construcción de la Carretera Central.

Las palabras de West molestaban a ambos. Lo más grave es que no representaban un hecho aislado. Una generación de panameños había sufrido la llegada masiva de norteamericanos no solo a participar en los trabajos de construcción del Canal sino a ocupar las más importantes posiciones del gobierno nacional, que aprovechaban para humillar a los locales.

Si bien políticos como el presidente Belisario Porras alegaban que la contratación de norteamericanos se debía a la necesidad transferir conocimientos, los profesionales jóvenes como Mora y Gálvez consideraban que ya era hora de detener a estos extranjeros que se confabulaban para seguir contratando a sus connacionales a costa de los jóvenes panameños, cada vez más preparados.

Acción Comunal: la superioridad del hombre de bien sobre el millonario

“Habría que hacer algo para detener estos ultrajes y humillaciones; convencer a nuestros compatriotas de darnos a respetar”, fue la conclusión a la que llegaron Mora y Gálvez. Para no quedarse solo en palabras, acordaron reunir a un grupo de amigos y conocidos para motivarlos a asumir la tarea.

Se crea Acción Comunal

Cuatro días más tarde, el domingo 19 de agosto, se reunían los protagonistas nuevamente, esta vez en la espaciosa clínica del doctor Mora, y con la presencia adicional de jóvenes interesados en escuchar su propuesta: José Manuel Quirós y Quirós, Enrique Gerardo Abrahams, JM Pinilla Urrutia, Germán Gil Guardia Jaén, Bernardo Vergara, José Pezet, José Lombardo, Nicolás Augusto García, Alberto Guardia Jaén, Rubén D. Conte, José M. Barría, Tomás Guardia, Daniel Salcedo, Víctor Florencio Goytía, José Manuel Conte.

Eran en su mayoría jóvenes interioranos de clase media, graduados en universidades extranjeras, quienes compartían sus mismas molestias y aflicciones.

El grupo se mostró entusiasmado y enseguida decidió organizarse para trabajar a favor de la patria. Tras un debate en el que se propusieron nombres como Legión Panamá, Centro de Jóvenes Panameños, Unión de la Juventud Panameña, se decidió que la nueva agrupación se llamaría Acción Comunal.

Como símbolo central del escudo, eligieron un fascio, es decir un haz de varas, que representa la fuerza del trabajo en equipo: “Una sola vara se rompe fácilmente, pero el haz resiste y permanece”. Como complemento, tomaron los símbolos de la esvástica, o cruz gamada, de moda en los años 20, como símbolo de la humanidad que avanza, y un libro con un puñal, que representaba la búsqueda de sabiduría y justicia punitiva.

Ni por un momento se le ocurrió a los jóvenes idealistas que la selección de estos símbolos, apropiados al momento, en las décadas siguientes estarían profundamente asociados a los gobiernos totalitarios de Benito Mussolini y Adolfo Hitler.

Ideología

Lejos de la imposición de la violencia y la demagogia, a los miembros de Acción Comunal los movían deseos de promover ideas de patriotismo y defensa de la patria. Consideraban que a 20 años de la separación de Colombia, Panamá vivía una situación de falsa independencia, a punto de perder los razgos de nación latinoamericana, la tradición, la lengua, la raza y la historia.

Lo que deseaban era promover el orgullo nacional, la defensa de la panameñidad frente a la invasión extranjera, la comunión del pueblo en la exigencia a los gobernantes de asumir posiciones más nacionalistas, actuar con honradez, mejorar la situación de los débiles.

Durante los siguientes ocho años, entre 1923 y 1931, la agrupación dedicó sus mayores esfuerzos a publicar un periódico que recibió el nombre de la agrupación, Acción Comunal. A través de sus páginas, con artículos de contenido y altura, promoverían los valores nacionales, denunciarían errores cometidos por políticos y gobernantes y defenderían los intereses de los obreros, los campesinos, las mujeres, causando un profundo impacto en la psiquis de los panameños de toda la república.

Su desvinculación de la política partidista les permitiría actuar con libertad para señalar el camino sin compromisos.

Cuente en balboas, hable castellano

Una de las campañas más conocidas y constantes que promovieron fue la importancia de la moneda e idioma como aglutinante de la nación. “Cuente en Balboas. Hable en Castellano”, era un slogan que se repetía constantemente en las páginas del periódico, ante la progresiva imposición de la lengua inglesa en el hablar cotidiano y en las transacciones comerciales y de gobierno.

“Una nación donde sus hijos no hablan el idioma de sus antepasados y en donde la moneda usual o corriente no sea la propia, puede decirse que no es una nación libre ni soberana”.

La campaña incluía denuncias de las instancias en que humildes panameños acudían enfermos al Hospital Santo Tomás para encontrarse con la imposibilidad de comunicarse con médicos y enfermeras estadounidenses que no hablaban una palabra de español ni tenían la intención de aprenderlo.

Igual de importante, Acción Comunal insistía una y otra vez en la necesidad de que los panameños votaran por políticos de altos valores y sentido ético: “hombres que no puedan ser comprados”, “cuya palabra sea una garantía”, “hombres que pongan su carácter sobre todo lucro”, “hombres de opiniones sanas y firmes que obren en armonía con ella”; “hombres que prefieran ser hombres de bien antes que millonarios”.

Campaña contra el tratado Alfaro-Kellog

Una de sus más importantes logros de Acción Comunal fue cohesionar la opinión pública contra el tratado Alfaro Kellog, negociado por los gobiernos de Belisario Porras y Rodolfo Chiari, un tratado al que consideraron entreguista y lesivo a los intereses de la patria.

La batalla final de Acción Comunal contra el Tratado Alfaro Kellog se dio en momentos en que el gobierno liberal de Chiari intentaba forzar a la Asamblea a aprobar este convenio que la población desconocía por completo.

En ella tuvo una actuación destacada el miembro Manuel Celedonio Galvez, que logró agenciarse con una copia del tratado descuidada por un diputado, para enviar dos versiones de esta a dos amigos de Acción Comunal, un periodista del diario El Heraldo de Cuba y otra del Repertorio Americano, de San José, Costa Rica.

Ambos medios lo publicaron íntegro y semanas después, enviaban sendos paquetes con sus ejemplares, que se vendieron en Panamá como pan caliente.

Ya con el público en conocimiento del tratado, pudieron iniciar la campaña en su contra. En un trabajo incansable de promoción, Acción Comunal llevó las denuncias a todos los rincones del país, con tal vehemencia que la Asamblea no se atrevió a discutirlo.

Unasociedad secreta

La que en un inicio fuera una sociedad incomprendida fue ganando adeptos entre la población panameña al entender la justicia de su causa, en la que prevalecían el patriotismo, la moral, las sanas costumbres, el apego a los valores como la honradez, el sacrificio.

Nada de ello gustó a los altos mandos del gobierno, que iniciaron una persecución contra los miembros de Acción Comunal, privándolos de sus puestos o impidiendo obtener contratos en momentos en que el gobierno constituía el principal motor económico de la república.

Para evitar la persecución, a partir de 1930, Acción Comunal se convirtió en una hermandad secreta, que adoptó formas y ceremonias místicas, con el uso de capuchas (moradas para los líderes y blancas para los nuevos ingresos, con las que se evitaba que se les reconociera y denunciara como miembros), además de gestos como la firma en un libro negro con gotas de la propia sangre y un juramento de respeto a la bandera mientras se mantenía una mano sobre la Biblia.

Golpe de estado o revolución

En 1931, cuando Panamá sufría de las graves repercusiones de la Gran Depresión, Acción Comunal enfiló su acción contra el gobierno de Florencio Harmodio Arosemena, a quien consideraban un presidente títere, que respondía a los intereses del Partido Liberal, un partido que dominaba la sucesión presidencial, consentía y disfrutaba de los beneficios de la campante corrupción.

El 2 de enero de 1931, los jóvenes otrora inexpertos en política, lograron derrocar a través de las armas al presidente Arosemena, en medio del aplauso mayoritario de la población, siempre con la idea de implantar un nuevo régimen, un gobierno más honrado y decente.

Después de someter al cuartel policial de Las Sabanas y el de La lotería, en la ciudad capital, atacaron el Palacio de las Garzas, donde lograron vencer a los guardias, obligaron al presidente Arosemena a dimitir.

En lugar de asumir el poder, fueron convencidos por el embajador de Estados Unidos y un grupo de “personas mayores”, políticos experimentados, de retirarse.

Así fue como fue el prestigioso abogado Ricardo J. Alfaro asumió de forma interina la Presidencia, con el fin de organizar unas elecciones que normalizaran los procesos democráticos.

Alfaro organizó las elecciones más honestas de la historia del país, en las que resultó ganador el prestigioso abogado Harmodio Arias, un presidente que sanaría las finanzas públicas y afrontaría los principales problemas del país con valentía y efectividad.

Durante el gobierno de Harmodio Arias, Acción Comunal se fue debilitando, con su membresía dividida, perdido el sentido inicial de propósito. En los años siguientes, fueron muchos los intentos de revivir la agrupación, incluso a través de la formación de un nuevo partido. Los esfuerzos continuaron hasta 1982 , cuando se constituyó la última junta directiva, integrada por Arrigo Guardia (presidente), Gustavo Tejada Mora (vicepresidente) y Alberto Quirós Guardia (Tesorero y el Secretario).

El movimiento no resistiría el embate de los tiempos pero su huella profunda quedaría marcada en la historia nacional.

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