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- 18/09/2022 00:00
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Los comicios que pasarían a la historia asociados al “Paquetazo de Veraguas” se realizaron el día domingo 7 de junio de 1936, en un ambiente de gran tensión.
“Durante varios meses, las pasiones políticas exacerbadas se han dado libre curso entre la ciudadanía; el tono de la prensa partidarista ha subido a su más alto diapasón. La efervescencia de la lucha ha ofuscado la visión y el criterio de los adversarios y se han exagerado los deméritos de los aspirantes a los más altos honores de la democracia”, alegaba el presidente Harmodio Arias, en un comunicado que llegaba a la ciudadanía pocas horas de que se abrieran las mesas de votación, acompañado de pedidos de calma durante las votaciones y el anuncio de la formación de comisiones provinciales de conciliación que coadyuvarían al mantenimiento del orden a lo largo de toda la república.
No debieron ocurrir grandes desórdenes ni eventos singulares ese día, pues 24 horas después, el lunes 8 de junio, los principales diarios del país, La Estrella de Panamá y el Panamá América, no reportaban sino los adelantos de los resultados de las votaciones.
Con datos suministrados por el Jurado Nacional de Elecciones, La Estrella de Panamá se refería a la delantera del candidato Domingo Diaz Arosemena, del Frente Popular, seguido por Juan Demóstenes Arosemena, de la Coalición Revolucionaria Nacional. En tercer lugar, según los mismos reportes, iba el ya octagenario tres veces presidente Belisario Porras y, en cuarta y última posición, Higinio Araúz, del Partido Socialista.
Si las informaciones de La Estrella de Panamá apuntaban tímidamente al triunfo del candidato opositor Domingo Diaz, la versión del Panamá América era firme y contundente con su titular de primera plana: “Triunfó Arosemena”, decía, señalando que el candidato mantenía una superioridad de 4,500 votos por encima de su rival Domingo Díaz. Tampoco era esta una sorpresa, preveniente del considerado diario oficial, que venía repitiendo semanas atrás el mismo slogan: “es seguro el triunfo de Arosemena”.
Poco demoró La Estrella de Panamá en alinearse con la versión oficial: “Debemos tener el mayor respeto por el adversario que ha sido vencido en una justa lid”, aseguraba, en un comunicado publicado en la primera plana del día martes 9 de junio, el doctor Juan Demóstenes Arosemena, intentando mostrarse magnánimo ante un conteo en el que supuestamente alcanzaba una ventaja de 2009 votos.
“Me comprometo a gobernar con los amigos que me han acompañado lealmente en la contienda y cumplir hasta donde me sea humanamente posible… pero mi gobierno no será en ningún caso instrumento de persecuciones contra nadie. Bajo él prosperarán todos los intereses legítimos y se desarrollarán con la protección del Estado todas las actividades que tiendan a crear riqueza y a traer prosperidad al país”, continuaba el candidato Arosemena, en una edición vespertina cargada de páginas y páginas de telegramas de toda la República.
“Sinceras felicitaciones por triunfo alcanzado en toda la República”, Reinaldo Barroso. Gualaca, 9 de junio de 1936. “Triunfo tuyo sintetiza éxitos democracia justo júbilo. Abrazóte. J: Aizpurúa, Divalá, 9 de 1936.
Pero la información vertida en los dos principales diarios el país contradecía la que provenía del bando de Domingo Díaz, quien animaba a la población a salir a la calle a defender el triunfo.
Lo curioso es que todavía el Jurado Nacional de Elecciones no había emitido resultados oficiales. Los sobres de la votación presidencial permanecían cerrados, en una caja fuerte del Chase National Bank. Según el programa previamente establecido, estos no se abrirían para iniciar el conteo sino un mes después.
Aun así, el Ejecutivo respaldaba la versión del triunfo de Arosemena y advertía públicamente al Jurado Nacional de Elecciones: “el triunfo del doctor Arosemena consta en las copias de las actas de votación recogidas por la Secretaría de Gobierno y Justicia. En ellas se observa “que ha obtenido la mayoría de los votos el doctor Juan Demóstenes Arosemena”.
A todo esto, la prensa internacional daba la versión más probable: a esa fecha, era muy difícil conocer el resultado, pues se trataba de una elección sumamente estrecha: la más estrecha que se hubiera dado en la historia republicana.
La exaltación del periodo de campaña y periodo posteleccionario de 1935-1936 coincidía con el ánimo imperante durante los cuatro años de gobierno de Hamodio Arias (1932-1936). El abogado penonomeño había llegado a la presidencia en medio de las más extremas dificultades económicas, producto de la Gran Depresión, la caída de la producción nacional, la disminución del presupuesto y el caos nacional. Sobre todo ello se cernía la sombra de los odios producidos por el golpe de estado de Acción Comunal en 1931, que habían alejado del poder a los grupos que habían gobernado el país durante más de una década.
Durante los primeros meses del periodo de Harmodio Arias se desmanteló un plan para derrocarlo, organizado supuestamente, por el depuesto Florencio Arosemena. Un año después, se descubría un intento de asesinato.
Era solo el comienzo de tensiones, un periodo de división de las familias más prominentes del país, y la exaltación de pasiones, que culminaron con el levantamiento de la Policía, en julio de 1935, lo que dejó a Arias sumamente debilitado, con pocos aliados, pues hasta sus amigos de Acción Comunal se alejaron (Panamá Republicano, Pizzurno y Arauz).
A este complicado ambiente se unía un punto adicional. Y es que, según el ministro de Estados Unidos en Panamá, G. Summerlin (Panamá Repúblicano, Pizzurno y Arauz), el austero gobierno de Arias había acumulado un superávit cercano a $1 .500.000, que despertaba la codicia de los políticos de todos los credos.
Contrario a la costumbre conocida, el presidente Harmodio Arias prometió en 1935 que su gobierno no auspiciaría ningún candidato oficial. Nadie le creyó.
La mayor parte del país vio cómo la maquinaria oficial se volcaba en respaldo de Juan Demóstenes Arosemena, su ex ministro de Relaciones Exteriores, miembro destacado del Partido Liberal Nacional y antiguo funcionario de las administraciones de Rodolfo Chiari y Florencio Harmodio Arosemena. Su candidatura era respaldada por la Coalición Nacional Revolucionaria, fundada por Arnulfo Arias Madrid, hermano del presidente.
“Nuestra forma de gobierno ultra presidencial y la psicología de nuestro pueblo exigen que a la cabeza de la administración pública se encuentre un hombre de carácter entero, de patriotismo insospechable, de grandes capacidades intelectuales, dinámico y probo a carta cabal. … Solo un gobierno presidido por Arosemena satisface las más severas exigencias”, decía el respetado Narciso Garay.
El principal contrincante de Arosemena era Domingo Diaz, un político de larga experiencia afiliado al tradicional Partido Liberal y apoyado ahora por el Frente Popular, formado por los partidos Liberal Doctrinario y Liberal Renovador —producto de la división del Partido Liberal— y un sector de Acción Comunal.
“No se gana la voluntad de un pueblo libre e inteligente como el nuestro monopolizando la carne, la leche, las tierras y casas. No debemos permitir, compatriotas, que se amasen grandes fortunas a costilla del pobre pueblo por medio de altos alquileres de cuartos sucios y mal ventilados.”, decían los partidarios de Juan Demóstenes Arosemena en una no disimulada crítica al candidato Domingo Diaz.
Completaban el cuadro de candidatos el anciano Belisario Porras y el representante del Partido Socialista.
“Vote por el Dr. Belisario Poras, candidato del Partido Liberal Unido, jefe único del liberalismo panameño, padre del pueblo, gran demócrata, valiente estadista, hombre honrado, el único de los candidatos que tiene programa de grandes obras para beneficio de la patria y de los asociados”, declaraba la campaña de Belisario Porras.
No obstante su supuesto carácter oficial, la candidatura de Juan Demóstenes Arosemena encontró problemas desde el inicio. Solo anunciadas sus intenciones, 4 de los 7 miembros del Jurado Nacional de Elecciones sentenciaban en mayoría que esta no era válida pues Arosemena no había cumplido con el requerimiento de separarse de su cargo en el gabinete seis meses antes de las elecciones.
No satisfecho, el presidente Arias pidió una opinión a la Corte Suprema de Justicia, pero esta prefirió mantenerse al margen de la política, alegando que no le correspondía (Panamá Republicano, Pizzurno y Arauz).
El presidente Arias optó por reconocer la candidatura de Arosemena, declarando que así lo reconocía la Constitución y la Ley 28 de 1930, que obligaba a contar “todos los votos”. Si el Jurado Nacional de Elecciones se negaba a hacerlo, la Presidencia se encargaría de suministrar los sobres y papeletas de votación, aseguró.
La mayoría del Jurado se mantuvo firme: el 1° de mayo, nuevamente la mayoría emitió una resolución que advertía que los votos a favor de Juan Demóstenes Arosemena para Presidente de la República durante el período de 1936 a 1940, “se considerarían nulos”.
No obstante, el Poder Ejecutivo, siguió el contra ataque: la Resolución No. 174 de 11 de mayo, declaraba que “el Dr. Arosemena puede ser elegido constitucionalmente presidente de la República”. La Resolución ponía dudas sobre la decisión del Jurado Nacional de Elecciones y citaba varios precedentes de candidatos presidenciales que no se habían separado de sus cargos previamente.
Así empezaba la campaña política, en medio de grandes tensiones. Vea en la próxima edición “El Paquetazo de Veraguas”.