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- 14/09/2024 00:17
- 13/09/2024 19:21
La interrelación que existe entre la memoria y la identidad de un ser humano es fundamental para poner las cosas en perspectiva y entender lo que sucede en el presente. Esa es la premisa de la exposición ‘Caja de Juguetes’ realizada por la artista Vanessa Balbo, que se verá durante todo un mes en la galería Arteconsult de El Cangrejo. Los ositos de peluche, los bodegones de frutas y las mascotas forman parte de la memoria pasada y presente que Balbo evoca a través del lienzo.
Como si fuera un libro abierto, la artista examina los objetos y los momentos que marcaron su vida por medio de una narrativa personal que se expresa por medio del color y el dibujo. En conversación con La Estrella de Panamá, la artista afirmó que denominó a su exposición “Casa de Juguetes”, porque evoca su infancia y todos esos momentos en los que la vida parecía más simple. Al producirse el fallecimiento de su madre y su abuela, Balbo sintió que con ellas también se fue su infancia.
Para ella, ver las fotos de esa época y recordar los momentos que la hicieron feliz, la hizo anhelar esos recuerdos preciados en los que su abuela la despertaba un sábado en la mañana para desayunar corn flakes y ver la televisión o cuando su madre la llevaba a la juguetería a comprar las muñecas que tanto le gustaban.
“Ver esas fotos me daba tanta felicidad y ya no pensaba tanto en la tristeza de la muerte sino en la felicidad de la vida que viví con ellas. Para mí, los juguetes eran una forma de inmortalizar esas memorias. Se sentía un poco hipócrita hacer retratos de personas que ya no están, a mí me gusta pintar a las personas en vivo y no en fotografías. Siento que es mucho más realista y divertido”, explicó.
Entonces, decidió reconstruir a su madre y su abuela a través de las memorias.
“Cuando vuelves al pasado a través de sus memorias, es una fragmentación que va evolucionando poco a poco cuando vas haciendo el cuadro. La memoria cambia, se transforma y se transmuta. Nunca se queda igual y no se va a volver a ese momento que ya se vivió”, añadió.
Balbo también busca que las pinturas se sientan desordenadas, como si la que está realizando esos cuadros es una niña que está plasmando allí sus trazos. “Más que todo, buscaba sentir diversión en mi proceso creativo y no dejar que el duelo me agobiara”, expresó.
Una de las obras que más se apegan a sus recuerdos son los bodegones. Con ‘No te vayas, el café está listo’, uno de ellos, recuerda esas mañanas comunes y frenéticas en las que los momentos para compartir en familia son víctimas de la prisa que se genera por la necesidad de cumplir las obligaciones escolares y laborales de cada día.
La última mañana en la que vería a su madre con vida, ella tomaba jugo de naranja mientras que su mamá la acompañaba tomando café de la misma taza de siempre. Lo que nunca se imaginó es que esa sería la última mañana que compartirían juntas.
“Ver ese bodegón es un ejercicio de mantener la paz que necesito para seguir adelante. Al mismo tiempo, estoy consciente de que nadie jamás me va a quitar los momentos que viví con ella. Si bien es cierto que las dos teníamos vidas ocupadas, el tiempo libre lo utilizábamos para compartir juntas ya sea saliendo a comer o a tomar algo”, agregó.
Los bodegones, al igual que otros objetos que se aprecian en la muestra artística tratan también de mostrar cómo la artista asocia dichos elementos con los recuerdos más preciados de su vida.
“Mi relación con los objetos no la concibo de manera materialista, sino con las vivencias a las que están asociados. Cuando nosotros morimos, esos objetos se quedan y nuestras memorias se quedan con dichos objetos”, explicó.
Varias muestras de ello son el conejo de peluche de su perro Baileys y las tazas de té, que le recuerdan a su amigo Ricardo. Todo ello en una dinámica en la que estos objetos se juntan para formar parte de las memorias compartidas que se tienen con los seres queridos.
Para Balbo, hacer arte es un acto para no olvidar a las mujeres que forjaron su carácter: su madre y su abuela.
“Cuando pasé todo este proceso del duelo, muchas personas me hacían sentir que tenía que seguir adelante como si eso significara un sinónimo de olvidar. ¿Cómo yo voy a olvidar a las personas que me hicieron la mujer que soy hoy en día? Perder a mi mamá cuando yo tenía los 23 años, supuso una gran pérdida que resonó hasta en mi identidad porque me preguntaba: Ahora, ¿quién soy sin mi mamá? Basé mi vida en las necesidades de mi madre. Ahora, ¿qué quiero hacer yo con mi vida si no puedo hacer a mi mamá feliz? He perdido mi propósito”, se cuestionó.
Si bien la relación entre madre e hija era cercana, también llegó a ser compleja. El momento que Balbo recuerda con mucha claridad fue cuando ella le dijo a su mamá que quería ser una artista. La respuesta fue: ‘te vas a morir de hambre’. A pesar del desacuerdo con la opinión de su progenitora, ella comprendió esos temores que tenía su madre ya que en su familia conocen muy bien los problemas financieros que vivió, por ejemplo, su abuela, quien experimentó de primera mano las penurias de la Segunda Guerra Mundial.
Después del impasse inicial, su mamá termino siendo su fanática número uno, al grado de comprarle los canvas nuevos que ella necesitaba o incluso querer cambiar de muebles para que combinaran con los colores de algunas de las obras de su hija, que colgaba en la sala de su casa.
“Siempre me impulsaba en el arte. A pesar de las peleas que tuvimos al principio, ella se sentía cada vez más orgullosa de mí cada vez que ganaba un concurso o que las personas directamente preguntaran por mí. Ella me quería ayudar cada vez que podía”, recordó.
Por otro lado, las ganas de pintar las fue desarrollando de la mano de su abuela, quien compraba las enciclopedias que leía en casa. Los apartados que más le fascinaban de esos textos eran aquellos artículos relacionados con el arte y el dibujo. Gracias a ello, adquirió las habilidades para hacer lo que más le gusta: seguir creando en su estudio de arte.