'El sacrificio', una propuesta de terror con orígenes panameños

  • 28/07/2022 00:00
El director panameño Alberto Serra llega a las salas de cine con su nueva cinta de terror y suspenso, basada en leyendas icónicas del folclore regional y la importancia de la familia
Los protagonistas (de izq. a der.): Isabella Sierra, Stella Lauri, Freddy D'Elia, y Ana Grethel SolísCedida

El género del terror y el thriller han sido pilares para la cinematografía moderna, llevando a incontables directores, guionistas y actores a expandir sus horizontes, aumentar su creatividad y jugar con la psicología humana con diferentes historias que llevan a las audiencias a lugares superficiales, pero con experiencias inolvidables, o a lugares profundos, con análisis que retan los conocimientos de los espectadores. Así, el terror se ha convertido en un vehículo transformador de las narrativas del séptimo arte global.

De su amor por este género, el director y guionista panameño Alberto Serra (Sin voz, La isla del Diablo, Coiba) llega nuevamente hoy a las salas de cine con el estreno de su nueva cinta, El sacrificio (2022), basada en leyendas de horror latinoamericano y filmada enteramente en Panamá. La cinta utiliza los recursos de leyendas regionales como 'La Llorona' y 'El Chivato', dándoles una mezcla con las raíces de una familia pequeña y sumida en la miseria.

La cinta presenta una oportunidad especial para el séptimo arte panameño, ocupando un espacio poco explorado dentro del género del terror y el suspenso. En una conversación con La Estrella de Panamá, Serra contó que la esencia de la historia nació en 2014 bajo el nombre de 'La Granja', y ha ido evolucionando a través de los años, enfocada en mostrar “una gran cantidad de drama y una fuerte conexión entre los personajes”.

“Hay mucho drama, de thriller, pero sigue siendo una película de terror”, indicó el cineasta, “aun cuando tuvimos un proceso de producción fluido, la pandemia nos alcanzó, dándonos de cierta forma un efecto positivo al tener más tiempo para trabajar en los personajes, las audiciones y los demás elementos que fueron importantes para desarrollar la historia”.

La cinta recurre a efectos visuales innovadores y que apelan a la psicología humana.

En diversas sesiones de audiciones por Zoom y otras plataformas de videollamadas, Serra logró encontrar a los actores y actrices que dan vida a la macabra idea de El sacrificio. El reparto cuenta con las actuaciones estelares de Ana Grethel Solís (Sofía), Isabella Sierra (Carmen), Stella Lauri (Eugenia), Nick Romano (El Mohan), y Freddy D'Elia (Javier), quienes se entierran en la piel de sus personajes trayéndolos a la realidad.

Entrando en el terror

La idea madurada por Serra en 2017 llega a la gran pantalla llevando en sus manos una carga por mantenerse sólida en sus 90 minutos de duración. Para el cineasta, las audiencias “podrán ver más allá de una simple película de terror” y “ver lo que no esperaban ver”.

Su sinopsis señala la trayectoria de dos hermanas –Sofía y Carmen– quienes, tras vivir para sobrevivir, llegan a la casa de su abuela, una señora mayor que reside en los campos de Chiriquí y quien es consumida por una maldición de muchos años. Es este abreboca lo que nos da una idea de lo que vendrá a través del lente de Serra.

La cinta ha ganado premios como el fondo cine Nacional 2018 del Ministerio de Cultura y Dicine, así como dos selecciones en 'Work in Progress'.

Su inclinación por el terror desde los 15 años le abrió puertas para estudiar el séptimo arte en la República Checa, graduándose en Praga, y dar un empujón a su creatividad en el ámbito del espanto.

Con El sacrificio, Serra marca un precedente y deja su huella en la industria del cine panameño, creando espacios de miedo e intriga a través de las locaciones, edición y manejo de personajes en la película.

El simbolismo utilizado por Serra para desatar algunas teorías en las mentes de los espectadores se ve en la inocencia corrompida de muñecas de época, colocadas con intención de invadir los sentidos en las áreas posibles y dejar una explicación vaga –con oportunidad para una interpretación personal– de lo que sucede al conocer al ente maligno, así como el insistente rol del río, el agua y la sangre como detonadores de momentos alucinógenos.

En sus recursos visuales y juegos de cámara es posible recordar la esencia de otras cintas macabras del cine internacional como Annabelle (2014), ¡Huye! (2017) o Espíritus oscuros (2021), que juegan con lo que creemos saber como espectadores y lo que realmente sucede en la realidad de los personajes. La creación de un monstruo grotesco que oscila entre la humanidad y lo animal deja un impacto real en la historia, pese a gozar de poco tiempo en la pantalla y estar oculto por la oscuridad.

Serra comparte su influencia por el cine de horror checo en su estilo de dirección, mostrando solo lo que quiere que veamos, a veces quedándose más tiempo en objetos inanimados o lugares, que en los personajes, regodeándose en el sentimiento de adrenalina de la espera a que algo suceda, lo que siempre es peor que el suceso en sí. Apoyándose en los sets, logra transmitir credibilidad en el horror de ciertas escenas, aun cuando los diálogos amenacen con sacarnos del embrujo de la maldición inminente.

Es la dirección de arte, llevada a cabo por Katherine Minaya (Sin voz), la que logra mantenernos atrapados lo suficiente para tener interés por la parte de horror en la cinta, logrando una relación simbiótica con la actuación de los personajes efectiva para la historia. “Nos basamos en lo que teníamos en la locación, armando una propuesta que superara lo común que vemos en películas de terror y montar el 'hábitat' de el Mohan junto con un pozo que se junta con su origen”, comentó.

En cualquier cinta de terror es necesario un ente maligno, visible o no, que nos dé el sentimiento de estar siendo observados incluso después de salir de la sala. Es el trabajo de Nick Romando como el Mohan lo que causa cierto grado de incomodidad en su primera introducción, pero reduce su impacto en sus escenas estelares donde el ritmo de la cinta se ralentiza, los efectos de sonido y el suspenso se incrementan más de lo necesario y desabastece el pánico inducido en escenas anteriores. Aún así, gozamos de un cóctel gore que deja salir toda la adrenalina contenida y brinda una de las mejores escenas de las protagonistas.

Solís y Sierra crean un vínculo trascendente frente a nuestros ojos, algo que intensifica las emociones y reacciones a las decisiones que están destinadas a tomar, ya sea a base de la ignorancia, el miedo o el amor, pero son sus interpretaciones las que hacen resonar el significado de El sacrificio en medio de una trama que no es pretenciosa, pero que queda a la deriva en busca de un puerto. Solís, en su primer protagónico, da una clase maestra en expresividad y fuerza en todo momento, y muestra un rango actoral que podrá verse expandido en futuras producciones.

Asimismo, Lauri y D'Elia destacan por una química indescriptible en sus manejos y diálogos, logrando capturar el temor y desesperación de sus personajes, así como sus intenciones para las hermanas y su conexión con el Mohan. Los actos detectivescos que llevan a cabo sirven para entender sus acciones y esperar una mayor participación emocional en la trama, que se obtiene en un intercambio de gran calidad entre Lauri y Sierra en los momentos clímax de la cinta.

Por su parte, Sierra, ya experimentada por su trabajo en La reina del sur (Netflix), destila inocencia, ingenuidad y valentía, como un arco que tiene su final agridulce al llegar el cierre de la cinta, pero que se recibe abiertamente. Si bien la cinta no da mucho con qué trabajar en el desarrollo de su rol, da una respuesta obvia a las situaciones que vivió y en lo que se convertirá aún después de mostrar los créditos finales.

La cinta tiene una serie de elementos favorables, sin sujetarse a estructuras rígidas ni narraciones complejas, deja que el espectador siga sus propios instintos y conjeturas, sin determinar si son correctas o no, pero sin perder del todo un hilo conductor casi invisible a través de la trama.

Es con El sacrificio que Panamá recibe una probada de nuevas narrativas del género del terror en el cine, dejando un camino libre para nuevas producciones de Serra u otros cineastas que deseen experimentar con la libertad creativa del séptimo arte y sus recursos.

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