Ciudadela de 3.800 años de antigüedad en Perú abre sus puertas al turismo

  • 13/07/2025 10:00
Peñico está ubicada en el valle de Supe, 182 km al norte de Lima y a unos 20 km del océano Pacífico

Una ciudadela de 3.800 años de antigüedad de la civilización Caral, una de las más antiguas del mundo, ubicada en el norte de Perú, abrió este sábado sus puertas al público tras ocho años de estudios de investigación y trabajos de restauración.

El nuevo sitio arqueológico, denominado Peñico, ha sido considerado por sus descubridores como “la ciudad de la integración social” porque fue el punto de encuentro para intercambios comerciales que usaban las primeras comunidades de la costa del Pacífico con las que venían de los Andes y las regiones amazónicas.

Peñico está ubicada en el valle de Supe, 182 km al norte de Lima y a unos 20 km del océano Pacífico.

“Es un centro urbano organizado que se dedicaba a la agricultura y el intercambio comercial entre costa, sierra y selva”, dijo a la AFP la arqueóloga Ruth Shady, quien dirige las investigaciones sobre la civilización Caral.

“Su antigüedad es de 1.800 a 1.500 años antes de Cristo, no tan antiguo como Caral”, señaló Shady.

El monumento fue construido sobre una terraza geológica a 600 metros sobre el nivel del mar, paralela a un río para evitar inundaciones.

Los investigadores estiman que se formó en la misma época en que florecieron las primeras civilizaciones en Medio Oriente y Asia.

La arqueóloga indicó que su importancia histórica radica en el aporte de elementos que permitirán conocer mejor la crisis que afrontó dicha civilización.

Precisó que esta situación tuvo que ver con cambios climáticos, generando sequías y afectando las actividades agrícolas del lugar.

“Queremos comprender cómo se formó y desarrolló la civilización Caral a través del tiempo, cuando entró en crisis por el cambio climático”, agregó.

Sus pobladores tuvieron que abandonar los centros urbanos, como ocurrió en Mesopotamia del Norte, explicó.

La apertura al turismo se inició con el toque de pututus (caracola) y con un ritual ancestral de pago a la Pachamama (ofrenda a la madre tierra) que consiste en entregar a la tierra productos agrímcolas, hojas de coca y bebidas típicas como chicha de jora (maíz) para agradecer por sus bondades y pedir prosperidad.

Fue escenificado por artistas de la zona.

“Lo que estamos presentando implica investigación y la conservación de los edificios que están listos para el público con un circuito turístico”, declaró a la AFP el arqueólogo Marco Machacuay.
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