- 01/09/2020 00:00
The President has received your dispatch of this date and awaits your letter. Meantime, however, the question may be ultimately determined. He assumes you have not yielded the claim by right of conquest. In fact, the destruction of the Spanish fleet on May 1 was the conquest of Manila, the capital of the Philippines. The President has confidence that the Commission will be able to make a treaty on just and honorable grounds. A failure to do so would be greatly to be regretted. HAY
“El Presidente recibió su despacho (…). Él asume que usted no ha cedido el derecho de conquista. De hecho, la destrucción de la flota española el 1° de mayo supuso la conquista de Manila, la capital de Filipinas. El Presidente confía en que la comisión será capaz de concertar un tratado (…)”.
Es el contenido de las indicaciones que el señor Hay dirigió al jefe negociador Day de la delegación estadounidense que conferenciaba en París con una España abatida por la pérdida de su imperio. El 15 de agosto de 1898 había caído Manila y la bandera estadounidense ondeaba en más del 75% del archipiélago. Se inició entonces la diáspora de los misioneros extranjeros afincados allí.
San Nicolás de Bari es patrono de los marineros y su sagrada imagen acompañó a los primeros agustinos recoletos que arribaron a Panamá en noviembre de aquel año. Pronto se cumplirán los 122 años de esa epopeya protagonizada por el padre Adell y sus compañeros que los trajo desde Filipinas al istmo, pasando por Hong Kong, Tokio, Honolulú y San Francisco (Martínez Cuesta, 1999). El padre Adell siguió a Venezuela, dejando al grupo al frente del padre Molores. La primera presencia en Darién correspondió al padre Ocio, en 1899, ese mismo año llegó el segundo grupo procedente de Manila y el tercero procedente de Madrid, a este último grupo pertenecía San Ezequiel Moreno, quien terminó finalmente ejerciendo su apostolado en Pasto. Otro de los sacerdotes, Bernardino García, fue capellán castrense y auxilió en sus últimos momentos a Victoriano Lorenzo, y tuvo el honor de bendecir la primera bandera de la recién proclamada República de Panamá, el 20 de diciembre de 1903; y el padre Pedro Fabo fue uno de los fundadores de la Academia Panameña de la Lengua. Sin embargo, una epidemia de fiebre amarilla diezmó severamente al contingente de religiosos agustinos, obligando a algunos a trasladarse a Colombia y otros al Perú donde reforzaron las misiones de su orden en la Amazonía peruana. En 1920 quedaban solo tres en el istmo. En 1928 llegó a Panamá el padre Marcelino Ganuza, que más tarde colaboraría con la Estrella de Panamá” con artículos usando el seudónimo Pierre L'Ermite. En 1943 fue el padre Alfonso Oficialdegui quien mantuvo una columna semanal en el mismo diario. Cierra esta trilogía monseñor Martín Legarra en los años 70.
Pero en 1898, cuando llegaron Patricio Adell y sus diez sacerdotes, les asignaron un alojamiento semiabandonado –la iglesia San José que alberga el llamado “Altar de Oro”– en el sur de la ciudad, que habían ocupado 65 años antes los agustinos recoletos desde 1612 a 1833 hasta que su permanencia fue violentamente interrumpida por las leyes desarmotizadoras del general Santander. En ese período destaca la presencia de recoletos en la región de Chiriquí entre 1722 y 1793, así como desde 1799 a 1802 (Oficialdegui, 1971). Sin embargo, los hitos más sobresalientes de su apostolado en Panamá fueron la apertura del colegio San Agustín (1954), la aceptación de la parroquia de Río Abajo (1954) y el establecimiento de la Misión de Bocas del Toro (1963). Mención especial merece su participación en la fundación de la Universidad Católica de Santa María la Antigua. El escritor Manuel Cambra publicó en 2012 el libro Entre dos mundos, donde presenta la vida del padre Benjamín Ayechu, fundador y primer rector agustino de esa prestigiosa universidad.
Desde 1898 los agustinos recoletos, inspirados por el santo obispo de Hipona, no han abandonado el suelo panameño compartiendo sin interrupción la vida de su gente.