Decoración actual

Si nos atenemos a la tradición, nada más necesario que el color, nada más reconfortante para los ojos y el espíritu. Y si en aras del mi...

Si nos atenemos a la tradición, nada más necesario que el color, nada más reconfortante para los ojos y el espíritu. Y si en aras del minimalismo, y de la arquitectura limpia, sin estorbos, las paredes blancas se habían apoderado de los ambientes interiores y exteriores, los colores siempre estarán de moda con su carga de calidez, energía y alegría.

Los cánones de la decoración contemporánea suelen definirse por ambientes muy limpios y ausencia de color, o mejor, presencia del blanco y negro en el ajedrez de los colores fundamentales.

Es a partir de esta premisa que los arquitectos y decoradores diseñan hoy en día casas y apartamentos, y que utilizan maderas, tanto en pisos como en puertas y clósets, que marcan un contraste afortunado con las paredes y otros cubrimientos como la pizarra, de uso frecuente en cocinas y baños.

Pero no se trata de seguir las tendencias sin más ni más. Antes de cualquier decisión en materia de lo que queremos para nuestro propio hábitat, debemos empezar por reconocer que, quizás, una de las actitudes más genuinas es la de descubrir que la sensibilidad se desarrolla a partir de lo que nos rodea y que nuestras preferencias en materia de colores dependen de los factores culturales que nos determinan.

No existe, por lo tanto, una manera igual de apreciar los colores, un código que diga que tal o cual es el mejor, pero sí existe una disposición personal a preferir unos colores más que otros.

Lo que hacen los colores

Agrandar un lugar, recogerlo, darle calidez o sumarle amplitud es un arte; y el color, esa materia prima sobre la cual trabaja el artista, se presta para esos menesteres. Es sabido, en principio, que el blanco aumenta los metros visuales. Y justamente por este efecto amplificador se presta para pintar espacios reducidos a los que se quiere sacar mejor partido.

Si a ese espacio ‘agrandado’ se le ponen muebles ligeros, se habrá logrado un doble cometido en hacer el ámbito más generoso. Pero el blanco puro no tiene que ser la norma. Mezclado con un ligero matiz de gris, por ejemplo, imprime amplitud y profundidad, y en paredes, techos y obra de carpintería resalta la arquitectura. Sin embargo, al blanco hay que agregarle siempre un elemento de contraste. Ese resultado se logra con los muebles, cuyo tapizado puede ser la clave, y con accesorios como cuadros, lámparas y otros objetos que aportan matices a la continuidad unitonal.

Por otra parte, en salas y comedores están de moda los tonos oscuros, en colores sobrios como el café oscuro, el ceniza, el gris plomizo, el negro o el violeta. Estos decoran por sí solos y no requieren mucho mobiliario, además de que ayudan a crear atmósferas sofisticadas y muy personales. No obstante, hay que combinarlos con muebles, objetos y textiles en tonos claros.

La pintura de las paredes es también un recurso válido para independizar ambientes. El hacer que una pared se destaque y ‘salte a la vista’ ayuda a delimitar, por ejemplo, el salón y el comedor cuando comparten el mismo espacio. Igualmente, la pared de la chimenea o, en el caso de apartamentos compartimentados, la que separa el comedor de la cocina, son ideales para identificarlas con un color oscuro que contraste con el piso y el mobiliario.

Ahora que se usan de nuevo los colores, los papeles de colgadura regresan. Los diseños pueden ir desde figuras geométricas y motivos florales hasta la recreación del diseño Toile de jou, y como son ‘llenadores’ se pueden matizar con colores planos para un contraste interesante. Pero el color siempre estará presente en las paredes, cualquiera que sea la manera como se impriman a la decoración los brochazos finales. ©PUBLICACIONES SEMANA

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