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- 18/09/2009 02:00
Luz Stella y Juan son una pareja de esposos cuya vida en la cama se convirtió en un campo de batalla. Competían para saber quién era más ardiente y más osado. Pero adoptaron el sexo tántrico como parte de un cambio de vida que los llevó a adoptar un estilo más pausado y eso salvó su amor. “Con el tantra la dinámica de nuestra relación cambió del cielo a la Tierra”, cuenta Juan, “pues las tensiones acerca del sexo se transformaron en satisfacción mutua sin límites y sin presiones”. Lo dice porque con este método expresiones vulgares como “quicky” o “polvo express” no tienen cabida. La primera condición del sexo tántrico es olvidarse del reloj. El placer está en el camino y no en el fin del trayecto. En otras palabras, los amantes no dan por terminado su encuentro al primer envión. Todo con la ayuda de técnicas de respiración que hacen al hombre capaz de contener su explosión erótica cuando siente que ésta está a punto de estallar. Esa unión entre la mente y una función tan vital como inhalar y exhalar el aire es lo que se llama tener sexo con el alma, pues por ella la pareja crece interiormente al hacerse sabia en el control de sus deseos y hacerse partícipe de la fuerza divina. La energía sexual se acumula con tal ímpetu, que el orgasmo masculino es más largo y de una indescriptible estremecedora intensidad, relata Juan. Muy diferente al clímax a que están acostumbrados los occidentales, tan mecánico y fugaz. Para dar una noción de sus maravillas, es propicio mencionar que los especialistas en este método dicen que una sola de estas experiencias en el mes basta para saciar las necesidades eróticas de la pareja. Además, cuanto el hombre es dueño del dominio de su emisión de semen se convierte en el más deseable de los amantes. El tantra y otras escuelas orientales además enseñan que el sexo no sólo se disfruta con los órganos genitales, sino con los cinco sentidos. De ahí la estimulación con pétalos, luces, olores, sabores y experiencias táctiles con frío o calor, por ejemplo. Todo ese escenario hace parte de una serie de rituales de purificación y preparación que recomienda el tantra y no de “trucos para excitar a tu pareja”, como lo anuncian algunas revistas. “Nos liberamos de la culpa frente al sexo que nos amargó por años y ahora sabemos que el bienestar en este sentido trae beneficios para la salud física y mental”, apunta Luz Stella, quien dice haber superado con el sexo a la oriental sus complejos ancestrales de ser mujer. El arte amatoria, del maestro Tung y la filosofía taoísta, ambos de China, así como el Kama Sutra de India, son otras herencias de la sexualidad oriental que comparten los mismos principios del tantra, los cuales se pueden resumir en estas palabras del propio Tung: “De todas las cosas que hacen al hombre próspero, ninguna puede compararse con el acto sexual. Éste se modela a semejanza del cielo y toma como ejemplo la Tierra, regula el Yin y gobierna el Yang. Aquellos que comprenden su importancia podrán nutrir su naturaleza y prolongar sus años de vida. Aquellos que no entiendan su verdadero significado se dañarán a sí mismos y morirán prematuramente”.