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Aprendiendo el japonés
- 14/11/2021 00:00
- 14/11/2021 00:00
¡No existe nada mejor que sentarse a leer un buen manga! –cómic japonés–, sin preocuparse por ninguno de sus dos silabarios, el hiragana y el katakana, ni de los miles de kanji –caracteres utilizados en la escritura japonesa–. ¡Disfrutar en español, inglés, francés o italiano una historia creada por japoneses para japoneses es un lujo para muchos!, una forma de entretenimiento fugaz que, sin embargo, comporta una gran cantidad de trabajo, debido a la complejidad del idioma.
Analicemos nuestro idioma el español o castellano cuyo abecedario tiene 27 letras y con ellas la gran riqueza de acepciones, y luego, pensemos que el japonés tiene dos silabarios que son representaciones fonéticas conocidos como kana: el hiragana que cuenta con 46 caracteres utilizados en la escritura y el katakana también con 46 utilizado solo para palabras foráneas y onomatopeyas. Además, sumemos 2,229 kanjis –provenientes de la escritura china– que el gobierno considera oficiales y obligatorios de los más de diez mil que existen. Es decir que en total para comprender japonés debemos conocer por lo menos 2,321 caracteres.
Ese sabroso manga que leímos en menos de media hora para que llegase a nuestras manos tuvo que pasar, en primera instancia, por las manos de un traductor que nos facilitase ese acercamiento, mediante la transformación de los caracteres en letras, para que los hispanohablantes podamos disfrutarlo.
Aprovechando nuestro último viaje de trabajo entre noviembre-diciembre de 2019, pasamos a Barcelona para una visita obligada a Daruma Servei Linguistics, especializados en traducción de diversos idiomas, pero en especial el que tratamos en esta columna, el japonés. Conversamos amenamente con su fundador, Marc Bernabé, quien en el mundo del manga y la cultura japonesa se ha forjado un nombre a fuerza de traducir, interpretar y facilitar nuestro acceso no solo al cómic japonés, sino también al anime y al aprendizaje del idioma.
La idea era encontrarnos para una entrevista formal, pero el mismo día presentaban el libro 501 mangas que leer en español de autoría compartida con Oriol Estrada Rangil, así que terminamos en una afable reunión con la crème de la crème de conocedores, divulgadores y escritores sobre temas relativos al Japón, tanto de animación japonesa como de historia, cultura y artes culinarias, mientras disfrutábamos de los paisajes de la Ciudad Condal –nombre que se le daba a Barcelona en el siglo IX–.
Como si fuera poco, también pudimos departir con Max Plaza de Ramen para dos; Ángel Álamo Martínez de Cat's eye a media noche; Alfons Moliné autor de El gran libro de los manga y uno de los primeros promotores del anime en España; Roger Ortuño Flamerich autor de Oishii, diccionario ilustrado de la gastronomía japonesa y Jonathan López-Vera, autor de Historia de los samuráis.
El trabajo de Marc Bernabé
Marc es un verdadero apasionado del Japón, lo demuestran sus más de mil volúmenes de manga adaptados al castellano o al catalán, además de sus libros Japón, manga, traducción y vivencias de un apasionado del país del sol naciente o Kana para recordar. También ha incursionado en la enseñanza del idioma japonés en Viñetas integral, que ya va por su décimo cuarta edición, y ha logrado el sueño de muchos, aparecer en un capítulo del inigualable Crayon Shin-Chan, tanto en el manga como en el anime.
Si ya lo asustó tener que aprender tantos caracteres, existen algunas cuestas más que superar, como lo ha explicado Bernabé en diversas conferencias tanto en España como en Latinoamérica, que se pueden encontrar en portales de video donde profundiza algunos aspectos. Su trabajo lo considera como adaptar el manga para que sea comprensible y accesible al público, tanto para quien lo lee por primera vez hasta los más fanáticos del medio, y así lo expresa: “El objetivo de la traducción pasará siempre por encima de la fidelidad al original, por lo que podemos permitirnos ciertas licencias para cumplir ese objetivo”.
A diferencia de nuestro idioma en que todas las cosas tienen un género, en el japonés no existe, significa que una frase puede tener varias traducciones y en el caso del manga ser aún más compleja porque el autor desea ocultar algo para sorprendernos después. Por ejemplo, en el manga Keroro gunso encontramos la frase usagi ga iru cuya traducción podría ser “hay un conejo”, “hay una coneja”, “hay unos conejos” o “hay unas conejas”, pero no lo sabremos hasta que el autor lo considere necesario. Las cosas tampoco tienen número, cuando leemos Hon que significa libro, no sabemos si se refiere a uno o a varios libros. “Mientras que nosotros el verbo lo tenemos en medio de las frases, ellos lo usan al final, por lo que debemos desmontar la frase en la cabeza y reordenarla, tampoco existe el tiempo futuro, ellos lo marcan con adverbios”, explica Bernabé.
En verdad el idioma es tan complejo, que 20 o 30 años atrás si un japonés se encontraba con un extranjero que hablase el idioma, era motivo de gran asombro porque sabían lo difícil que resulta aprenderlo; en nuestra época, y gracias al auge del manga, anime, cine y demás información sobre Japón, esta brecha se ha reducido. Organizaciones de cooperación como la Japan Foundation o la Japan International Cooperation Agency (JICA) han ayudado a crear escuelas para aprender el idioma y recientemente, esta terrible pandemia ha motivado la organización de cursos en línea, de pago o gratuitos, haciendo crecer exponencialmente la facilidad para acceder al idioma.
Mañana, cuando me acueste a leer un manga o a Murakami, en mi mente agradeceré a todos los estudiosos que se interesaron en un idioma tan complejo para permitirnos a los interesados un acercamiento a la fascinante cultura japonesa.
El autor es catedrático de la Universidad de Panamá y doctor en comunicación audiovisual y publicidad.