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- 18/09/2021 00:00

Vamos a comenzar con algunas estadísticas actualizadas sobre este tema, ya que cada vez más no solo en Panamá sino a nivel mundial esta terrible situación se hace más constante, especialmente en tiempos de pandemia.
Algunas de las cifras que leerá a continuación, amigo lector, fueron publicadas en el libro Rompamos el silencio (cuarta edición), otras vienen de fuentes autorizadas como las del Dr. Paul Ekman (padre de las microexpresiones), también vienen de un estudio magnífico que realizó Eve Ekman que tituló: 'El Atlas de las emociones': 9 de cada 10 actos se pudieron haber evitado si se hubiesen observado las señales de alerta; cada dos días en Panamá se comete un suicidio y a diario hay seis intentos. Por cada tres hombres que se suicidan, una mujer se quita la vida en países de altos ingresos, mientras que en las naciones de bajos y medios ingresos, la tasa es más igualitaria; la mortalidad del suicidio es superior a la mortalidad causada por guerras u homicidios, siendo esta la segunda causa de defunción entre personas de 15 a 29 años y, por último, las emociones que debemos observar con mucho cuidado son la ira, tristeza y asco, ya que forman una triada muy peligrosa que, combinadas, pueden llevar a cometer actos graves sin retorno, entre ellos, el suicidio.
Le puedo decir con propiedad que dentro de la comunicación verbal y no verbal, todo, absolutamente todo, nos envía señales de alerta. Por cada emoción, existen detonantes que activan automáticamente un estado anímico sin pensar.
El tiempo de reacción varía según sea el contexto y la psiquis, luego de los detonantes, vienen los estados, los cuales pueden ser: instintivos, intencionales, destructivos o ambiguos, y es aquí donde debemos observar con lupa el comportamiento diario de una persona.

Si hablamos específicamente de la tristeza, permítame compartirle, amigo lector, una tabla que es parte del 'Atlas de las emociones'; tiene un rango de menor a mayor intensidad, siendo el abandono el paso final para cometer un suicidio.
¿Por qué el abandono es el clímax que lleva a un desenlace trágico? Porque la persona abandonó, literalmente, los deseos de vivir, luchar o intentar. Porque se cansó del dolor prolongado, de la desesperanza o de sentirse atrapado.
Cada estado nos lleva a realizar acciones y, en el preciso instante que se llega a este punto, rara vez hay marcha atrás porque la persona prácticamente está decidida, perdió el miedo y suele no meditar en las consecuencias. En el caso del suicidio, la persona no solo le perdió el miedo a la muerte, sino que además tiene desarrollado un plan, sabe el día y la hora.
En las acciones y en los estados se presentan las actitudes. Estas actitudes también son clave para prever un hecho lamentable. Le comparto una frase que constantemente digo en mis talleres de comunicación no verbal: “¡Escuchamos con los ojos!”. Prestar atención a las múltiples señales de alerta pueden perfectamente sacar a una persona de una situación de desesperanza.
Ni los detonantes ni las acciones ni los estados y ni siguiera las actitudes se presentan de la nada y se activan por nada. Cuando escuchamos los testimonios de familiares en sesiones posteriores a un hecho lamentable, se revela que siempre hubo señales que nadie vio o tomó en cuenta.
Primero, es importante aclarar que el contexto y la personalidad genera variantes. Por tal motivo, una persona puede comportarse de forma diferente a las mencionadas a continuación.
Si alguien empieza a retraerse de la familia o amigos hay que comenzar a observar; cuando hay ansiedad o pánico constante, cuando hay irritabilidad, apatía, enfado, frustración, cuando hay cambios bruscos de hábitos, incluyendo los alimenticios, cuando hay un deseo súbito de arreglar los asuntos personales y legales, cuando hubo una pérdida reciente dentro de la familia o la de un amigo(a) cercano(a), cuando hay un historial de suicidio en la familia, cuando alguien comienza a hablar constantemente de la muerte, cuando la persona muestra odio o vergüenza por sí mismo, cuando una persona entra en una profunda tristeza o depresión, no quiere pararse de la cama, pierde los ánimos, cuando pasan días sin arreglarse o bañarse, y sobre todo cuando hubo intentos previos.
Si tiene un amigo que habla acerca del suicidio o muestra alguna de estas señales de advertencia, no espere a ver si se empieza a encontrar mejor.
¡Hable con él o ella! Pregúntele directamente si está pensando en suicidarse. Tenga la valentía de hacer este tipo de preguntas porque pueden salvar vidas.
Si usted no se atreve o tiene miedo ante estas situaciones que está observando en un amigo o familiar, en Panamá hay líneas de ayuda, como la de Cruz Blanca Panameña (6674-9695, 6020-9825), el Instituto de Salud Mental (523-6800) o la línea 147 del Mides. ¡Rompamos el silencio, porque en la prevención está la clave!