'Que el arte lo invada todo'

  • 11/07/2021 00:00
Para la curadora y crítica de arte, Adrienne Samos, es vital tomar conciencia de que hay más arte fuera que dentro de los museos y galerías, y hay que reconocerlo, explorarlo, apoyarlo y celebrarlo
'Que el arte lo invada todo'

Adrienne Samos es curadora, editora y crítica de arte panameña. Dirigió 'Talingo' (suplemento cultural del diario La Prensa), que obtuvo el premio Príncipe Claus de Holanda en 2002, y preside Arpa, entidad que promueve la cultura contemporánea, y la casa editorial Sarigua. Es autora del libro Divorcio a la panameña. Saltos y rupturas en el arte de Panamá: 1990-2015, y editora y coautora de Pedagogía radical: el arte como educación, entre otros. Exposiciones recientes que ha curado incluyen “Los rebeldes: la tradición in(di)visible” (junto a Humberto Vélez) en 2018 y “Una invasión en 4 tiempos” (junto a Mónica Kupfer y Gladys Turner) en 2019-2020.

Has ejercido por muchos años la crítica de arte. ¿Cómo llegaste a este oficio con el cual has enriquecido la bibliografía nacional y de la región?

Todo empezó con 'Talingo', el suplemento cultural que Alberto Gualde y yo concebimos para La Prensa. Incluso mucho antes de que saliera a la luz, un domingo del mes de mayo de 1993, 'Talingo' ya tenía asegurada la colaboración de especialistas locales e internacionales en los diversos campos: literatura, arquitectura, música, teatro, cine, etc. El gran vacío crítico estaba en el arte contemporáneo. Un vacío que comencé a llenar con entusiasmo, dedicación y mucha inseguridad. Cuando 'Talingo' se volvió demasiado incómodo para varios integrantes de la junta directiva de La Prensa, nuestra revista se canceló y entonces me puse a trabajar directamente con artistas en el desarrollo de sus obras y en proyectos expositivos. Ese giro transformó por completo mi ejercicio crítico, porque empecé a pensar y a escribir desde los afectos, y ya menos desde una distancia autoimpuesta por la voluntad de ser objetiva.

A partir del trabajo exitoso que tuviste como editora de la revista 'Talingo', ¿crees que se podría repetir una experiencia similar en Panamá?

Una publicación como 'Talingo' no podría volver a darse. Perteneció a una época específica. Además, con todas sus miopías, sus aciertos, sus limitaciones y sus fortalezas, 'Talingo' fue el resultado del trabajo sostenido de amigos y colegas que compartíamos una mezcla rara e irrepetible de sensibilidades, talentos e ideales. Hoy en Panamá, una publicación cultural de amplio espectro producida por jóvenes sería otra cosa. Y sus lectores también serían muy distintos. Como debe ser.

¿Cómo evalúas la experiencia de las bienales de arte en el país? ¿Sería posible que se dieran nuevamente?

En el ámbito local, la única que hizo una diferencia sustancial en la escena artística fue la Bienal de Arte de Panamá, fundada en 1992 por Mónica Kupfer e Irene Escoffery (q.e.p.d.). Es difícil exagerar cuánto significó esta bienal para la práctica del arte en el país y para la visibilidad de los artistas emergentes. De ser un certamen con premios y que solo aceptaba pintura sobre lienzo, fue transformando sus bases en cada nueva edición, hasta aceptar todos los medios y eliminar los premios para poder sufragar la producción de las obras en ediciones curadas, así como ofrecer un programa público y exposiciones paralelas. Estos saltos cualitativos posicionaron a la bienal panameña como la más avanzada de la región centroamericana en aquel entonces. En su octava y última versión, dirigida por Kupfer y Walo Araújo en 2008, y curada por la mexicana Magali Arriola, también se invitó a artistas extranjeros con el objetivo de ampliar los temas planteados por la premisa curatorial y de subrayar la condición de Panamá como cruce de caminos. Por cierto, desde la primera hasta la última edición se publicó un catálogo razonado. Es una lástima que esta gran bienal haya desaparecido por la erosión del patrocinio privado, como suele suceder en este país, pese a todo el dinero que está en manos de una elite bastante acaudalada. En cuanto a una nueva bienal de esa magnitud, me hago muy pocas ilusiones. Una feria quizás.

Hemos vivido un año complicado por la pandemia. ¿Qué retos políticos, económicos y culturales serían los más urgentes para el campo artístico en el país y la región?

Voy a invertir los términos de tu pregunta, Luis. El reto más urgente para mí no es tanto resolver los problemas dentro del campo artístico, sino más bien liberar el arte del nicho en el que lo tenemos secuestrado para inyectar el pensamiento artístico a las relaciones sociales, a la política, a la economía, a la educación, a las ciencias, al medioambiente... Que el arte lo invada todo. La casa, la calle, el campo. Que sea el hilo vital que recorra, encienda y unifique todos los saberes. En estos tiempos extremos, empezando por la crisis climática, el gran reto es poder juntos imaginar y poner en práctica nuevas formas de convivir. De lo contrario, la especie humana tendrá sus años, no sus siglos, contados. Un reto paralelo es tomar conciencia de que hay más arte fuera que dentro de los museos y galerías. Exploremos, reconozcamos, apoyemos y celebremos la inagotable actividad creativa que se manifiesta a diario en las formas de convivencia y en la producción material e intangible de muchísimas comunidades.

¿Ha cumplido tus expectativas el recién creado Ministerio de Cultura?

No creo que MiCultura haya cumplido las expectativas de nadie aún: escaso presupuesto, denuncia penal e investigación en curso, fuertes acusaciones y protestas por parte de algunos gremios y patronatos, la devastadora pandemia... Sin embargo, aplaudo tres logros largamente esperados: por fin la cultura se ha elevado al nivel ministerial, por fin se ha logrado aprobar la ley que protege e impulsa los derechos culturales de la ciudadanía, y por fin se ha creado el Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales, siguiendo los estándares más elevados. No es poca cosa.

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