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- 12/01/2014 01:00
Hace 22 años, Pacífico González, panameño emprendedor, tuvo la idea de iniciar una empresa familiar que tendría como materia prima la caña de azúcar. Por lo general, el promedio de las personas piensan primeramente en el ‘oro blanco’, como se le denominó durante la época de la colonización, pero Pacífico optó por otro rubro: el jugo de caña.
Nuestro clima tropical, caracterizado por la humedad, el calor y las altas temperaturas, movieron a la familia González y a otros asociados a invertir en ‘trapiches mecánicos’, pues antiguamente para extraer el jugo, se ataba un caballo o un burro a un poste que iba conectado con la trituradora que exprimía la caña. Su funcionamiento requería que el animal se mantuviese andando en círculos alrededor de la máquina, que era de madera con ciertas piezas de metal.
‘Estos trapiches son traídos del extranjero y funcionan a base de electricidad o diesel, siendo este último recurso de energía el que mejor optimiza la capacidad de la máquina que tritura continuamente la caña... Le doy 4 pasadas a la caña y saca bastante jugo’, detalla González, quien no solo se dedica al trabajo de extracción y venta de esta maravillosa bebida natural, sino que también posee su propio cañaveral. Ahí cultiva el producto y, dependiendo de la demanda, compra a otros para abastecerse y mantener el ritmo de las ventas.
En total, este microempresario posee 10 puestos de venta, cada uno con su respectivo trapiche, siendo los más concurridos los que se encuentran en el mercado de Abastos, en Tumba Muerto, La Pesa en La Chorrera y Juan Díaz, etc. El vaso chico cuesta 50 centavos, el grande 75; un dólar con 50 centavos el cuarto galón y tres dolares el medio galón.