Bicentenario: una historia de todos y para todos

Actualizado
  • 28/11/2021 00:00
Creado
  • 28/11/2021 00:00
Finalizadas las celebraciones y superada la resaca del festejo, el llegar a 200 años de vida independiente debe hacernos repensar nuestra historia, mirar qué hemos alcanzado desde entonces y qué nuevas metas podemos plantearnos como nación
Diego Forlan16 años Posicion de juego

Bajo el título “Mitos y realidades de la Independencia de Panamá”, un grupo de investigadores de las ciencias sociales se reunieron a debatir sobre el significado de estos 200 años de independencia.

La invitación era la última, de una serie de actividades organizadas por la Biblioteca Nacional, denominadas Diálogos del Bicentenario. Moderados por la antropóloga Guillermina Degracia, la historiadora Agatha Williams, el antropólogo Francisco Herrera, el sociólogo Alonso Ramos y el politólogo Richard Morales compartieron puntos de vista sobre lo que representa para los panameños el 28 de noviembre de 1821, una celebración que aun no está clara para muchos.

Una revisión histórica

“América y nuestros países revisan su historia en una construcción de su nueva identidad; hacen una reflexión profunda sobre el quehacer histórico apartándose de la narrativa de esta historia vista a través de los personajes o esta historia vista por los grupos de poder y toma en cuenta la verdadera participación del pueblo y la construcción con la realidad”, sostiene la historiadora Agatha Williams, esto, rastreando, claro, tanto documentos como fuentes y ofreciendo una visión de la historia que tiene que ver con una nueva concepción de la decolonialidad, porque siempre hemos visto nuestra historia a través de una perspectiva eurocentrista.

Diego Forlan16 años Posicion de juego

“América y Panamá hoy ve su realidad distinta, ve la participación de cada uno de los sectores o partícipes de la historia, no solamente la historia a través del liderazgo tradicional de los próceres, que representan el grupo dominante que controla la economía y el quehacer político; mira hacia adentro y ve en profundidad la participación del pueblo, del hombre, común y de esta historia que está en proceso”, agrega la historiadora.

Y es que desde 1821 se ha venido construyendo una concepción de una nación nueva joven dinámica, integrada por distintos sectores, pero siempre desde la concepción eurocentrista, privilegiando a España y sus instituciones que imponen una estructura de clases. Se habla en Panamá de los de adentro, para mencionar a quienes viven en San Felipe, la ciudad amurallada y se habla de los de afuera, para mencionar a los del arrabal santanero. Y esto hace que se desdibuje la visión integral de la historia.

En el caso de la independencia de Panamá, de España, señala Williams que nos debe llevar a una reflexión porque la independencia rompe con la estructura de poder colonial pero Panamá, un país pequeño, sin un desarrollo económico estable se ve obligada a unirse a Colombia inmediatamente así que “ese concepto real y profundo de la independencia no se llega a concretar”.

¿Cuales fueron las verdaderas razones que llevaron a nuestra independencia? Algunos historiadores consideran que los próceres no responden a un sentir patriótico, no hay una concepción de construir una nación, sino que obedecen a intereses muy personales. Intereses más bien comerciales.

Bicentenario: una historia de todos y para todos

El filósofo e historiador Ricaurte Soler los llama “la burguesía de la zona de tránsito”, un grupo interesado en ejercer el libre comercio, lograr riquezas. “Para nuestra sorpresa, en la investigación profunda que hacemos, se trata de un grupo de conservadores pro monárquicos, y la independencia real se gesta en el interior con el grito del 10 de noviembre; son los lugareños, la gente del pueblo, quienes se anticipan a este movimiento separatista. Con la desazón de los capitalinos, porque el liderazgo lo llevaba la burquesía de la zona de tránsito”, detalla la historiadora.

Williams insta a revisar las fuentes históricas y revalorar la participación del pueblo en nuestra independencia, pues el caudillismo, que se repite en muchos países de América ha truncado el desarrollo integral de las naciones y le ha restado valor a la participación de los grupos populares en la construcción del Estado.

Independencia y separación

Incluso la utilización de un término específico para independencia o la separación , hace una gran diferencia. Así lo plantea el profesor Francisco Herrera, “un tema de debate que a mí en algún momento me parecía poco reflexivo, pero cuando uno revisa bien la documentación y la forma en que reiteradamente salía a relucir este tema de la separación o la independencia, uno ve que hay una confrontación de poderes políticos, entre diversos sectores económicos y políticos que son herederos precisamente de los sistemas del siglo XIX”, explica el antropólogo.

Bicentenario: una historia de todos y para todos

Ricardo J. Alfaro, llevó a acentuar el carácter de discusión innecesaria y esa discusión la zanjó señalando que el hecho concreto q ue se da en 1903, es un acto de independencia soberana, en el que la sociedad panameña asumió su estatus de país estado soberano. “La situación queda como una historiografía que estaba tratando de legitimar los derechos de un sector económico y político del interior, con respecto a los derechos económicos y políticos del sector urbano, elitista, temas que siempre ha estado presentes”, establece Herrera.

Abrir discusiones

Para el sociólogo Alonso Ramos el Bicentenario es un momento óptimo, una situación privilegiada para precisamente, volver a discutir. “Pienso que el bicentenario pone sobre la mesa discusiones que no se han hecho en este país o se han hecho muy poco”, destaca.

Por ejemplo, el papel invisibilizado de grupos específicos en esta historia como las mujeres. También pone sobre la mesa discusiones como, la naturaleza de los estados y de las sociedades, que emergieron posterior a las independencias latinoamericanas. “Nos permite discutir el papel de las potencias imperialistas, dígase Francia, dígase Inglaterra, y en el caso de Panamá, dígase Estados Unidos. Panamá fue clave y ha sido clave en la emergencia de Estados Unidos, primero como gran potencia económica, política y militar en el continente americano pero luego con la construcción del Canal de Panamá, Panamá es clave para Estados Unidos en su consolidación como un imperio global”, asegura Ramos.

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También nos debería permitir discutir con mayor profundidad en el caso panameño, acerca de su vocación transitista, las elites comerciales, antes de la independencia de Panamá de España y posterior a la independencia de Panamá de España. “Estos grupos impusieron una lógica, ellos tuvieron una visión de país y esa visión de país ha estado en una permanente tensión con quienes han pensado que el Estado Nacional panameño se puede construir de otra manera y con otra lógica y pensando en otros intereses”, afirma.

Pero en términos de metodología, esta fecha nos permite también discutir sobre la historiografía panameña. “Ha habido aportes importantes: Soler, Gasterazoro, la propia profesora Aghatha Williams, Patricia Pizurno, Celestino Araúz, Alfredo Figueroa Navarro, Alfredo Castillero Calvo. Y en todo el siglo XX la historiografía en el norte global, dio debates muy interesantes, por ejemplo el que impulsó la Escuela de los Anales con su programa de investigación, donde Braudel incorporó en el debate histórico categorías nuevas como la del tiempo y del espacio para sacudir la visión tradicional del historiador, como esa persona que va a un espacio, recopila información, la ordena y se ajusta a fechas y nombres”, apunta Ramos.

Es propicio, de acuerdo con el sociólogo, que en Panamá se discuta sobre el tema de la historia y la historiografía tomando en cuenta el surgimiento de dos centros de investigación, uno vinculado al Ministerio de Cultura y otro a la Facultad de Humanidades. “Creo que ese debate debe estar allí presente también, el rol, el papel del historiador, la historiografía, el vínculo entre la historia y las ciencias sociales, y creo que esta fecha también nos permite discutir conceptos y categorías conceptuales, que han estado allí pero que por algún motivo los hemos abandonado”, indica.

Historia abarcadora
La historia es de todos y todos participamos de ella.

Si se observan los esfuerzos de divulgación de la historia, está claro para el politólogo Richard Morales que lo que se está eseñando en términos históricos es “una parte de la realidad” .

“El reto es romper con una visión parcial, aparencial, de los hechos para tratar de pensarlos desde la totalidad, es decir, pensarlos desde un proceso contradictorio y conflictivo, que nos permita entender el sentido de una fecha determinada. Hay que ubicar los hechos dentro de la globalidad y del proceso histórico”, afirma Morales, quien propone observar los hechos en función de cuatro capas, la primera de ellas, las formas ideológicas: las grandes ideas, las ideas de la ilustración, las luchas por la libertad y la igualdad, los derechos ciudadanos. Una segunda capa nos lleva a enfocarnos en determinados personajes no solo locales sino a nivel internacional: Simón Bolívar, Napoleón Bonaparte, los conocidos próceres.

Otra capa de apariencia son las clases sociales o partidos como representantes de clases. Están las clases dominantes y las dominadas.

Pero todo esto ocurre dentro de un proceso de expansión de mercado mundial. Inglaterra y Francia entraban en choque con un imperio español en decadencia.

“La clave es tomar estos niveles de apariencias en personajes, en partidos, clases estas luchas para mirarlas en una escala global, esto evita romantizar a una figura o a un partido y evita que asumamos que las cosas se dan por carambola”, insiste Morales.

La multiculturalidad en el tapete

América hereda un modelo de la sociedad dominante del siglo XIX y que se extiende hasta el siglo XX, basado en el desarrollo de las ciencias culturales y biológicas y que propone que las clases blancas son las elegidas para dominar el mundo y la sociedad.

“Esas corrientes también tiene su incidencia en la sociedad panameña y tienen mucho que ver con la forma en que se desarrolla la cultura panameña y la forma de educación de la sociedad panameña. Independientemente de que Panamá siempre fue multiracial, multi cultural, desde el período colonial y aun antes, en el siglo XIX y el siglo XX vamos a encontrar una población que todavía tiene marcadas diferenciaciones socioculturales y sociopolíticas determinadas incluso por los aspectos somáticos”, explica Herrera.

Y no es sino hasta la década de lo 60 que en Panamá comienza a hablarse de multiculturalismo, de pluralismo, social y cultural y de reconocimiento de las diferencias raciales.

“Hay que comprender también que la historia no es inamovible, que hay intereses, conflictos de clases, conflictos económicos, y hay que abordar la historia desde el quehacer de cada uno de estos grupos que convivien en un territorio, no se trata de una nación única”, señala Williams.

Y es que bajo una visión eurocentrista, se cree que la patria es del grupo dominante, ellos liderizan, ellos determinan y se ve en una perspectiva, monolítica, pero la patria, la nación, es diversa, es heterogénea.

América no es solo blanca, hija de España, pero ha construido una historia que no corresponde a su realidad étnica ni cultural.

Se han invisibilizado a los afrodescendientes, a los indígenas, todos los aportes que han hecho estos grupos.

“No nos hemos apartado mucho, seguimos aferrados al eurocentrismo porque es la formación de saberes ancestrales en la que nos formamos y no hemos hecho la ruptura en reconocer nuestra identidad heterogénea, distinta, muy caribeña, muy impregnada de la construcción de distintos elementos culturales, pero eso no ha impedido que se consolide la nación”, afirma la historiadora.

Hacia dónde va nuestra historiografía

Para Ramos, entender la realidad con un criterio de totalidad, implica la necesidad de develar las determinaciones que están detrás de los fenómenos sociohistóricos. “Pienso que es fundamental y es el reto metodológico: hay que conocer esas determinaciones”.

Panamá es de los últimos territorios en independizarse, pero esta independencia se da por una razón determinante, y es precisamente el movimiento que surge en La Villa de Los Santos, liderizado por pequeños campesinos quienes obligan a las elites económicas de la capital a dar el paso.

Se habla de la decadencia comercial cuando finalizan las de las ferias de Portobelo, pero ese periodo también ve nacer al mundo rural panameño. Muchos comerciantes se convirtieron en terratenientes. Mientras la población de Panamá decrecía, los poblados del interior crecían vertiginosamente.

“El reto de la Universidad de Panamá, que es donde se forjan los científicos sociales, además de los maestros. es iniciar un proceso de discusión y de replantearse la historia no solo en términos de conocerla bien, sino en el establecimiento de una metodología de estudio, de comprender la importancia de un continuo histórico, hay que tener cuidado con las exclusiones en la historia”, señala el sociólogo.

Para Morales, una respuesta cajonera sería que el Estado invierta más en universidades, en investigadores, pues Panamá invierte muy poco en el desarrollo de la ciencia y mucho menos en las ciencias sociales, sin embargo, la situación va más allá pues “el énfasis que tenga la investigación histórica, dependerá de las luchas políticas; lo que terminamos investigando es una expresión de las luchas políticas en las sociedades. No se trata de concesiones sino de procesos. Todo termina siendo el resultado de una lucha histórica y lo que terminaremos investigando dependerá del desenlace de estas luchas”.

Para Herrera, si una oportunidad nos da esta celebración es precisamente la de poder hacer un recuento, “la posibilidad de tomar la historia para ver en qué situación estamos y hacia dónde queremos ir, cómo participa la sociedad en este proceso, qué factores contribuyen a su participación o a su limitación”, opina. “Si queremos hacer un programa educativo eficiente tenemos que establecer un mecanismo que rompa los elementos que hacen dependiente a la población. Esa es una de las tareas fundamentales en el sistema educativo”, agrega.

En la historia no hay nada casual, asegura Agatha Williams. Son procesos que se dan por acumulación, como consecuencia de presiones.

“Los académicos tenemos que reflexionar sobre la metodología y cómo enseñamos. Los maestros tenemos un gran compromiso solidario de crear ese pensamiento crítico, hacer la ruptura con la metodología tradicional de una historia estática sin tomar en cuenta la historia humana de los pueblos y de abrir las mentes a ese deseo de aprender”, concluye Williams.

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