Borremos las excusas

Cuando desees hacer algo, busca el medio, y toma acción pero por favor, no seas persona de excusa
Elimina la palabra excusa de tu vocabulario.

Desde muy joven me involucré en emprendimientos y en mi empresa familiar, hasta que salí a estudiar en la universidad. Me gradué como ingeniero en información en el año 2002. Como todo recién graduado, soñaba con trabajar en una transnacional. En las universidades nos convencen de que no trabajar en una de ellas implica “no ser nadie”. Esto no fue del todo malo: me obligó a aceptar el reto y establecer metas altas.

Era una nueva etapa, en el trabajo soñado (ingeniero de sistemas), en firma transnacional, de corbata siempre, ¡qué grandiosa experiencia! Mi estancia en esa empresa implicó cursos de finanzas, amigos, aprendizaje con los clientes; clímax laboral, ¡desarrollo profesional! Pero... en la noche, al hablar con papá, me hacía ver que a sus 64 años tenía que ir al Seguro, a sus 64 años debía ir al banco; esta situación planteó un dilema en mi mente: no podía dormir preguntándome si hacía bien: mientras él se acostaba tarde trabajando en la empresa familiar, yo trabajaba en una firma que amaba. Los compañeros me decían: “tú eres profirma”. Incluso alguna vez llegué a ofrecerme para hacer inventario y ayudar a los contadores un sábado.

A pesar de ello, continuaba ayudando a mi papá en el negocio de la familia. Le asistía los sábados y la empresa familiar seguía creciendo. Hasta que un día resolví el dilema y ¡renuncié a la firma! Sentía tanta vergüenza, que hice mi carta de renuncia y la entregué por debajo de la puerta a mi jefa. Renunciaba a algo que siempre había anhelado: buen salario, un trabajo ventajoso, amigos en la firma, cursos... por iniciar un camino desconocido del que todos me prevenían: la empresa familiar.

Finalmente lo hice. Me gustan los retos, ¡y con mayor razón cuando me dicen que no se puede! Colgué los trajes y las corbatas y me vestí con una camisa polo y unos jeans para ir a trabajar de lleno con mi familia, en una actitud muy positiva, seguro de que poco a poco se daría todo bien.

Otra de las cosas que aprendí durante estos años es que a pesar de que todas las empresas familiares enfrentan problemas similares, nadie se atreve a contarlos. La formación como ingeniero me llevó a explorar soluciones para ellos y terminé estudiando un diplomado en consultoría para empresas familiares en la Universidad Complutense de Madrid.

Quería aplicar estos conocimientos a lo que estaba viviendo en carne propia y ser el consultor de mi empresa, con la finalidad de convertir a mi familia en una familia empresaria.

El punto al que deseo llegar con esta reflexión, es terminar con el título de la columna. Cuando desees hacer algo, busca el medio, y toma acción, pero por favor, no seas persona de excusa, elimina la palabra excusa de tu vocabulario.

Hasta la próxima, guerrera, guerrero.

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