El presidente José Raúl Mulino fue el encargado de dar la orden para que la tuneladora “Panamá” comenzará sus operaciones por debajo del Canal de Panamá,...
- 31/12/2022 00:00
- 31/12/2022 00:00
Hemos visto hasta la saciedad ejemplos que dejan en evidencia la poca importancia que la sociedad actual le está otorgando a la verdad e integridad, tanto nacional como internacionalmente. Es claro que para muchos –y aquí meto a todas las generaciones–, ambas parecen no tener valor alguno, sobre todo si estas impiden llegar a ciertos objetivos.
Quiero recordarle una frase de Bob Marley muy interesante: “La grandeza de un hombre no se mide por las riquezas que adquiere, sino por su integridad y su habilidad de afectar positivamente a aquellos que le rodean”.
El poder de la mentira es tan pesado como el poder de la verdad, sin embargo, muchos optan por elegir la primera como forma de vida sin importar las consecuencias para sí mismo, para los suyos y quienes le rodean.
Alexander Pope, poeta inglés decía: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”.
Un vaso medio vacío es también uno medio lleno, pero una mentira a medias, de ningún modo es una media verdad.
De acuerdo con las más recientes investigaciones, la mentira es justificada por el 42% del mundo y el 100% coincide que esta acción es producto de la enseñanza que se da en el hogar. Si un niño crece viendo que la mentira, el “juega vivo”, la deshonestidad y la flagrante falta de valores es el modus operandi y el día a día de los adultos que le rodean, entonces considerará que ese es el modelo ideal de vida y que así se pueden lograr cosas.
En el mundo de las mentiras cohabitan la infidelidad, el robo, asesinato, corrupción, el “juega vivo”, la maledicencia, el bochinche, la desacreditación, la difamación, el clientelismo, y todo aquello que la sociedad ha decretado como podredumbre... en resumen, la mentira no tiene nada bueno que ofrecer.
Justificar, ponerle color, tamaño o forma a la mentira es un simple acto que trata de silenciar a nuestro juez más duro llamado consciencia. Le comento algo, amigo lector, todos, sin importar la edad, raza, sexo, idioma o pensamiento de vida, saben en el fondo cuando están faltando a la verdad y saben diferenciar rápidamente el bien del mal. Las únicas personas que difícilmente pueden hacer esto son los psicópatas.
Aunque los corruptos digan lo contrario y defiendan a muerte los frutos que la deshonestidad les ha dado, la integridad y la verdad no son un destino. Son estilos de vida. ¡Son un sistema de guía interno que nunca lo gobernarán por mal camino!
Aunque pasen días, meses o años, la verdad siempre sale a la luz y una vez que usted pierde credibilidad, pierde todo.
La honestidad e integridad son absolutamente esenciales para el éxito en la vida. Los líderes auténticos lo saben. La buena noticia es que cualquiera puede desarrollar tanto la honestidad como la integridad y puede lograr más de lo que un corrupto logra con su actuar, siempre y cuando así se quiera.
¿Quiere que le comparta un pensamiento propio? La honestidad es un regalo muy caro, no la espere de gente barata que no sabe valorarse. No espere nada de personas que han optado por desacreditar su entorno, a los suyos y sus propios valores. De los que han vendido su alma al diablo mismo, al dinero y al poder. ¿Es rico tener fama y fortuna? Sí, pero es más rico haberlas conseguido de forma íntegra.
Hay tres constantes en la vida: cambio, elección y principios. Si alguna vez cometió errores y estos le dejaron o dejan un mal sabor, ¿qué espera para cambiar?, si su elección fue totalmente errada, ¿qué espera para rectificar?, si se traicionó a sí mismo y a los que le rodean, ¿qué espera para pedir perdón? La soberbia es la peor aliada de la mentira, y por ella, rara vez se tiene paz interior.
Casi todos los problemas sociales que estamos viendo tienen una génesis en común y, ¿qué cree? ¡Es la mentira! Por ella hemos fingido emociones, hemos comprado cosas que no necesitamos con la plata que no tenemos, para aparentar lo que no somos ante gente que no le importamos para lograr un objetivo, por ella se han ganado elecciones, por ella los justos e íntegros no tienen las oportunidades que merecen por mérito propio, por ella es que el mundo está como está.
Quien ante la mentira guarde silencio, no solo se hace cómplice, sino que forma parte de la podredumbre y del problema. ¿Por qué lo buenos, los íntegros, los veraces no levantan su voz? Le cuento, amigo lector, si usted está en ese grupo, no solo lo felicito, sino que lo invito a rodearse de gente que también comulgue con el mismo pensamiento porque, al igual que yo, no estamos solos. Le recuerdo algo, si no encuentra a nadie a su alrededor con sus mismos valores, entonces es mejor caminar solo que mal acompañado.
Con las mentiras puede salir adelante en el mundo, pero nunca puede volver atrás. Seamos auténticos y mantengámonos fíeles a lo que creemos. Adoptar una posición en la que no se cree no solo refleja una falta de integridad, sino que es una estrategia política equivocada e ineficaz.
Es cierto que la integridad y la verdad por sí solas no lo convertirán en un líder, pero sin ellas nunca será uno. Cuando es capaz de mantener sus más altos estándares de integridad, independientemente de lo que otros puedan hacer, está destinado a la grandeza.